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por los años de 1548. Los referidos indios afirmaron que habian salido de sus tierras como unos doce mil, con sus mujeres é hijos, y embarcándose en muchas canóas subieron por el gran rio Marañon, y tardaron más de diez años en llegar al Perú, en número de trescientos con algunas mujeres, porque los demás habian perecido en las guerras y trabajos que sufrieron. Contaban maravillas de su prolongada excursion; у, sobre todo, se hacian lenguas de una famosa provincia, llamada Omagua, ponderando sus grandes riquezas.

Tales fueron los antecedentes que motivaron la resolucion de D. Andrés Hurtado de Mendoza, tercer marqués de Cañete, virey del Perú, disponiendo la jornada de Pedro de Orsúa para la conquista de los omeguas en aquellas apartadas y desconocidas regiones. La presente RELACION contiene los descubrimientos que hicieron aquellos revoltosos y fieros expedicionarios, que asesinaron á su jefe Orsúa y desistieron de buscar la tierra de Omagua, proponiéndose regresar al Perú y mover allí guerra en rebelion contra el rey de España. Contiene además este manuscrito las inauditas crueldades que llevó á cabo el feroz Lope de Aguirre, quien se hizo caudillo de aquella gente, asesinó á muchos de sus secuaces y á D. Fernando de Guzman, á quien habian proclamado por su Príncipe; arribó á la isla Margarita, y allí dió muerte á su gobernador, D. Juan de Villandrando ', y á otros

1 Era gobernadora perpétua de la isla Margarita, Doña Aldonza Manrique, y en nombre suyo desempeñaba este cargo su yerno, el referido Villandrando.

cuatro más, entre éllos al regidor Cáceres, que era un viejo manco y tullido, y despues de robar á los vecinos, matando hasta once de éstos, dos frailes y dos mujeres, y quitando además la vida á catorce de sus mismos compañeros, el sanguinario Jefe determinó embarcarse con su gente para la Burburata, situada en Tierra-Firme, llevando el intento de atravesar todo el territorio de Venezuela y de Nueva-Granada, á fin de pasarse desde allí al Perú, adonde con particular empeño deseaba llegar, pensando apoderarse de aquel país y sustraerlo en su provecho á la dominacion de la Corona de Castilla.

La singularidad del carácter de Lope de Aguirre, mezcla rarísima y extraña de encontradas calidades, así como tambien el objeto principal que nos hemos propuesto en la presente ADVERTENCIA, nos obligan á entrar en algunos pormenores referentes á la historia de este feroz caudillo. Era Lope de Aguirre natural de la villa de Oñate, y en su mocedad embarcóse para el Nuevo Mundo, como tantos otros aventureros, y arribó al Perú en busca de fortuna y por valer más con la lanza en la mano, segun él mismo dice en su atrevida y singularísima carta al rey Felipe II. Al principio siguió el estandarte Real á las órdenes de Diego de Rojas, y despues sirvió con el capitan Pedro Alvarez de Holguin, bajo el mando del gobernador Vaca de Castro; pero más tarde fué uno de los partidarios de Gonzalo Pizarro, cuando éste se sublevó contra el virey Blasco Nuñez de Vela, el cual pereció miserablemente en la batalla de Añaquito.

Vencido á su vez Pizarro por la prudencia y habilidad del presidente la Gasca, que le condenó á mo

rir decapitado, Lope de Aguirre, que á la sazon se hallaba en Nicarágua, logró escaparse de la persecucion de las autoridades; mas con otros de sus turbulentos compañeros no desistió de urdir asonadas y motines que no tuvieron efecto, hasta que al cabo de dos años tomó parte en la rebelion promovida por D. Sebastian de Castilla, y entónces fué uno de los que mataron al general Hinojosa, corregidor de las Charcas. Deshecha la rebelion y muerto su jefe Castilla, fué perseguido Aguirre como una de las principales cabezas del motin, y anduvo mucho tiempo fugitivo y oculto para sustraerse á las tenaces pesquisas del mariscal Alonso de Alvarado, que con gran diligencia le buscaba á él y á otros muchos de sus cómplices en la sedicion referida.

Por fortuna para el bullicioso Aguirre y sus camaradas, ocurrió el alzamiento de Francisco Hernandez Giron, y á fin de evitar que la insurreccion tomase mayores proporciones, la Audiencia del Perú, en nombre del Rey, publicó un indulto general para cuantos se hubiesen hallado en otras asonadas; pero con la precisa condicion de que todos los agraciados habian de seguir el estandarte Real, sirviendo en la guerra contra el dicho Hernandez Giron. Aprovechóse Lope de aquella inesperada y feliz coyuntura, y á trueco del perdon ofrecido, asistió á la indicada guerra bajo las órdenes del mismo Alvarado que antes le perseguia, y en la batalla de Chuquinga fué mal herido en la pierna derecha.

Despues de la derrota y último suplicio del rebelde Hernandez, el inquieto Aguirre, léjos de escarmentar en cabeza agena y vivir tranquilo y seguro á la sombra

de la reciente amnistía, volvió de nuevo á sus antiguas mañas, tramando conspiraciones de acuerdo con otros revoltosos, y particularmente con un tal Lorenzo Salduendo, uno de sus amigos, á quien él más adelante dió muerte; y habiéndose cundido por entonces que el domador de caballos, que tal era el oficio de Lope, concertaba un motin contra la autoridad del Rey, fué preso en el Cuzco y estuvo á pique de ser ahorcado; pero aunque logró escaparse de aquel peligro, no pudo evitar que lo desterrasen; y viéndose vigilado, perseguido y mal quisto de todos, resolvió concurrir á la jornada del gobernador Pedro de Orsúa, que á la sazon levantaba gente para la expedicion que el Virey habia confiado á su valor y pericia.

Era Orsúa mancebo de hasta treinta y cinco años, de gentil disposicion, bien que de mediana estatura, de miembros proporcionados, rostro hermoso y alegre, y barba taheña ó algo roja, muy roja, muy bien puesta y poblada. Se aventajaba notablemente en el manejo de las armas, era muy diestro jinete y estaba dotado de ánimo valeroso. Tenia muy buena conversacion y con élla sabia atraerse las voluntades, tratando siempre á sus soldados con afabilidad y decoro. Cuidaba mucho del atavío y adorno de su persona, y era muy enamorado, aunque honesto y prudente en no tratar de mujeres ni en alabarse de sus triunfos, como acontece á muchos galanes presumidos y deslenguados. Esta vehemente inclinacion amorosa fué sin duda la causa principal de su perdicion y ruina.

Sucedió, pues, que hallándose en el pueblo de Santa Cruz para preparar su partida Pedro de Orsúa, vino á reunirse con él una dama jóven y muy her

mosa, llamada Doña Inés de Atienza ', la cual era su amiga, y debia seguirle con otras dueñas á la remota y peligrosa jornada. Grande impresion de escándalo produjo esta noticia en el campo de los españoles, y en vano los amigos del Gobernador le representaron con muy atendibles razones la inconveniencia de su conducta, que á causa del mal ejemplo, se prestaba á los maliciosos y desvergonzados chistes de la soldadesca; que podia originar la desestimacion de su gente; que ciertas hablillas en los corrillos de los soldados no se pueden reprimir; que, si por el contrario, pretendia castigarlas, seria tan imposible como poner puertas al campo; que además la represion podia ser harto peligrosa; que el buen gobierno de todos padeceria mengua con aquella constante distraccion, y, por último, que por aquel mal camino era muy de temer que ocurriesen desmanes y motines, que desdorasen su nombre, disminuyesen su autoridad y hasta malograsen el éxito de la proyectada y gloriosa empresa.

Pero el Gobernador permaneció inflexible en su propósito, ni tampoco hizo caso de dos cartas que le escribió un grande amigo suyo, caballero principal del Perú, llamado Pedro de Añasco, el cual habia sido repetidas veces capitan del Rey, por cuyo motivo tenia mucha experiencia y conocimiento del carácter, mañas é intenciones de algunos de los aventureros de aquel país. El citado Añasco, en una de las referidas cartas, decíale á Orsúa que la ida de Doña Inés, su amiga, era causa de mucho escándalo, y por la cual

I Era natural de Lima ó de Trujillo, hija de Blás de Atienza, y ya entonces estaba huérfana y no tenia más amparo que el de Orsúa.

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