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CONSTITUCIONES FORALES

DE

NAVARRA, ARAGON, CATALUÑA Y VALENCIA.

CAPITULO PRELIMINAR.

¿Quiénes comenzaron la reconquista de España despues de la invasion sarracena? ¿Quiénes fueron los conservadores de la verdadera nacionalidad española ?

Desde la venida de Túbal, nieto de Noé y primer poblador de España, al decir de las historias, ántes del terrible estrago de la irrupcion sarracena, que dió márgen á la gloriosa formacion de los esclarecidos Estados cuyas antiguas instituciones vamos á reseñar, nuestra península apuró crueles amarguras y sufrió calamidades sin cuento, cebándose en ella las hambres, las pestes y las guerras.

Entregada á toda suerte de horrores bajo el despotismo de Gerion, que destronó á los descendientes de Túbal y fué á su vez muerto por Osíris en los campos de Tarifa; padeciendo luego en los oscuros tiempos de Hespero, Hispalo, Atlas, Sículo, etc., los daños de las contínuas luchas originadas por las régias ambiciones; presa despues y sucesivamente de fenicios, cartagineses y romanos, para quienes fué nuestra patria, durante siglos, ensangrentado campo de batalla, y por último, invadida la Península por los godos; la raza española peleó heroicamente, aunque en vano, unas veces contra la astucia, otras contra la multitud de sus enemigos, que apetecian establecerse ó trataban de explotar la riqueza de nuestro codiciado suelo, objeto constante de la sórdida avaricia de los extranjeros.

La dominacion de éstos en España, sin embargo, nunca fué completa, á pesar de todas las ventajas que á su favor contaron.

Siempre existió un número, más ó ménos reducido, de españoles que resistió con las armas y supo mantenerse libre de todo yugo

extraño. El Pirineo, entre sus agrestes asperezas, guarda sagradas comarcas que jamas profanó la planta de conquistador alguno.

Habian trascurrido más de dos siglos desde la invasion de los bárbaros del Norte; faltaba apénas otro para que concluyese su imperio, y todavía Suintila no pudo establecer sino en las márgenes del Ebro la más avanzada de sus fortalezas, con el propósito, nunca logrado, de sujetar á los naturales de parte de las regiones que se denominaron despues Ribagorza, Sobrarve, Urgel y Cerdania, asiento de los que habian de llamarse más tarde vizcainos, navarros (1), aragoneses (2) y catalanes (3).

El resto de la Península fué sometido por los bárbaros, siendo Astúrias y alguna porcion de sus comarcas limítrofes las últimas regiones que se sujetaron casi al espirar la dominacion gótica, pues apénas la quedaban cuarenta años de vida, durante el reinado de Wamba.

Perdida por D. Rodrigo, último rey de los godos, la célebre batalla de Guadalete,

que puso término á aquellos siglos de oscuras proezas, de horrendos crímenes, de pillaje, desórden é iniquidades con que su raza dejó manchada la historia, nuestros indomables montañeses de esta parte del Pirineo sólo tuvieron que cambiar de enemigos, esgrimiendo contra los árabes, vencedores de D. Rodrigo y de su raza, las mismas armas de que se estaban sirviendo tan valerosamente, hacía siglos, para la defensa de la patria.

Así es que la vulgar creencia, fomentada por gran número de escritores, generalmente castellanos, y de la cual en nuestra juventud hemos participado nosotros mismos, de que la gran epopeya de la reconquista empezó con las proezas de D. Pelayo, príncipe de estirpe goda, atribuyendo á los astures la iniciativa de la resistencia y llamando á la cueva de Covadonga cuna y orígen de la nacionalidad española; en perjuicio de la gloria de nuestras comarcas y de los caudillos navarros, aragoneses y catalanes, que se habian alzado mucho ántes, ó, mejor dicho, que nunca dejaron de empuñar las armas ni

reposaron un punto en la defensa del patrio suelo contra toda dominacion extraña, es completamente inexacta, y debe ser formalmente refutada; porque dicha falsa suposicion suele explotarse y tiene su trascendencia, siquiera sea moral, en cuestiones importantes, no del todo ajenas al objeto de este libro.

Para probar nuestro aserto, basta recordar las circunstancias que concurrieron en la insurreccion de los cristianos de Astúrias, admitiendo que tuviese lugar el año 716, 6 sea dos despues de la batalla de Guadalete, como refiere Mariana, y prescindiendo de la fecha, más favorable y fidedigna para nosotros, consignada en el prólogo del fuero de Sobrarve.

El mismo historiador, nada sospechoso á los astures y castellanos, suministra puntual noticia de aquellos hechos. Por él sabemos que, con ocasion de estar los bárbaros (los moros) ocupados en la guerra de Francia, las reliquias de los godos que escaparon de aquel miserable naufragio de España, y reducidos á las Astúrias, Galicia y Vizcaya, tenian más confianza en la aspereza de aque

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