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celo escrupuloso de la verdad; de estar fundada cada aserción en documentos originales; de ajustarse más bien que á las formas de narración ordinaria á las de un proceso rigoroso. Y lo que es de observar, no procedían las más graves censuras de críticos recusables por exageración de opiniones ó intolerancia de doctrinas, frente á las de las escuelas católicas; no, que en el seno propio del catolicismo, literatos eminentes, críticos reputados, y aun sacerdotes, entendieron haber sido llevado por un celo, si loable en origen, aventurado al fin, el señor Conde de Roselly de Lorgues.

Terrible desencanto diera oposición tan seria á persona menos encariñada de la idea, ó poco firme en las convicciones; mas el Postulador no es de los que sin lucha ceden; al contrario, si en el alma sintió la amargura del antagonismo, enardecida por la magnitud misma de los obstáculos interpuestos al fin de la labor de tantos años, se revolvió airado contra la negación, despreciándola en aquellos que no creen en lo sobrenatural, por incapaces de comprender el espíritu de El mensajero de la Paz; recusando la autoridad, la penetración ó las miras de otros, aunque

creyentes, y enristrando con todos, seguro de anonadarlos sin dificultad, en el palenque que mantenía resuelto y fuerte. Cristóbal Colón, servidor de Dios, su apostolado, su santidad, segunda edición ampliada de El embajador de Dios; Los dos atahudes, y principalmente Satanás contra Cristóbal Colón ó pretendida caída del servidor de Dios, son libros sucesivos de controversia en que, á diferencia de los de propaganda, ha esgrimido las armas de más duro temple, disparando sobre los adversarios indignación y menosprecio, hasta el momento de ceñirse de propia mano el laurel que consideró ganado.

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El canto de la victoria llena el último, mejor dicho, el más reciente de los libros escritos por el Conde de Roselly, fresca todavía la tinta de los caracteres que lo titulan Historia póstuma de Cristóbal Colón. En este libro se compendian los trabajos todos del incansable adalid, á la vez que se encierra la quinta esencia de su pensamiento: uno tras otro aparecen maltratados y caídos cuantos enemigos encontró en la triunfante ca

rrera.

Año dichoso el de 1885, que ha registra

do el fin de la lucha. El Conde cuelga las armas en la panoplia nobilísima que sus antepasados le legaron; no han de servirle más, aunque los imperturbables adversarios pretendan por cualquier medio que vuelva á la arena: el vencimiento es eterno.

II.

La historia primitiva y la historia póstuma de Colón.

La exposición anterior, de todo punto necesaria como principio de análisis, está formada con presencia de las obras del Conde de Roselly de Lorgues; el resumen, con las declaraciones de triunfo y reposo, interpreta fielmente sus propias palabras, dando á conocer, si hay certeza en el adagio «el estilo es el hombre, » el desenfado de su carácter.

Pero el estilo en la Historia póstuma de Colón difiere mucho del que luce en la Historia primitiva: en ésta, engendro con razón predilecto del autor, si la pasión se hace ver, aparece entre las galas del arte del buen decir disimulada; historia novelesca ó novela histórica, ofrece el atractivo de los adornos con que una imaginación rica en fantasía sabe componer la marcha de los sucesos. El Conde describe el abordaje en el mar tene

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