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ma, y la franca y la cordial amistad que me manifestaron todas las personas de su casa; me despedi de S. A. R., la cual dándome una çita para Viena me entregó un hermoso retrato en miniatura de un hijo, , y me dijo, que creia que aquella era la fiueza que me podia ser mas grata.

La provincia en medio de la cual está situado el palacio de Brunscc, una de las mas ricas y pintorescas del imperio augriaco. Toda la Stiria se parece á los cantones de la Suiza, los mas fértiles Y mejor cultivados. El pueblo stirio, se ha adquirido mucha reputacion de bondad entre los alemanes ́que son generalmente buenos, los crímenes son tan raros, que hace mas de cien años que no ha habido una ejecucion capital en la provincia, y es tal la probidad de este escelente pueblo, que Madama me decia. «Si no fuere no fuere por la intemperie del invierno, se podrian dejar las puertas y las ventanas abiertas en Brunsee. Cuando yo dejo esta habitacion para ir à pasar en Gratz la estacion rigurosa, estoy segura de encontrarlo á mi vuelta todo en el mismo estado.

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Los pueblos de la, Stiria tienen una apariencia de aseo y abundancia, que causa placer à los viajeros. La poblacion es bella, los hombres son altos y bien formados, llevan un trage que les sienta muy bien, el cual consiste en una chaqueta azul, guarnecida con una infinidad de botones; en la cabeza una gorra de terciopelo ò piel de una hechura original, calzon de gamuza negra, y unas botas

suaves. En uno de los bolsillos del lado se deja ver mango de un cuchillo mas o menos rico, y el del ⚫tenedor que el stirio lleva siempre consigo. Mas para qué me detengo en unos detalles que son generalmente tan conocidos? Sobre todo cuando yo no me he propuesto hablar de la Alemania sino solo del destierro.

VI.

Hiena.

El príncipe de Metternich.--La Aristocracia.--Costumbres generales.--Salones de la Capital.

Al dia siguiente de mi partida de Brunsee llegué á Viena. A una legua de la ciudad se encuentra un pequeño monumento gótico de un estilo lleno de originalidad, y yo me habia detenido á examinarlo, cuando un buen aleman' que pasaba en su cabriolé tuvo la atencion de detenerse para darme algunos detalles sobre su origen.

Esta hermosa torre, me dijo, se llama la Filense la hilandera, y en el tiempo en que los jóvenes de vuestro pais asi como los del nuestro, pasaban su vida en ir á beber aguas calientes, ó de hacer un viaje sentimental à la Sulza, uno de nuestros ga

lautes abandonó su novia para ir á una lejana espedicion. La joven venia todos los dias á esta peque, ña eminencia, desde la que se, puede estender mucho la vista com la esperanza de ver volver á su querido. Al cabo de un año de haber esperado inútilmente, llegó à sus oidos la noticia de un combate sangriento en el que habia perecido, y esta desgracia labiéndola hecho perder la razen, yenia todos los dias con su rucca y su uso á sentarse sobre una gran piedra que labia en el mismo paraje don de está el monumento. Permanecia muchas horas. hilando, y no abandonaba su, sitio sino muy tarde, basta que un dia de invierno muy frio cuando llegó el fiel criado que la solia arrancar de ese sitio, encontró à la pobre doncella que habia ya cesado de sufrir y esperar.

Los parientes de la novia hicieron entonces elevar el monumento para eternizar la memoria de un

amor tan constante.

Era preciso dejar la novela para seguir la bistoria, y me dirigí al príncipe de Mitternich que me recibió con muy fina atencion, y me habló con intères de muchas personas de mi familia particularmente. El príncipe tiene los modales desembaraza. dos, y el buen tono que distingue á los grandes señores, y ademas esa delicada atencion que caracteriza á los funcionarios del imperio de Austria.

Lo que mas me admira en M. de Metternich es el que á pesar de las graves ocupaciones que le absorven las horas del dia, por la noche en el salon

hace desaparecer el hombre de estado y no se presenta sino como un hombre amabilísimo cuya conversacion interesante y llena de ingenio interesa en alto grado.

La princesa de Meternichi, muger hermosa y de taleuto hace con su madre los honores del recibo. La acogida que la debí me fue tanto mas lisongera cuanto que no la hace sino á aquellos cu yos sentimientos ha sabido apreciar.

fa aristocrácia austriaca.

La aristocràcia austriaca es ahora lo que era y seria aun la nobleza francesa sino hubiese sido despojada, degollada y calumniada, y sobre todo si sus titulos no hubiesen sido usurpados por hombres que se han hecho nobles para eavilecer la gebleza, porque no han sabido reemplazar á los sentimientos que animaban à esta clase, sino con la altivez de la vanidad unida á la bajeza de la conducta Υ las sinuosidades del amor al lujo jocultar bajo el hipócrita esplendor de un escudo de armas robado. (1)

La nobleza alemana es adicta á sa soberano, conserva las costumbres de sus antecesores, y sobre todo la sencillez y la bondad que han desaparecido de nosotros enteramente.

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Viena es sin contradicion una de las mas agra

(1) No fue leon el pintor.

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