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ven principe, en la que se habian adrede omitido los hechos memorables para que no los llegase á sa, • ber. Este rumor, cuidadosamente difundido, es una verdadera calumnia, y no se necesitan muchas ho,. as de conversacion para convencerse de ello, pues posee á fondo la historia de Francia, no ignora ninguno de los grandes acaccimientos que ban señalado nuestros últimos cuarenta años, y juzga de ellos con admirable exactitud. La estremada reserva con que habla de la última catástrofe que le ha precipitado en un destierro á él y á su familia, demuestra que ha hecho un estudio de todos sus detalles, y que ha profundizado las fatalidades políticas que Lan podido acarrear el desenlace del drama de Julio.

Otra de las ideas qué con mala intencion se han querido esparcir es la de que este joven príncipe ha sido educado en la mogigateria de un Luis, el Debomario, y no con la piedad ilustrada de san Luis; pero yo le he visto en la iglesia, y si bien es verdad que está con el recogimiento que conviene á un descendiente del santo rey, entiende no obstante, que si los grandes culpabies deben prosternar su cabeza en el suelo el hombre de bien puede adorar á Dios con la cabeza elevada y la vista en el cielo.

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Sabe perfectamente el aleman, el inglés y el ita❤ liano; pero lo que mas particularmente acredita la viveza de su penetracion es comprender la idea del que le habla antes que haya concluido de espresarla. A mi me ha sucedido muchas veces cuando entraba en sus ideas ò tocaba una materia que le agra,

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daba el advertir que habia comprendido desde las primeras palabras lo que le queria decir, y que sí me dejaba concluir de espresar el pensamiento era solamente por atencion.

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Ha estudiado tambien à fondo todos los autores que tratan sobre el arte militar, y sus estudios tanto en este ramo como en todos los otros han sido completos y profundos. Su voz, que es llena y sonora se oye de muy lejos, y su golpe de vista tiene una exactitud que haria honor al militar mas consumado. Ha tenido ademas algunas ocasiones de hacer maniobrar trepas, y siempre lo ha hechó de un modo capaz de escitar el entusiasino de los soldados y la sorpresa de los oficiales.

Un estrangero de distincion me contaba una anéćdota que confirma esto mismo. El año anterior ba bia pasado por Goritz, ua regimiento de caballería húngara que iba á acantonarse. La oficialidad fue se gun costumbre á cumplimentar á los augustos desterrados, y el coronel solicitó el honor de que inspeccionase su, regimiento el príncipe. Henrique accedió con placer, y á pocas boras estaba á caballo y al trote largo dirigiéndose á una pradera à poca distancia de la ciudad donde el regimiento estaba formado.

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Pasó por las filas, habló à la mayor parte de los soldados sobre las materias que podian interesarles, entrando en los detalles de su equipo y armamento, y despues de haber hecho ejecutar con mucha serenidad y prevision las mas difíciles maniobras se puso

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á la cabeza del regimiento y mandò la cargà. A esta voz de mando todo el regimiento salió al galope, y segun me dijo el oficial el príncipe transportó á los viejos húsares con tal entusiasmo que blandian sus sables y gritaban honra como en un dia de batalla.

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Yo hable al príncipe de esta anécdota, y me respondió con viveza, « Si fue una cosa sober via! pero nos detuvimos á la orilla del rio si hubiese sido un regimiento francés lo hubiésemos atravesado» y lo hubiese hecho del mismo modo que lo decia, porque po solamente mouta á caballo con muchísima gracia sino con un atrevimiento que raya con la temeridad.

Henrique de Francía recita con mucha facilidad el verso, y tiene una memoria tan prodigiosa que · llegaba á recitar 500 de seguida y sin titubear, tiene tambien mucho caudal de voces y mucha fecundidad de ideas. Yo he asistido á muchas de sus lecciones, y despues de haber hecho hablar al enviado de los estados de Blobois, respondió con tanta dignidad y tan à propòsito, que su respuesta era digna de la boca de Carlos V.

Cualquiera que sea la suerte que la Providencia le destine se puede afirmar que le hallará dispuesto. Las ocasiones podrán faltarle, pero es bien se. guro que Enrique no las malogrará.

Las bellas y nobles cualidades de este príncipe son el consuelo de la Delfina en un destierro que su. fre con una calma y una resignacion sublime. Seria de desear que todos las que se han hecho enemigos

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de la augusta familia de los Borbones pudiesen ha bitar en Goritz algun tiempo y verian el imperio que ejerce la virtud. La familia desterrada no tiene ningun adulador en este rincon de la tierra, y no obstante no puede dar un paso sin que reciba bendiciones. Alli le detienen á uno para señalarle una muger que ha sido socorrida con todą su familia; mas lejos le indican á uno una choza' que ha sido quemada y vuelta á edificar, y por todas partes se oyen bendiciones y votos por la felicidad de una familia que ha hecho tantos ingratos sin que dismi nuya por eso su inagotable bondad y admirable

virtud.

Si Henrique es completo no lo es menos su hermana. Hay se dice en la capital de las rusias una princesa que pasa por la mas bella de Europa, pero yo dudo que iguale en bondad, en amabilidad y talento á la graciosa hermana de nuestro Henrique.

Lo que mas me ha interesado es el tierno cariño existe entre los dos hermanos, pues parece que que las penas del destierro que soportan con tanto valor, y sin alterar su humor y su carácter hayan estrechado los vinculos que los unen. En sus corazones existe una mancomunidad de goces y de penas, una simpatía de esperanzas en el porvenir y una necesidad de consuelos en la actualidad.

Los ocho dias que he estado en Goritz han transcurrido con una celeridad increible. Una parte de la mañana la pasaba yo'con el joven príncipe, y por

la noche cu el salon con la Delfina, toda la familia real y algunos vasallos leales. El tiempo se pasaba en conversacion grave, se hablaba de los hombres sin acritud y sin amargura de los acaccimientos pasados.

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