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al cual le habian ya quitado el cargo; y llevándolo á matar el maestre de campo Lope de Aguirre y otros, á media noche, desnudo en camisa, que le sacaron de la cama en que estaba acostado, él se huyó; y porque tuvo por cierto que le querian matar, echó á huir se les soltó, é iba dando voces diciendo: «¡viva el Rey, caballeros!> para turbar y tener á los que iban tras él; y, por huir desta muerte, se despeñó de una barranca muy alta, y bien descalabrado y herido se escondió en un monte; y otro dia D. Fernando le envió á buscar y le aseguró la vida sobre su palabra, y así volvió al campo y se escapó por entónces. Mataron aquí en este pueblo á Pedro de Miranda, mulato, alguacil mayor, y á Pedro Hernandez, su pagador mayor, que habia sido con ellos en la muerte del gobernador Pedro de Orsúa, porque dijeron en el campo que pretendia matar á su general D. Fernando y ciertos capitanes, no sé á qué efecto; y lo que desto se crée es que comenzaba ya á venir el castigo del cielo sobre los matadores de Pedro de Orsúa, que poco a poco se ejecutó en ellos, hasta que no quedó ninguno; porque lo que destos dos se dijo fué mentira. Y luego proveyeron otros dos en los dichos oficios de alguacil mayor á Juan Lopez Cerrato, y el de pagador á Juan Lopez de Ayala. En este pueblo hizo D. Fernando su teniente general á Juan Alonso de la Bandera, el cual, con Lope de Aguirre, maestre de campo, se encontraban en los mandos, y lo que el uno mandaba queria el otro estorbar, y habia competencias entre los dos, y aún entre los más de los soldados del campo, sobre cuál de los cargos era más preeminente, de que se causó gran enemistad entre los

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dos, y bandos, y prevaleció y pudo más por entonces Juan Alonso de la Bandera; y así, su general Don Fernando quitó el cargo de Maestre de campo á Lope de Aguirre, y lo dió luégo á Juan Alonso, junto con el de Teniente general que de ántes tenia, y dieron la Capitanía de la guardia á Lorenzo de Çalduendo, y á Lope de Aguirre hicieron Capitan de á caballo. Muchos amigos de D. Fernando y oficiales de su campo eran de parescer que matasen á Lope de Aguirre, pues que le habian quitado el cargo, porque era mal hombre, bullicioso y tenia muchos amigos; pero D. Fernando no lo consintió, ántes, por asegurar y contentar al dicho Lope de Aguirre, que andaba alborotado y se quejaba que le habian quitado el cargo, le prometió que no entraria en Pirú sin primero le volviese el cargo de Maestre de campo, y que llegados, le prometia que casaria una hija mestiza que Lope de Aguirre tenia allí consigo con un su hermano que se llamaba D. Martin de Guzman, que estaba en Pirú. A la moza puso luégo Don, y le dió una ropa de seda muy rica, que era del Gobernador, y otras joyas, y la comenzó á tratar como cuñada.

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Pasadas estas cosas que habemos dicho, cada dia crecia más la enemistad entre Lope de Aguirre y Juan Alonso de la Bandera; y el Lope de Aguirre vivia muy temeroso y recatado, porque no le matase, y siempre armado secretamente él y todos sus amigos, y el Juan Alonso lo quiso matar algunas veces, segun se dijo, y no osó, porque siempre le hallaba á recaudo y bien acompañado. Y en este tiempo creció mucho la soberbia de Juan Alonso de la Bandera, de manera que se dijo por cosa cierta que, no contento con ser

Teniente general y Maestre de campo, y la segunda persona, quiso ser primera y matar á su general Don Fernando y serlo él, y hacer á un Cristóbal Hernandez, muy su amigo, Maestre de campo. Que ello fuese ansí ó no, ello se dijo, y Lope de Aguirre se lo dijeron y hicieron creer á D. Fernando; y el que más en esto insistió fué Lorenzo de Çalduendo, Capitan de la guardia, que estaba mal con el dicho Juan Alonso, y competian los dos en amores de la Doña Inés, que habia sido amiga del Gobernador, y entre todos ellos se determinó que habian de matar á Juan Alonso y Cristóbal Fernandez; y un dia que el Juan Alonso estaba en casa de D. Fernando, su General, jugando á los náipes, y Cristóbal Fernandez con él, el cuál juego habia ordenado D. Fernando á efecto que se descuidasen allí y los matasen, como lo hicieron: que en este tiempo, siendo avisado entre él y Lope de Aguirre, con ciertos amigos suyos armados, y con arcabuces, y el D. Fernando tenia tambien apercibidos otros que estaban allí dentro, y ellos y Lope de Aguirre y sus amigos los mataron á estocadas y lanzadas y arcabuzazos; y luego quedó Lope de Aguirre por maestre de campo, como lo era, y D. Fernando hizo Capitan de infantería, en lugar de Cristóbal Hernandez, que ántes lo era, un Gonzalo Guiral, muy su amigo y de su tierra. Con todas estas revueltas, siempre se entendia con gran priesa en la obra de los bergantines.

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En este asiento mataron los indios á Sebastian Gomez, capitan de la mar, y á un Molina, y á otro Villareal, y á otro Pedro Diaz, y á un Mendoza, y á

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otro Anton Rodriguez, andando fuera de campo á buscar de comer y á pescar, porque los dichos tiranos dieron la causa que, estando los indios de aquella provincia de Machifaro ansí de paz, y que venian á rescatar con nosotros, los tiranos, por servirse dellos, los engañaron y hicieron con maña y halagos meter en unos bohíos más de cincuenta dellos en achaque de los querer ver D. Fernando; y, estando dentro, los mataron todos y los cercaron y echaron en prisiones; los cuales, desde á cuatro ó cinco dias, eran todos huidos que no quedó casi ninguno dellos, y con esto se alzaron y mataron los dichos seis soldados; y no sólo se siguió este daño, sino otros muchos, que no volvieron más á rescatar con nosotros, y padesciamos todos necesidad de comida, que ellos primero nos la traian á trueque de bien poco rescate, y de noche nos hurtaban las canoas, y no osábamos salir del campo sino muchos juntos á buscar comida, y primero salian cuatro ó cinco solos. Tambien se dijo, y tuvo por cierto, que Lope de Aguirre, pareciéndole que la gente se podia huir algunos en las canoas, que en las canoas, que teniamos muchas y muy buenas, y que siendo así no podria haber efecto su dañada intencion, él mismo, de noche, encubiértamente, desataba las canoas y las echaba el rio abajo, y publicaba que los indios las hurtaban; y que lo hiciese él ó los indios, en pocos dias, de más de ciento y cincuenta 2 canoas que teniamos, no nos quedaron veinte, las más ruines.

En este tiempo, por consejo del tirano Lope de

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Aguirre, quiso D. Fernando de Guzman que todo el campo le tuviese por General, y para esto, teniendo prevenidos sus amigos y aliados, mandó juntar toda la gente del campo en una plaza, junto á su posada, y estando junta la gente, y el tirano Lope de Aguirre con sus amigos y los de D. Fernando armados, el D. Fernando de Guzman les hizo un razonamiento de la forma siguiente:

<Señores: muchos dias ha que he deseado tratar con vuestras mercedes lo que agora quiero hacer, y es, que yo tengo este cargo de General, como vuestras mercedes saben, y no sé si contra la voluntad de algunos, para lo cual, y para que entre nosotros haya más conformidad, yo, desde agora, dejo el cargo y me desisto dél, y lo mismo harán estos señores oficiales para que vuestras mercedes libremente lo den á quien mejor les paresciere, que sea en provecho y conformidad de todos.» Y dicho esto, hincó en el suelo una partesana que tenia en la mano, en señal que se desistia del cargo, y lo mismo hicieron sus oficiales. Luégo, los amigos del dicho D. Fernando, primero, y tras ellos la mayor parte del campo, dijeron que querian por su General á D. Fernando de Guzman, y el D. Fernando lo aceptó y dió por ello las gracias, y les dijo que cada uno dijese su parecer, y sin ningun temor; que el que quisiese seguir la guerra del Pirú, en que él y sus compañeros estaban determinados, habia de firmar y jurar de la seguir, y obedescer á su General y capitanes en lo que se les mandase; y que si fuesen tantos que pudiesen y quisiesen buscar la tierra y poblarla, que

I le tuviese y eligiese.

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