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Imprenta de MIGUEL GINISTA Campomanes, 8.

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NÚM. 200.

Sr. D. José Jorge Daroqui.

ADVERTENCIA PRELIMINAR.

C

I.

UANDO la Providencia quiere atraer la civilizacion á otras regiones, oculta siempre en éllas el tesoro de un nuevo y anhelado vellocino. El eterno argonauta de la historia busca sin cesar las codiciadas manzanas de oro, que guarda en su recinto el maravilloso jardin de las Hespéridas. España fué en otro tiempo, para los fenicios y los griegos, la tentadora Hespérida que atraía la civilizacion hácia Occidente, como la vírgen América fué más tarde para los españoles el soñado paraíso de inefables venturas y riquezas. El oro, cuando no la gloria, es el único aliciente bastante poderoso para incitar al heróico aventurero de los descubrimientos, á que abandone su patria por los peligros de lejanas conquistas.

Misteriosas concausas, sorprendentes profecías, extrañas ilusiones y fantásticas leyendas suelen concurrir á la formacion de opiniones populares, alguna vez infundadas, otras veces muy razonables, pero que siempre ejercen un influjo activo y eficaz en la con

ducta de los hombres y en la realizacion de los hechos más importantes de la historia. Tales son las maravillosas relaciones respecto á la antigua Atlántida de Platon, á la isla de San Brandan y á la de las Siete Ciudades; relaciones que, unidas á los famosos versos de Séneca en su Medea, fueron como otros tantos proféticos anuncios del descubrimiento del Nuevo Mundo.

En el siglo xvi hubo aventureros que acometian empresas tales, como las de buscar la mágica fuente de la Salud, el templo de oro de Doboyba, los sepulcros tambien de oro de Zenú y aquel fabuloso rio, que llamaban El Dorado, cuyas arenas eran piedras preciosas, y de cuyo fondo se sacaban pesados tejos de lu

ciente oro.

Bajo el influjo de tan seductores ensueños, la region más pobre y malsana del istmo de Panamá fué denominada Castilla del Oro, y al poderoso incentivo del preciado metal se debió el descubrimiento del mar del Sur por Vasco Nuñez de Balboa; la conquista del Perú por Francisco Pizarro, y la famosa jornada de Pedro de Orsúa á Omagua y al Dorado, cuya interesante RELACION hoy damos á la estampa.

Ya desde muchos años atrás corrian por el Perú estupendas noticias acerca de las auríferas regiones que el capitan Orellana y sus compañeros aseguraban haber visto cuando bajaron en un tosco bergantin por el Marañon ó rio de las Amazonas, que éste nombre le dieron sus primeros exploradores. Confirmaron más tarde aquellas incitantes nuevas ciertos indios brasileños que arribaron al Perú, cuando allí se hallaba el insigne presidente Pedro de la Gasca, es decir,

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