Imágenes de páginas
PDF
EPUB

bilidad para vencer enemigos, pero le faltó maña para hacerse amigos, y sus alianzas con el rey cristiano y sus preferencias á los sirios sobre los árabes fueron causa de malquistarle con estos y de enagenarse á los fervientes y fanáticos muslimes.

¿Y qué habia sido de los cristianos de la Vasconia y de la Marca franco-hispana, de esos dos estados que se estaban formando á uno y otro estremo de la cadena del Pirineo?

Despues de la desgraciada batalla de Aybar en que pereció el coude de Pamplona, ó si se quiere rey de Navarra García Garcés (Garcia Garseanus), con cuya hija habia casado Alfonso III. de Asturias, aparece gobernando á los navarros el hijo de García y descendiente de los condes de Bigorra Sancho Garcés, temible enemigo con quien tuvo que contar el rebelde y poderoso moro Ben Hafsûn en la parte del Ebro superior á que se extendian sus dominios. Mientras este formidable rival de los Ommiadas habia sostenido su sediciosa bandera en el Mediodía y Centro de España, peleando alternativamente con el emir de Córdoba y con el monarca de Asturias, Sancho Garcés de Navarra habia hecho una guerra viva á los musulmanes del nordeste, ganándoles muchas poblaciones, tomando muchas fortalezas, y extendiendo sus conquistas desde Nájera hasta Tudela y Ainsa, y hasta las tierras á que comenzaba á darse el nombre de Aragon. Dueño de estos territorios, sobre los cuales ejercia un mando

independiente, tomó en 905 el dictado de rey de Navarra, sino por primera vez, por lo menos mas abiertamente que ninguno de sus predecesores "). Es

(4) In era DCCCCXCIII (dice la crónica Albeldense) surrexit in Pampilona Rex nomine Sancio Garseanis. Hasta ahora ninguna crónica que sepamos habia hecho mencion tan expresa del titulo de rey con aplicacion á los gobernadores pamploneses.-No es posible que haya un punto histórico en que mas disientan los autores que el origen, y principio del reino de Navarra. No estrañamos que al llegar á este período digan casi unánimemente los modernos historiadores: «El origen del reino Pirenáico está cubierto de oscuridad y «de tinieblas.»--«Nada se presenta «en los anales de nuestra nacion «mas oscuro y enmarañado que el origen del reino de Navarra, y no «solo ha contribuido á esta confu«sion la falta de documentos históricos, sino muy especialmente la «rivalidad de los escritores arago«neses y navarros: he estudiado «detenidamente las relaciones de «los mismos, y no he podido sacar ❝otra cosa que confusion y contra«riedad en las ideas.» (Tapia y Moron, en sus Historias de la Civilizacion de España). Asi, poco mas ó menos, se explican todos. Repetimos que no es de extrañar esta perplejidad y embarazo al tratarse de un reino sobre cuyo principio - hay entre los autores la discordancia nada menos que del año 716, en que le suponen unos, hasta el 905, en que le fijan otros, aparte de las fechas que otros señalan en el intermedio de estos 489 años. Tambien nosotros, como el escritor citado, hemos intentado penepreu este laberinto, y procurado

examinar los fundamentos en que apoyan sus diferentes opiniones los autores que mas de propósito han tratado este puuto, tales como Moret, Blancas, Garivay, Morales, Sandoval, Yepes, Briz, Elizondo, Zurita, Risco, Mariana, Mondéjar, Traggia, Yanguas y otros de los que pasan por mas autorizados, sin que nos haya sido posible recoger otro fruto que oscuridad y contradicciones; contradicciones tales, que no vemos medio de concertar ni avenir unos con otros. Y no se limita solo la divergencia en cuanto á la época en que pudo el reino de Navarra tener principio, sino tambien en cuanto a las cronologías de los antiguos reyes que cada cual supone. Pueden servir de muestra las siguientes:

SEGUN GARIVAY.

García I. Jimenez.
Garcia II. Iñiguez.
Fortuño I. Garcés.
Sancho I. Garcés.
Jimeno I. Iñiguez.
Iñigo I. Jimenez, Arista.
Garcia III. Iñiguez.
Fortuño II. Garcés.
Sancho II. Garcés, etc.

SEGUN MORET.

García I. Jimenez.
Iñigo I. Garcés, Arista.
Fortuño I. Garcés.
Jimeno Iñiguez.
Iñigo II. Jimenez.
García II. Jimenez,

lo cierto que desde esta época y con este rey comenzó el reino de Navarra á adquirir extension, importancia y celebridad, y verémosle desde ahora ir creciendo y robusteciéndose hasta ser uno de los que contribuyeron mas á la grande obra de la restauracion española.

Cuéntase de este Sancho, que hallándose del otro lado del Pirineo en ocasion que los moros de Zaragoza hicieron una tentativa sobre Pamplona, y estando los montes cubiertos de nieve, proveyó á sus soldados de abarcas de cuero para que pudiesen trepar mejor por aquellas nevadas sierras (de que le quedó el nombre de Sancho Abarca, á semejanza del que de su calzado tomó el emperador Caligula), y cayendo pre

Garcia III. Iñiguez.
Fortuño II. Garcés.
Sancho II. Garcés, etc.

SEGUN TRAGGIA.

Iñigo I. Arista.
García I. Iñiguez.
Fortuño I. Garcés.
Sancho I. Garcés.
García II. Jimenez.
Iñigo II. Garcés.
García III. Iñiguez.
Fortuño II. Garcés.
Sancho II. Garcés.
Jimeno II. Garcés, etc.

SEGUN MASDeu.

García Sanchez Iñiguez, I.
Sancho Garcés, Abarca, II.
García Sanchez, el Temblon,
III. etc.

Para hablar de los fundamentos en que cada cual apoya su genealogía, dando cada uno por apócrifos los documentos en que los otros fundan su sistema, necesitaríamos hacer una disertacion aun mas difusa que la de Traggia inserta en el tomo IV. de las Memorias de la Academia, la cual confesam e á pesar de la asombrosa erudicion que el autor ha vertido en ella no ha podido satisfacernos, ni despejar para nosotros el confuso caos en que los expresados autores han logrado envolver este punto, y hemos estado para exclamar al leerla: non nostrum est tantas componere lites. Por eso en nuestra historia nos hemos concretado á consignar lo que acerca de este reino hemos hallado en el Continuador del Bi clarense que escribia en 724, on

cipitadamente sobre los enemigos, los sorprendió causándoles una horrible matanza, de que se salvaron pocos; y que seguidamente y sin descanso atacó y tomó el castillo de Monjardin (de donde algunos historiadores le nombran tambien Sancho el de Monjardin), llevando luego sus armas (908) por tierras musulmanas hasta la confluencia de los rios Ebro y Aragon, y casi sin soltar la espada de la mano pasó otra vez el Ebro, y corrióse hasta Nájera, Vecaria y Calahorra, donde le dejaremos, porque sus posteriores hechos se enlazan ya mas con los de los reinos de Leon y de Córdoba en época á que no alcanza todavía la narracion que nos hemos propuesto comprender en este capítulo.

Tambien en la Marca hispana habian ocurrido no

el Pacense que acabó su crónica en 754, en Sebastian de Salamanca, en el de Albelda, en Vigila y Sampiro, en San Eulogio de Córdoba que hizo un viage à Navarra á mediados del siglo IX., en los biógrafos de Carlo-Magno y Luis el Pío, en las historias francas y en las arábigas de aquel tiempo, que son para nosotros las fuentes mas auténticas. Parécenos hasta cierto punto digna de elogio la sinceridad con que un moderno historiador de las cosas de Navarra, el señor Yanguas, archivero de aquel antiguo reino, exclama al ver el calor Con que se sostiene esta controversia: «Porque á la verdad (dice) «¿qué nos importa que los prime«ros reyes de Navarra se llamasen «Sanchos, Iñigos ó Aznares? ¿Qué

«significan esas eternas disputas «queriendo atribuirse cada uno la «gloriosa casualidad de haber dado «leyes á un pais que jamás quiso ser dominado sino de sí mismo?

No tiene tambien algo de pueri«lidad la disputa entre aragoneses «y navarros, sobre si el primer rey «fué proclamado en Sobrarbe ó en «Amescoa? ¿Acaso entonces las «montañas de Jaca y de Navarra «dejaban de ser una misma na«cion? No había aragoneses ni na«varros, todos eran vascones, to«dos participaban igualmente de las virtudes y de los vicios de los «montañeses y de sus glorias, y «los moros no les daban otro dicta«do que el de cristianos de los amontes de Afranc.» (Prólogo á la Hist. del reino de Navarra: 1832).

vedades importantes. Habia Cárlos el Calvo dividido el condado de Barcelona separando la Septimania de la Gothalania ó Cataluña, cada una bajo el gobierno de un conde. Obtuvo despues de Udalrico el condado de Barcelona Wifredo llamado el de Arria, que le gobernó con una especie de independencia moral, y sucedióle al poco tiempo un godo-franco de la Septimania nombrado Salomon. Asesináronle los catalanes en 874, que deseando ya tener condes propios é independientes nombraron á uno que habia nacido en su pais, llamado Wifredo el Velloso, á quien muchos suponen hijo del otro Wifredo, emparentado con la estirpe real Carlovingia de Francia (874).

Fuese que Cárlos el Calvo remitiera á Wifredo en compensacion de algun servicio el feudo en que hasta entonces habian estado los condes de Barcelona, ó que él conquistára su independencia con la punta de la espada y con la ayuda de los catalanes, es fuera de duda que con Wifredo el Velloso dió principio aquella série de condes soberanos é independientes de Barcelona, que habian de elevar á tan alto punto de grandeza aquel nuevo estado cristiano de la España oriental, uno de los mas importantes de la gran confederacion monárquica española. Supone la tradicion haberle concedido el emperador Cárlos por armas las cuatro barras coloradas en campo de oro, marcadas en su escudo con los cuatro dedos de la mano ensangrentada de la herida que recibió pelean

[ocr errors]
« AnteriorContinuar »