Imágenes de páginas
PDF
EPUB

rios del imperio (ceremonia que desde su padre siguieron usando en iguales casos los emires), y en ella hizo reconocer por sucesor suyo á su hijo el jóven Al-Hakem, al cual juraron todos los principales jeques obediencia y fidelidad. El vaticinio del astrólogo, si fué cierto, no tardó en cumplirse. En los primeros dias de abril de 796 enfermó Hixem, y á los doce dias, dicen los autores árabes, se fué á la misericordia de Alláh. Refieren que poco antes de morir llamó á su hijo y le dió los siguientes consejos, que algunos equivocadamente han atribuido á su padre ("), «Consi<«<dera, hijo mio, que los reinos son de Dios que los dá «y los quita á quien quiere. Pues Dios por su bondad «nos ha dado el poder que está en nuestras manos, dé«mosle gracias por tanto beneficio, hagamos su santa a voluntad, que no es otra que hacer bien á todos los «hombres, y en especial á los que están encomenda«dos á nuestra proteccion: haz justicia igual á pobres «y á ricos, no consientas injusticias en tu reino, que «<es camino de perdicion; sé benigno y clemente con «todos los que dependan de tí, que todos son criatu«ras de Dios. Confia el gobierno de tus provincias y «ciudades á varones buenos y esperimentados; castiga «<sin compasion á los ministros que opriman tus pue«blos; gobierna con dulzura y firmeza á tus tropas «cuando la necesidad te obligue á poner las armas en

(1) Viardot, Hist. des Arabes, etc. cap. 11.

<«<sus manos; sean los de fensores del estado, no sus «<devastadores; pero cuida de tenerlos pagados y de <«<inspirarles confianza en tus promesas. No te canses «de grangear la voluntad de tus pueblos, pues en su <<amor consiste la seguridad del estado, en el miedo «el peligro, y en el odio su ruina cierta. Cuida de los «<labradores que cultivan la tierra y nos dan el nece«sario sustento: no permitas que les talen sus siem«bras y plantíos. En suma, haz de manera que tus «pueblos te bendigan, y vivan contentos á la sombra «de tu proteccion y bondad, que gocen tranquilos «y seguros los placeres de la vida: en esto consiste «el buen gobierno, y si lo consigues, serás feliz, «y alcanzarás fama del mas glorioso príncipe del «mundo (1).>>

«Al leer este fragmento, exclama un escritor de nuestros dias, ¿no se cree tener á la vista una página de Fenelon?» Ciertamente, á ser auténtico, como lo parece, este discurso, holgaríamos de ver practicadas las máximas del príncipe musulman por los mismos que rigen y gobiernan los pueblos cristianos. Dejó Hixem establecidas en Córdoba escuelas de lengua arábiga, y en su tiempo se comenzó á obligar á los cristianos mozárabes á no hablar ni escribir en su lengua latina.

Alfonso de Asturias habia trasladado su córte y

(4) Conde, cap. 29.

residencia real á Oviedo, la ciudad que habia fundado su padre Fruela, y donde él habia nacido. Consagrábase el tiempo que las irrupciones sarracenas se lo permitian á fomentar la prosperidad de su reino con el celo, piedad y prudencia que hicieron tan glorioso su largo reinado. Cinco años llevaba gobernando la monarquía de Asturias, cuando por muerte de Hixem fué proclamado emir de la España musulmana Alhakem, su hijo, cuya brillante educacion, juventud, ingenio y cultura, hacian esperar á los muslimes que tendrian en él un digno sucesor de su abuelo y de su padre y esperáronlo mas al verle nombrar su hagib ó primer ministro al ya ilustre en armas y letras Abdelkerim ben Abdelvahid, su bibliotecario y amigo desde la infancia. Pero la altivez é irascibilidad de su genio le condujeron á los excesos y extravagancias que nos irá diciendo la historia.

Borrascoso y turbulento comenzó el reinado del tercer Ommiada. Sus dos tios Suleiman y Abdallah, en Tánger el uno, en las cercanías de Toledo el otro, de nuevo aguijados de la ambicion de reinar, preparáronse á disputar con las armas á su jóven sobrino un trono de que aun se creian injustamente despojados, como hijos mayores de Abderrahman. Entendiéronse entre sí, y mientras Abdallah con ayuda del cadí de Toledo Obeida ben Amza (el Ambroz de las crónicas cristianas), hombre astúto y de intriga, organizaba secretamente la rebelion, Suleiman en Africa reclu

[ocr errors]

taba á fuerza de oro la gente movediza y vagabunda del Magreb para traerla á España. Abdallah, despues de haberse concertado con su hermano en Tánger, pasó resueltamente á solicitar el apoyo del mas poderoso príncipe que entonces en Europa se conocia, de Carlo-Magno, que se hallaba á la sazon en su palacio de Aquisgran (Aix-la-Chapelle). Allá se fué el atrevido árabe, como antes Ibnalarabi á Paderborn, á implorar la ayuda del gran gefe de la cristiandad contra el emir su inmediato pariente y correligionario. A tal punto la codicia del poder ahoga en los hombres la voz de la sangre y el sentimiento religoso. Lo que negociaron en su comun interés el monarca franco y el rebelde Ommiada, indicáronlo pronto, si del todo no lo aclararon los sucesos (").

Despues de haber venido juntos hasta la Aquitania Abdallah y el rey franco Luis el Pío, y mientras el hijo de Carlo-Magno se disponia á invadir la España por el Pirineo Oriental, el tio del emir de Córdoba atravesaba todo el territorio que media hasta Toledo, donde ya su activo agente Ambroz (Aben Amza) le lenia ganadas algunas fortalezas de la provincia, alzado banderas por él, y apoderádose de las puertas y alcázar de Toledo por un atrevido golpe de mano (797). De todos los alcaides de la comarca ninguno habia permanecido fiel al emir sino Amrû el de Talavera.

(1) Eginhard, Annal.-Annal. Lauriss.-Conde, cap. 30.

Suleiman con su hueste aventurera de Africa desembarcaba en Valencia y se reunia á su hermano en Toledo, sin que alcanzára á impedirlo el emir por pronto que acudió con la caballería de Arcos, de Jerez, de Sidonia, de Córdoba y de Sevilla. Viéronse al instante los resultados de la entrevista de Aquisgran, porque mientras Alhakem y su fiel Amrû sitiaban en Toledo á los dos hermanos rebeldes, el hijo de Carlo-Magno y rey de Aquitania Luis (Ludovico el Pío) por medio de sus leudes y caudillos recobraba á Narbona, batia á los comandantes musulmanes de la frontera Balbul y Abu Tahir, rendia otra vez á Gerona, se le entregaban Lérida, Huesca y Pamplona, y un moro nombrado Zaid escribia á Carlo-Magno ofreciéndole poner la plaza de Barcelona á su disposicion.

En tal conflicto el jóven Alhakem, con una resolucion propia de su juventnd, dejando encomendado á su fiel Amrû el sitio de Toledo, parte rápidamente con la caballería de su guardia á apagar el incendio de la España Oriental. Llega á Zaragoza, hace un llamamiento á los buenos musulmanes, su presencia, sus modales, sus ardientes discursos reaniman las poblaciones del Ebro, y acuden en derredor de la legítima bandera. Con esto emprende vigorosamente la reconquista de las plazas perdidas, los franco-aquitanios huyen delante de sus armas, recobra á Huesca, Lérida y Gerona, entra en Barcelona, traspone el Pirineo, avanza á Narbona, destruye, degüella, cau

« AnteriorContinuar »