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tido por Abderrahman III. En 968 Moez ben Ismail habia enviado un ejército á las órdenes de Balkin ben Zeir para castigar las tribus zenetas que se habian

condes y algunos otros cuyos nombres se suelen encontrar en las escrituras gobernaban temporalmente y sin órden de sucesion los paises ó ciudades que se les encomendaban.

Muy pronto mostraron asi los condes como los pueblos de Castilla, tendencias á emanciparse de los reyes de Asturias y Leon. Pruébalo la temprana rebelion de Nuño Fernandez contra Alfonso III. su suegro; el duro castigo que Ordoño II. hizo en los cuatro condes desobedientes, la eleccion que se supone de los dos jueces, y que probablemente entonces no tuvo mas objeto que proveerse á sí mismos de magistrados que les administráran justicia mejor que solian hacerlo los monarcas leoneses, hasta que vino el ilustre Fernan Gonzalez, hijo de Gonzalo Fernandez, que con su esfuerzo, valor y destreza supo conquistar poco á poco la independencia de Castilla.

Vemos desde luego á Fernan Gonzalez eclipsar con su nombre á otros cualesquiera condes subalternos que en Castilla hubiese; dependiendo todavía del belicoso rey de Leon Ramiro II. hacer un papel importante en los mas graves sucesos de la época, pelear por su cuenta con los musulmanes y vencerlos muchas veces: aun preso en las cárceles de Leon despues de frustrada su primera tentativa de independencia, merecer tal consideracion y respeto al monarca que para obtener su juramento de fidelidad hubo de pactar el enlace de su hijo primogénito con Ia hija del conde: vémosle mas ade

lante todavía, ó por política ó por
fuerza, al servicio de Ordoño III.:
mas luego aparece (siempre riva-
lizando su poder con el de los re-
yes), entronizando á Ordoño IV.,
casado con su hija la repudiada
del III., y lanzando del trono á
Sancho el Craso, su aliado ante-
riormente: y por último conducirse
en sus luchas con los reyes de Leon
y Navarra con tal actividad, saga-
cidad y politica, que llega á sacu-
dir definitivamente la dependencia
de Leon, y á quedar como un so-
berano absoluto entre ambos rei-
nos, siendo de esta manera el
fundador del condado independien-
te de Castilla, nueva soberanía
que en menos de un siglo habia
de convertirse en el mayor y mas
preponderante de los reinos cris-
tianos de la Península, hasta ab-
sorver en sí con el tiempo todas
las demas monarquías de España.

Casado Fernan Gonzalez con Sancha, hija del rey Sancho Abarca de Navarra, babia tenido de ella varios hijos, de los cuales por muerte de los primogénitos le sucedió en el condado García Fernandez, tomando ya esta soberanía el carácter de hereditaria.

Tal fué el principio de la independencia de Castilla, cuyo ilustre fundador fué harto esclarecido por sus hazañas verdaderas, sin necesitar para serlo de las que posteriormente hayan podido ser inventadas por romanceros ó historiadores.

En un monumento erigido en la ciudad de Burgos, que lleva el nombre de Arco de Fernan Gonzalez, levantado, dicen, sobre el

negado á reconocer su imperio. El edrisita Alhassan que gobernaba el Magreb á nombre de los califas de Córdoba abandonó deslealmente la causa de su soberano, y se unió á los fatimitas que hacian proclamar en las ciudades y mezquitas africanas el nombre de Moez. No sirvió una victoria que Ghiafar, general de Alhakem, alcanzó en 972 contra los fatimitas. La guerra prosiguió viva, y habiendo hecho traicion á Ghiafar los gefes zenetas, tuvo que retirarse á Andalucía, donde el califa recompensó sus servicios con el título de hagib. Asustado Alhakem con el rápido engrandecimiento de sus rivales de Africa, envió al wali Mohammed ben Alcasim con numerosas huestes al Magreb, pero batido por las cabilas berberiscas del traidor Alhassan, pereció en un sangriento combate el caudillo andaluz, y los restos de su destrozado

solar de la casa que habitó el insigne conde, se lee una inscripcion latina, que viene á decir: A Fernan Gonzalez, libertador de Castilla, el mas excelente general de su tiempo, padre de grandes reyes; á su ciudadano, en el solar de su misma casa, para eterna memoria de la gloria de su nombre y de su ciudad. Otra mucho mas pomposa se leia en el monasterio de San Pedro de Arlanza, cerca del altar mayor en un sepulcro de mármol sostenido por leones.

Estos nombres patronímicos ó apellidos de Castilla, terminados en es como Rodriguez, Gonzalez, Fernandez, Nuñez, etc., vienen de la costumbre de añadir al nom

bre de los hijos el bautismal de los padres. Y como en los documentos públicos se los nombra en latin: Nunnius Roderici, Rodericus Ferdinandi, Ferdinandus Gundisalvi, suprimiendo el filius, supliase en castellano con aquella terminacion, que equivale en español al fitz de los ingleses, al witch de los rusos, al ebn de los árabes, etc.

Sobre Fernan Gonzalez y los condes de Castilla pueden verse y cotejarse los documentos recogidos en Sandoval, Yepes, Argaiz, Sota, Berganza, Salazar de Mendoza, Coronel, Florez en el tomo 26 de la España Sagrada, y otros varios.

ejército se refugiaron á Tánger y Ceuta, las solas ciudades que quedaban al soberano cordobés. Aun no desalentado éste, despachó á Galib con nuevas fuerzas, diciéndole: «No volverás aqui sino muerto ó vencedor: el fin es vencer; asi no seas avaro ni mezquino en premiar á los valientes.» El califa y su caudillo sabian bien el poder que tenia el oro para con aquellos interesados y venales africanos. Las instrucciones fueron ejecutadas; el cebo se derramó copiosa y diestramente, y las codiciosas tribus se dejaron ablandar en tal manera, que en una sola noche se vió Alhassan abandonado de todas sus tropas, á escepcion de algunos caballeros que le ayudaron á refugiarse en la inaccesible Peña de las Aguilas, donde habia dejado su harem y sus tesoros.

Rodeó Galib la roca con toda su hueste, y cortando el agua á los sitiados vióse Alhassan reducido á tal extremidad, que hubo de someterse á la avenencia que le propuso Galib, asegurándole su vida, su libertad y sus tesoros, á condicion de venir á España á hacer por sí mismo su sumision á Alhakem (973). Con esto se posesionaron las tropas andaluzas de la Peña de las Aguilas; redujo seguidamente Galib todos los pueblos y fortalezas de Almagreb, puso en Fez un walí de su confianza, y asegurado aquel imperio para el califa en un solo año de campaña, embarcóse en Ceuta para Algeciras (974), llevando consigo al último descendiente de los Edris. Admirable fué la

galantería y la generosidad de Alhakem con aquel ilustre prisionero á pesar de su pérfida conducta. Viendo ya en él solamente á un enemigo vencido que venia á ponerse en sus manos, y queriendo al propio tiempo honrar al general vencedor, él mismo con su hijo Abdelaziz y los principales jeques de Córdoba salió á recibirlos á cierta distancia de la ciudad. Cuando se avistaron, apeóse Alhassan y se postró á sus pies. Pero el califa le alargó su mano, y haciéndole que volviese á montar y le acompañase á caballo, entró Alhakem en Córdoba llevando á un lado á Alhassan y á otro á Galib, recibiendo las aclamaciones de la agolpada muchedumbre. No contento con esto el generoso califa, mandó hospedar en el palacio Mogueiz á Alhassan y su familia, señalando rentas de príncipe al que habia sido tan ingrato y desleal enemigo. Cuentan que gastaba con él y con los demas africanos, que eran unos setecientos, lo que bastaria para vivir siete mil; con lo cual muchos de ellos se establecieron en Córdoba y quedaron al servicio de Alhakem.

Pero pronto se cançó Alhassam de aquella dorada prision, y pidió al califa permiso para volverse con su familia á Africa. Otorgósele Al hakem aunque con disgusto, y á condicion de que hubiera de residir en el Africa Oriental, donde su presencia era menos peligrosa. Embarcóse, pues, el africano con su familia y sus tesoros en Almería para Tunez (976). Mas desde

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alli partió á Egipto, donde puesto bajo la proteccion del califa Moez por cuya causa habia peleado en Africa, siempre ingrato y pérfido, escribia cartas insultantes á Alhakem, que las recibia con desdeñoso silencio ("). «Asi se extinguió, dice un escritor erudito, la última huella del imperio de Edris, cuyo postrer vástago vivia de las limosnas de un califa y de la clemencia de otro.>>

Desembarazado de la guerra de Africa, pudo Alhakem dedicarse ya exclusivamente á sus ocupaciones favoritas, la administracion del estado y el fomento de las letras y de las artes. Por complacer á su muger predilecta Sobeiha hizo celebrar con gran magnificencia el reconocimiento y proclamacion como futuro sucesor de su hijo Hixem, aunque muy niño. Con este motivo se leyeron en la solemne asamblea de la jura elegantes composiciones en verso de los mejores ingenios de España. Los escritores árabes se complacen, como siempre, en enumerar las obras que se presentaban, el premio que cada una obtenia, juntamente con los nombres y una reseña biográfica de sus autores. Por el número de estos se comprende bien los progresos que la amena erudicion habia hecho entre los árabes de España, y la estimacion grande que gozaban los literatos en el reinado del segundo Alhakem.

Si en tiempo de su padre Abderrahman se habia

(1) Conde, part. II. cap. 91 y 92.

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