Fray Luis de Leon : eine Biographie aus der Geschichte der spanischen Inquisition und Kirche im sechszehnten Jahrhundert

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Pfeffer, 1866 - 417 páginas
 

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Página 398 - ¿No ves cuando acontece turbarse el aire todo en el verano? el día se ennegrece, sopla el gallego insano, y sube hasta el cielo el polvo vano; y entre las nubes mueve su carro Dios ligero y reluciente, horrible son conmueve, relumbra fuego ardiente, treme la tierra, humíllase la gente. La lluvia baña el techo, envían largos ríos los collados; su trabajo deshecho, los campos anegados miran los labradores espantados.
Página 391 - Cuando contemplo el cielo de innumerables luces adornado, y miro hacia el suelo de noche rodeado, en sueño y en olvido sepultado, el amor y la pena despiertan en mi pecho un ansia ardiente...
Página 402 - De la vida del cielo. Alma región luciente, prado de bienandanza, que ni al hielo ni con el rayo ardiente fallece, fértil suelo, producidor eterno de consuelo: de púrpura y de nieve florida la cabeza coronado, a dulces pastos mueve sin honda ni cayado, el Buen Pastor en ti su hato amado.
Página 389 - Vivir quiero conmigo gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo.
Página 390 - ¡Ay! que ya presurosos suben las largas naves: ¡ay! que tienden los brazos vigorosos a los remos, y encienden las mares espumosas por do hienden.
Página 387 - El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, Salinas, cuando suena la música extremada por vuestra sabia mano gobernada. A cuyo son divino el alma, que en olvido está sumida, torna a cobrar el tino y memoria perdida de su origen primera esclarecida.
Página 403 - Virgen que el sol más pura, gloria de los mortales, luz del cielo, en quien es la piedad como la alteza, los ojos vuelve al suelo, y mira un miserable en cárcel dura cercado de tinieblas y tristeza, y si mayor bajeza no conoce, ni igual, juicio humano, que el estado en que estoy por culpa ajena, con poderosa mano quiebra Reina del cielo la cadena.
Página 392 - ¿Quién es el que esto mira, y precia la bajeza de la tierra, y no gime y suspira y rompe lo que encierra el alma, y de estos bienes la destierra?
Página 390 - La lanza ya blandea el árabe cruel, y hiere el viento, llamando a la pelea; innumerable cuento de escuadras juntas veo en un momento. Cubre la gente el suelo, debajo de las velas desparece la mar; la voz al cielo confusa y varia crece; el polvo roba el día y le escurece.
Página 407 - ¿Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, escuro, con soledad y llanto; y tú, rompiendo el puro aire, te vas al inmortal seguro? Los antes bienhadados y los agora tristes y afligidos, a tus pechos criados, de ti desposeídos, ¿a do convertirán ya sus sentidos?

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