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plir cuanto le pertenecía por sus privilegios, y aun de su propia y real hacienda le quería hacer mercedes. Favorecióle también mucho el Arzobispo de Toledo, D. Fr. Francisco Jiménez, fraile de San Francisco y otras personas principales en la corte.78

De manera que ni se encontró solo, ni pobre, ni en medio de enemigos; lejos de ello, se empezó por entonces á tratar del casamiento de su hijo D. Diego con Doña María de Toledo, sobrina del Rey, lo que no ofrece indicio de desgracia, y al propósito dice uno de sus parciales," que hablando del matrimonio, como alguno de la corte preguntara si el Almirante iba á tejer su linaje, aludiendo al oficio de tejedor de lana que tuvo en la juventud, respondió con la altanería de su genio, que después que Dios crió á los hombres, no conocía otro mejor que él para origen de una familia, porque había hecho más que ninguno.

Hay que decirlo todo, cuando voluntariamente se forman los propósitos anunciados por el Conde de Roselly, de servir á la verdad y escribir historia. En Segovia se obstinaba Colón por volver á gobernar las Indias, ó porque fuera á gobernarlas su hijo, y ha

biendo dado tan mala cuenta en dos ensayos, el Rey, sin negativa absoluta, no lo acordaba, mostrándose dispuesto á complacerle en todo lo demás, sometiéndolo al árbitro que el mismo Almirante designase; mas precisamente era todo esto en lo que menos pensaba, pues respondió al Rey que en lo tocante á hacienda y rentas podían señalarse letrados, pero en lo de la gobernación no; queriendo asentar que esto se le debía sin género de duda.80

Por encima de la inconveniencia palaciega de la importunidad, parece que no dejó de perjudicarle por entonces la petición insistente de castigos á Ovando, á Roldán, á los Porras, y á otros menos significados,31 y en efecto, se advierte que de once cartas dirigidas á su hijo D. Diego, que publicó Navarrete, 82 siete van encaminadas á reclamar contra ellos, como si hubieran sido escritas para desautorizar á su futuro encomiador Condal, lo mismo que aquélla que envió á Ovando, asegurándole veía su firma como si fuera la de sus hijos, y deseaba ver presto otra que en vez de El Comendador dijera El Maestre, y la que tratando de D. Juan de Fonseca, reza: «Si el señor Obispo de Pa

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lencia es venido ó viene, dile cuánto me ha placido de su prosperidad; y que si yo voy allá, que he de posar con su merced aunque él non quiera, y que habemos de volver al primero amor fraterno, y que non lo poderá negar, porque mi servicio le fará que sea ansí. » 84

Lástima que no haya llegado á manos del señor Conde cierto libro del milanés Gregorio Letí, porque hubiera dado mayor interés teatral al primer capítulo del suyo, con sólo transcribir este párrafo:

«A la vuelta de la Española, fué aprisionado Cristóbal Colón, y en la misma cárcel perdió la vida al cabo de seis años de severa reclusión, diciendo algunos que murió de tósigo.»

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IV.

Acusación del Rey D. Fernando.-Su plan de oscurecer la memoria de Colón, dando otro nombre al Nuevo Mundo.-Tradición de Alonso Sánchez de Huelva. -Los Pinzones.

Prosiguiendo la leyenda del Rey D. Fernando, traza el Conde de Roselly de Lorgues rasgos que merecen traducción esmerada porque pierda menos, que siempre ha de perder algo, su hermoso estilo.

«Ahora, dice, nos vemos obligados á la acusación pública y directa de este soberano, cuyo título de Católico le ha protegido contra la severidad de la historia. Como su grandeza nos parece usurpada, procediendo de sutilezas, disimulo y astucias diplomáticas, y por otra parte, ese título fué debido únicamente á la heróica virtud de su inmortal compañera la Reina Isabel, en calidad de consorte, no vacilamos en entregar al

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