Imágenes de páginas
PDF
EPUB

3

los oficiales. Todos ellos provienen ó del ejército de la fé, ó de la insurreccion del estranjero. Los de la primera categoría que han servido despues eu el ejército regular de España de 1823 á 1830 ocupan en el ejército del pretendiente los puntos mas importantes. Licenciados bajo el ministerio de Zea la mayor parte, se han visto precisados á alistarse en las filas de don Cárlos. Durante los siete años que han pasado bajo las banderas del ejército regu. lar, han adquirido alguna tintura de la teoria del arte, el hábito del servicio y algun aire marcial. Para distinguirlos de los otros que carecen de las primeras nociones de la profesion militar, se les llama madrileños.

La segunda categoría no se compone sino de hombres incultos é indisciplinados, aunque llenos de ardor, de entusiasmo y patriotismo. Como ban tomado las armas para defender la independencia de su provincia, es difícil sacarles de sus hogares para hacer la guerra en el centro de la España, y sobre este particular han tenido muchas riñas con los oficiales madrileños con quienes no tienen ninguna simpatía, y á quienes profesan muy poca estimacion. Medio salvajes se abandonan al instinto de so crueldad, y detestan el órden y la regla: ellos no entienden nada de la instruccion de pelotones y de batallon, pero saben conducir una banda de tiradores, armar una emboscada y ejecutar una sorpresa. Fuera de esto, como tienen la misma costumbre y lenguaje del soldado, gozan de un gran.

de ascendiente sobre él en las circunstancias difíci les, como las marchas forzadas, los bivaques, las fatigas y todas las grandes privaciones en las cuales no tienen efecto las exortaciones de los primeros.

La última clase comprende á los estranjeros. En 1825 fueron admitidos en el ejército de Fernando muchos oficiales franceses y suizos, para llevar á él los principios de la instruccion y de la disciplina; pero habiendo sido todos comprendidos. en las medidas de proscripcion, dictadas mas bien por la envidia que por un interés político bien entendido, ofrecieron su espada à don Carlos. A estos se han unido muchos oficiales de la Guardia. real y de las tropas suizas licenciadas en Francia, despues de la revolucion de julio. En esta última clase se encuentran los organizadores, los tácticos y los sabios del ejército de don Cárlos, que adberidos á sus deberes como mártires del honor, sirven con celo y fidelidad el partido que han abrazado sin cuidarse de su propia fortuna. A estos es principalmente deudor el ejército carlista, de su aire marcial, de su administracion y quizá de la mayor parte de los triunfos que ha conseguido.

La posicion física y política del pais que es el teatro de la guerra, la educacion de las costumbres y el caracter del pueblo que le habita, le hacen sumamente belicoso.

Desde los tiempos mas remotos habiéndose visto rodeado de numerosos enemigos, comprendió este pueblo perfectamente que su independencia y la

[ocr errors]

conservacion de sus libertades, dependian de la defensa de los pasos y de los desfiladeros que son las verdaderas llaves de sus montañas. Asi es que cada cumbre de montaña ó de colina, está ocupada por una habitacion separada, que parece destinada como un cuerpo de guardia para vijilar, ya que no sea para defender los desfiladeros que la rodean; y estos son una especie de observatorios, desde los cuales los habitantes estienden sus miradas à lo lejos por todos lados, y con cuya ayuda no solo se preservan de toda sorpresa, sino que pueden caer de improviso sobre el enemigo que no los ha advertido.

[ocr errors]

El vestuario del ejército navarro vascongado es sencillo y se acerca mucho al traje de los habitantes. Su calzado está en buen estado, y es superior al de las tropas de la Reina. Las armas están bien conservadas, y las cartucheras siempre dadas de lustre. Todos los dias, cada soldado recibe en campaña ine. dia libra de carne dos libras de pan, un cuarteron de alubias y un cuartillo de vino, y ademas el salario de un real. Cuando está en su casa no tiene derecho ni á dinero ni á ninguna racion.

[ocr errors]

Fàcilmente se concibe que con esta existencia, las tropas carlistas marchan de prisa y largo tiempo sin detenerse. Este soldado no obstante tau obediente Ꭹ valeroso cuando combate en su pais, pierde todas sus cualidades, y se dispersa si le sacan de allí. En 1835, tres mil navarros fueron enviados á Cataluña, y apeuas hicieron su aparicion en esta

provincia, cuando se apresuraron á volver á sus hogares trayendo consigo á sus oficiales. Tanta fuerza tiene para ellos el afecto á su patria.

Tales son las noticias que he podido procurarme durante mi permanencia en Navarra sobre los ejércitos españoles. Muchos se estravian sin duda de las ideas jeneralmente recibidas sobre los hombres y las cosas sin embargo yo protesto que nada he dicho que no sea conforme à la verdad. Estranjero en España lo soy tambien á las facciones que la despedazan, y no tengo ningun interés en vituperar lo bueno ni en ocultar lo malo. Dichoso si estas nociones pueden justificar las ideas erróneas que se han formado en Francia, sobre la situacion y recursos de los ejércitos que hace cuatro años se hacen una guerra mortal sin llegar á conseguir el resultado político que cada uno de ellos se ha propuesto.

FIN

LA VERDAD

SOBRE

LA CUESTION DE SUCESION

A LA

CORONA DE ESPAÑA

POR

DON FRANCISCO DE ZEA BERMUDEZ, Antiguo primer secretario de Estado, presidente del consejo de Ministros de S. M. Católica.

[ocr errors]
« AnteriorContinuar »