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Tuvo por vicio ordinario encomendar al demonio su alma y cuerpo y persona, nombrando su cabeza, piernas y brazos, y lo mismo sus cosas. No hablaba palabra, sin blasfemar y renegar de Dios y de sus Santos. Nunca supo decir ni dijo bien de nadie, ni áun de sus amigos: era infamador de todos; y, finalmente ', no hay algun vicio que en su persona no se hallase. Residió en Pirú este tirano más de veinte años. Su ejercicio y oficio era domar potros ajenos, y quitarles los resabios. Fué siempre inquieto y bullicioso, amigo de revueltas y motines; y así, en pocos de los que en su tiempo hubo en el Pirú se dejó de hallar. No sé cosa notable en qué habia servido á Su Majestad; solamente fué con Diego de Rojas á la entrada de los Chunchos, y despues que de allá salió 2, con el capitan Pedro Alvarez Holguin, en favor de Vaca de Castro; y víspera de la batalla de Chupas, se escondió en Guamanga, por no hallarse en ella; y en el alzamiento de Gonzalo Pizarro, aunque fué por alguacil de Verdugo, se quedó en Nicaragua, y no volvió 3 hasta pasada la batalla de Xaquixaguana, y muerto y desbaratado Pizarro. Y despues desto, se halló en muchos bandos y motines que no hubieron efecto; y fue uno de los que mataron al general Hinojosa, Corregidor y Justicia mayor de las Charcas, con D. Sebastian de Castilla, y se alzaron contra Su Majestad; y despues de muerto y deshecho el dicho D. Sebastian, este tirano, como principal en su motin, anduvo muchos dias huido y escondido; y llamado á pregones, y sentenciado á

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muerte; y, ciertamente, no se escapara de las manos del mariscal Alonso de Alvarado, que con gran diligencia le buscaba á él y á otros muchos desta rebelion, sino que sucedió el alzamiento luego de Francisco Hernandez Giron; por lo cual gozó de un perdon general que los Oidores del Pirú dieron, en nombre de Su Majestad, á estos y á todos los demas que se hubiesen hallado en éste ó en otros motines cualesquier, y delictos que hobiesen cometido, con que se metiesen debajo del estandarte Real, y sirviesen á Su Majestad en la guerra contra el tirano Francisco Hernandez Giron. Y así éste, por gozar deste perdon, hubo de por fuerza con el dicho Mariscal; y á este Aguirre le hirieron una pierna. Era tan bullicioso y mal acondicionado, que no cabia en ningun pueblo del Pirú; y de todos los más estaba desterrado, y no le sabian otro nombre sino Aguirre el loco. Estuvo asimismo preso en el Cuzco, porque dijeron, y así fué verdad, él que y á un Lorenzo de Çalduendo hacian cierto motin para se alzar contra Su Majestad. Tuviéronlo ya para ahorcar, y viéndose perseguido de todos, por sus delitos y excesos, acordó de se venir á esta jornada con el gobernador Pedro de Orsúa; y esto, más por la fama que hubo en Pirú que Pedro de Orsúa juntaba gente para se alzar, que no por deseo que tuviese de entradas. Y llegado á los Motilones, como él conosció que Pedro de Orsúa no era hombre de los que él pensaba, y le halló tan servidor del Rey, quiso concertar de matar allí á Pedro de Orsúa, y alzar por general á D. Martin de Guzman 2, para que volvie

I

I que él despues mató, como se ha visto atras, hacian cierto motin, etc. 2 á D. Fernando de Guzman.

sen sobre el Pirú, como se ha dicho, que él lo trató con un Gonzalo Duarte; y ansí él fué la causa principal de la muerte del gobernador Pedro de Orsúa, matando á todos los que tenemos dichos; y hizo las crueldades y maldades que hizo, y otras muchas. He querido contar esto tan á la larga, por causa que este tirano publicaba que se habia alzado porque habia servido á Su Majestad veinte y cuatro años en Pirú, y que no habia habido renumeracion de sus servicios; para que los que esto viesen y supiesen, entiendan qué tales fueron sus servicios, y el galardon que merescia por ellos; y cómo Su Majestad y sus ministros, de quien él se quejaba, se habian habido con él harto benignamente, pues no le habian quitado la vida, meresciendo tantas veces la muerte '.

FIN.

■ Aquí termina el manuscrito J. 142; el J. 136 añade todo lo que sigue: Acabado el disbarate deste tirano cruel y malo, el Gobernador y Capitan general y demas capitanes se fueron al Tocuyo, donde residian; y los vecinos de Barequicimeto tornaron á reedificar su pueblo, y los de Mérida tambien se fueron; de manera que quedó la tierra sosegada con la muerte de tan mal hombre; y los tiranos que con él venian, se fué cada uno á buscar su ventura: algunos quedaron en la dicha Gobernacion, otros pasaron al Nuevo Reino de Granada, No dejó de haber algunas pesadumbres entre el Gobernador y Maese de campo sobre el despojo del tirano, pero el General lo apaciguó todo con sus buenos medios, y hubo paz. Despues de algunos dias, el dicho Gutierrez de la Peña, general que era del campo del Rey, se avió para ir á España; y asimismo el Maese de campo, llevando bastantes informaciones del servicio que se le habia hecho á Su Majestad en esta gobernacion de Venezuela en haber desbaratado un tirano tan malo y pernicioso; y lo que más se ha de agradecer, sin que costase muerte ninguna del campo del Rey, ni tampoco un real de su Real caja, sino á su costa de los dichos vecinos, como leales servidores de Su Majestad; porque en el Nuevo Reino de Granada se gastó cantidad de moneda en hacer gente y armas para contra este tirano; y en la ciudad

de Santo Domingo lo propio; y vino el capitan Ojeda con gente á esta Gobernacion, al puerto de Borburata; pero ya estaba desbaratado: pero no por eso se debe de no tenerlo á mucho á los Señores de la Audiencia, que tuvieron el cuidado que era razon.

Pues idos estos caballeros á España y dada la dicha relacion, Su Majestad lo tuvo en mucho el servicio que se le habia hecho en la dicha Gobernacion, y para remunerar al dicho General el trabajo que se habia tomado en su servicio, dicen que Su Majestad le dijo que pidiese mercedes; y se le dió la mariscalía de esta Gobernacion, y más le dió Su Majestad sus armas y las del tirano, que eran una bandera negra, con dos espadas sangrientas; y más le dió siete leguas de tierra, donde él quisiese tomarlas, en los términos del dicho Tocuyo, y pudiese poner horca y euchillo, como cosa propia suya. Al dicho Diego García de Paredes, Maese de campo, le dió la gobernacion de Popayan, perpetua; pero no la gozó, porque viniendo á la servir, le mataron indios en la provincia de Caracas (a), como se verá en su historia de la ciudad de la Nueva Segovia de Barequicimeto. Fué á España un hidalgo, que se decia Gonzalo de los Rios, hombre de prendas, y soldado de los descubridores de esta Gobernacion; á éste le dió Su Majestad la tesorería de esta Gobernacion, perpetua; y más le mandó dar para la iglesia de la dicha ciudad, ornamentos y campanas, lo que fuese menester, atento que el tirano habia quemado la iglesia de la dicha ciudad. Fué servicio éste que á Su Majestad se le hizo, digno de remuneracion, porque no tan solamente se sirvió al Rey, pero muy mucho servicio se hizo á Dios, Nuestro Señor, el cual les dé el pago, como siempre da á los que le sirven, que es su santo reino.

Esta relacion hizo un soldado, llamado el bachiller Francisco Vazquez, soldado del dicho tirano; uno de los que no quisieron jurar á Don Fernando de Guzman por Principe, ni desnaturalizarse de los Reinos de Castilla, ni negar á su Rey y señor. Puédesele dar crédito á todo lo que escribe, porque fué hombre honrado y de crédito; y vino con el dicho tirano hasta la ciudad de Barequicimeto, donde mataron al dicho tirano; y siempre el tirano le trató muy bien á él y á los demas que no quisieron ser en el rebelion; y fué la causa, como hemos dicho, que primero que se rebelasen el dicho tirano y el D. Fernando, amonestaron á todo el campo que el que quisiese de su voluntad ser en el dicho rebelion, lo dijese, y el que no, tambien, que allí no se les hacia fuerza; por la cual causa, los que fueron rebeldes contra su Rey y señor, no tuvieron excusa, y son dignos de todo castigo.

(a) Segun Tamayo de Vargas, que parece haber tomado sus noticias de la Historia del Perú, de Palencia, diéronle muerte los caimanes en un rio. (Véase página 130, nota núm. 1.) (N. del E.)

SOCIEDAD

DE

BIBLIOFILOS ESPAÑOLES.

S. M. EL REY D. ALFONSO XII.

1. Excmo. Sr. D. Pascual de Gayángos. 2. Excmo. Sr. D. Cayetano Rosell.

3. Excmo. Sr. D. Braulio Anton Ramirez. 4. Excmo. Sr. D. José Almirante.

5. Excmo. Sr. D. José Fernandez Jimenez.

6. Excmo. Sr. D. Mariano Vergara.
7. Sr. D. José María Escudero de la Peña.
8. Excmo. Sr. D. Francisco Asenjo Barbieri.

9. Ilmo. Sr. D. Santos de Isasa.

10. Sr. D. Vicente Vignau.

11. Excmo. Sr. D. Miguel Colmeiro.

12. Excmo. Sr. D. Manuel Colmeiro.

13. Sr. D. Juan Facundo Riaño.

14. Sr. D. Jacinto Sarrasí.

15. Sr. D. José de Castro y Serrano.

16. Sr. D. Toribio del Campillo.

17. Excmo. Sr. D. Antonio Cánovas del Castillo.

18. Sr. D. Cándido Breton Orozco.

19. Sr. D. José María Octavio de Toledo.

20. Sr. D. Manuel Rico y Sinobas.

21. Sr. D. Cárlos Castrobeza.

22. Sr. D. Genaro Alenda Mira de Perceval.

23. Sr. D. Anacleto Buelta.

24. Sr. D. Máximo de la Cantolla.

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