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todos sus amigos estaban muy pesarosos, y que por lo tanto, le rogaba encarecidamente que diera su consentimiento para que él hiciese quedarse á la susodicha dama, y que sabria encontrar modo y traza de que élla ni nadie entendiesen que el mismo Gobernador habia convenido en que aquélla no le acompañase, que él tomaba este asunto á su cargo, y que sólo queria saber que en éllo no le contrariaba. Orsúa no contestó sobre este punto á su buen amigo Añasco; ántes bien persistió en su deseo de que la hermosa Doña Inés le siguiese.

En la otra carta, el antiguo y experto Capitan manifestó á su amigo que por diez hombres más ó ménos no dejaría de hacer su jornada, y que por su bien le advertia que no llevase consigo á ciertos soldados y que los apartase luego de sí, porque eran bulliciosos y mal contentadizos, nombrando particular y expresamente á Lope de Aguirre y á otros de sus turbulentos compañeros. Ignórase lo que el Gobernador contestó á esta carta; mas lo cierto fué que sólo expulsó de sus filas á uno de los nombrados, y que precisamente los otros fueron más tarde los feroces asesinos del confiado é infeliz Orsúa.

II.

Con tales noticias prévias, por más que sean harto sucintas, en gracia de la brevedad, entendemos que ya tiene el lector los datos suficientes para formar exacto juicio de la importante cuestion crítica que vamos á debatir, y que por su propia índole constituye el ob

jeto principal de la presente ADVERTENCIA. Trátase de fijar con la posible certidumbre, quién es el verdadero autor de la interesante RELACION que hoy publicamos. Existen en la Biblioteca Nacional dos manuscritos de letra del siglo xvi, el uno marcado con la signatura J.-142, y el otro con la de J.-136. El fondo y áun el texto, en general, de ambos escritos, con algunas variantes que se citan al pié de cada página, es el mismo; es decir, que los dos refieren la jornada de Pedro de Orsúa á Omagua y al Dorado. La disposicion, la trama, la urdimbre, el contexto y hasta los párrafos de ambas RELACIONES son completamente idénticos, y á esta importantísima circunstancia se debe el que podamos apreciar del modo más concreto y definido el carácter y naturaleza de las variantes ó interpolaciones del un manuscrito con respecto al otro.

Esta sencilla observacion nos conduce á afirmar, sin riesgo de equivocarnos, que el trabajo primitivo y original fué uno sólo, y que despues se hicieron en él todas aquellas alteraciones que más podian convenir á los fines del que pretende aparecer como autor, bien que de una manera indirecta, sin confesarlo paladinamente, y dejando al lector que lo deduzca del contexto del escrito. Ahora bien, si conseguimos explicar satisfactoriamente los verdaderos móviles que inspiraron las indicadas interpolaciones, habrémos encontrado la solucion del problema propuesto.

Así, pues, debemos examinar atentamente la tendencia y contenido de las variantes, á fin de comprender bien el espíritu que las dictó, y colocados ya en este punto de vista, desde luego advertimos que el

propósito del autor de todas las modificaciones contenidas en el ejemplar J.-142, se dirige á exaltar la personalidad y el carácter de Pedrárias de Almesto, que es el mismo que pretende pasar por autor del manuscrito que publicamos, en tanto que en el ejemplar J.-136 se suprime casi todo lo que se refiere al dicho Pedrárias, ó no se cuenta en términos tan lisonjeros para éste, de modo que no puede caber duda en que las enmiendas ó adiciones están hechas con el designio indicado. En efecto, el ejemplar J.-136, en el último folio (117 vuelto), dice lo que sigue: «Esta RELACION hizo un soldado llamado el Bachiller Francisco Vazquez, soldado del dicho tirano, uno de los que no quisieron jurar á D. Fernando de Guzman por Príncipe, ni desnaturalizarse de los reinos de Castilla, ni negar á su Rey y señor. Puédesele dar crédito á todo lo que escribe, porque fué hombre honrado y de crédito, y vino con el dicho tirano hasta la ciudad de Barequicimeto, donde mataron al dicho tirano, y siempre el tirano le trató á los demas que bien muy no quisieron ser en el rebelion', y fué la causa, como hemos dicho, que primero que se rebelasen el dicho tirano y el D. Fernando, amonestaron á todo el campo que el que quisiese de su voluntad ser en el dicho rebelion, lo dijese, y el que no, tambien, que allí no se les hacia fuerza; por la cual causa los que fueron rebeldes contra su Rey y señor, no tuvieron excusa y son dignos de todo castigo.»

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} Este buen tratamiento debe entenderse con alguna restriccion, pues que Aguirre dió muerte à Juan Cabañas, que fué uno de los tres soldados que manifestaron clara y abiertamente á los rebeldes que no los querian seguir contra el servicio del Rey.

Esta declaracion es terminante y reune todos los caractéres apetecibles de sinceridad, espontaneidad y veracidad que pueden y deben exigirse en cualquiera escrito. La circustancia de ser Bachiller el soldado que hace la RELACION, añade á este juicio nueva fuerza y eficácia. Tambien deben tenerse en cuenta los pasajes concordantes ó paralelos, como les llaman los críticos, y en este concepto, entre otros que pudieran concurrir al mismo propósito, citarémos el párrafo que se inserta al pié de la pág. 29 como variante del ejemplar J.—136, y que dice así: «En este pueblo (Machifaro) hizo el gobernador Pedro de Orsúa, por sola su autoridad, Provisor y Vicario de la jornada á un clérigo, llamado Alonso Henao, diciendo que, por el derecho del patronazgo que Su Majestad tiene en estas partes de las Indias, y en todas las iglesias y obispados de ellas, y dignidades y otros beneficios, que él, como su Gobernador y que tenia sus reales poderes, en defecto de Perlado, podia nombrar Provisor. Y la primera cosa que hizo el Sr. Vicario, despues de aceptado el cargo, fué descomulgar, á peticion del dicho Gobernador, á todos los soldados que le fuesen á cargo alguna cosa, así de herramientas, hachas, machetes, azuelas, barrenas, clavos y otras herramientas, y ganados de cabras, puercos y gallinas y otras cosas, que luégo lo manifestasen ó trajesen ante él, lo cual fué muy murmurado en el campo, y áun altercado entre algunos soldados que presumian de letras, diciendo que el Gobernador no lo pudo hacer, ni el clérigo aceptar. Túvose á gran poquedad, y decian sus émulos, que sólo para este efecto le habia nombrado por Vicario, y no por otro fin ni provecho de los soldados.»

¿Quien no vé aquí al Bachiller haciendo notar su competencia para discutir y áun resolver la cuestion en sentido negativo? Pero como este pasaje, no solamente no le convenia á Pedrárias de Almesto, sino que tambien pudiera perjudicarle, ya por terciar en una disputa delicada, ya por suministrar indicios ó circunstancias que no se acomodasen del todo á su persona, lo suprimió sin contemplacion alguna, como tantos otros. Nótese además la especie de censura con que termina el párrafo, diciendo que se juzgó mezquino el fin con que se hizo el nombramiento del Vicario. Esta apreciacion revela noble independencia en el Bachiller para juzgar con estricta imparcialidad todos los actos, siquiera fuesen del mismo Pedro de Orsúa, á quien, por otra parte, siempre trata conmarcada benevolencia.

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Vamos haciendo todas estas observaciones, que no parecerán pequeñas ó livianas, si se considera que con éllas es necesario reconstruir el carácter moral del Bachiller Francisco Vazquez. En cuanto á Pedrárias, desde luego se comprende que tampoco desease autorizar aquella censura por no aparecer demasiado inflexible ó severo para con Orsúa, del cual intentaba presentarse en esta RELACION como el más íntimo familiar de sus amigos, y el que merecia su confianza hasta el punto de dormir en su mismo aposento, y pasarse largos ratos departiendo con él en las altas horas de la noche, de lecho á lecho, cerca el uno del otro, segun afirma en el pasaje donde refiere la trágica muerte del dicho gobernador Orsúa, la cual se relata en el ejemplar J.-142 de la manera que sigue: « Estaba este pueblo alzado sin gente por temor de noso

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