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que dieron al marqués D. Francisco Pizarro, con los que allí habia, se fué á la ciudad de la Frontera y mandó juntar los Regidores. Con voluntad y consentimiento de todos ellos fué recibido por Justicia mayor é Capitan general del Rey, contra cualesquier que quisiesen ocupar el reino sin su voluntad Real; é luégo alzó bandera en su Real nombre é se publicó por enemigo de los de Chile. Y hechas estas cosas por el Capitan, mandó llamar ante sí todos los caciques de la comarca, é les habló muy amorosamente, diciéndoles que ya sabian la muerte que los de Chile habian dado al Marqués, y que pues ellos habian sido dél siempre bien tratados, que les rogaba que tuviesen por todos los caminos espías, é que si viniesen algunos españoles le avisasen, é que no tuviesen en ello descuido. Los caciques respondieron que harian todo aquello que les mandase, y juntos los que habian venido de Guanuco, y por todos recibido por Capitan, mandó que se pertrechasen de armas y que fuesen hechas picas é lanzas; y de plata y de fierro se hacian coseletes, y celadas, y barbotes, y manoplas, y todas las armas que le eran necesarias, para que, si los de Chile viniesen, los hallasen apercibidos é no los pudiesen enojar. É todos hacian con gran voluntad lo que por el capitan Alonso de Alvarado les era mandado.

Viendo Alvarado la voluntad que veia en la gente que con él estaba para servir á S. M., y su grande ánimo, y teniendo aviso de la venida del licenciado Vaca de Castro, le hizo mensajeros para hacerle saber como habia alzado bandera por el Rey, y tenia juntos doscientos hombres bien armados é aderezados, y con voluntad de servir á S. M. y castigar la grande atrocidad hecha en Los Reyes, en la muerte que dieron al Marqués, y que con gran diligencia apresurase el camino y viniese con brevedad allí, donde él con aquellos servidores del Rey le estaban aguardando; que era parte dispuesta para defenderse de los enemigos por la aspereza de las grandes sierras é muchos rios que habia, é que asimesmo los que quisiesen acudir á la voz del Rey podrian venir sin peligro. É avisado de estas cosas y de otras el mensajero que fué, que

habia por nombre Pedro de Orduña, se partió en busca de Vaca de Castro. Y despachado este mensajero, Alvarado hizo otro mensajero á Moyobamba, al capitan Juan Perez de Guevara, qué con ciertos españoles habia ido á poblar aquellas provincias, para que, dejando la nueva poblacion que estaba haciendo, se viniese luégo para él, porque el reino estaba puesto en gran confusion por haber los de Chile muerto al Marqués en la ciudad de Los Reyes; sabida esta nueva salian de todas partes á meterse debajo de la bandera del leal Capitan. Y viendo Alonso de Alvarado cómo crecia su poder, acordó de enviar á la ciudad de Trujillo á Iñigo Lopez Carrillo, con otro soldado, para que con dinero que les dió pudiesen mercar algunas armas y caballos secretamente, por mano é industria de los amigos que él tenia en aquella ciudad; y con mucha priesa anduvieron hasta llegar á Trujillo estos dos, dejando de trecho á trecho indios para que pudiesen dar mandado é aviso de lo que fuese menester. É ya que llegaban junto á la ciudad dejaron escondidos los indios de las Chachapoyas que consigo traian, y ellos se entraron en un monasterio de la Merced, é á los frailes que allí estaban dieron cuenta de su venida é cartas que les traian del capitan Alvarado; é los frailes se dieron tal maña que compraron algunas coracinas y cotas é otras armas, é fierro para hacellas en la ciudad de la Frontera, en lo cual se gastó mucha suma de dineros á costa del capitan Alvarado. Y despues que lo hobieron comprado y tenian aparejado, con los indios que habian traido de las Chachapoyas las sacaron de noche de la ciudad, y se partieron adonde estaba Alvarado, dejando cartas, que el Capitan escribia al Cabildo é á otras partes é personas principales de aquella ciudad, por las cuales les persuadia, que, abor reciendo la amistad de D. Diego, pues so color de vengar la muerte de su padre habia ocupado el reino con gran tiranía, se viniesen á juntar con él, porque, llegado Vaca de Castro, se hiciese castigo en D. Diego. En este tiempo era Teniente por Almagro, Villafranca, é tuvo aviso de como el capitan Alonso de Alvarado habia alzado bandera por el Rey.

Todo esto que habemos contado pasó primero que García de Alvarado viniese á Trujillo, porque por guardar la órden se puso como va, y porque no es inconveniente, como la historia aclare la verdad del suceso; y áun tambien podremos decir, que sabido por García de Alvarado la venida de Carrillo, y la llevada de las armas, lo sintió grandemente y envió tras él algunos de á caballo, mas no lo pudieron tomar.

CAPÍTULO XXXVI.

De cómo D. Diego de Almagro escribió al capitan Alonso de Alvarado, sin saber que habia alzado bandera, y le envió provision de Teniente, y de la muerte de Orihuela.

En los capítulos precedentes hicimos narracion como Don Diego de Almagro, por consejo de Juan de Herrada é Cristóbal de Sotelo y de otros, habia determinado de escribir al capitan Alonso de Alvarado á la ciudad de la Frontera, donde era Teniente por el Marqués; é, poniéndolo por obra, le escribió una carta muy graciosa, dándole por ella cuenta de la muerte del Marqués, y como los del Cabildo de la ciudad de Los Reyes le habian recibido por Gobernador, y en todos los demas pueblos é ciudades del reino habian hecho lo mesmo; é pues él era caballero, y sabia la razon que él tuvo de vengar la muerte de su padre, que no quisiese serle contrario, ántes se mostrase su amigo, y el cargo que tenia de mano del Marqués lo quisiese recibir de la suya, como allí se lo enviaba, quedando con deseo de acrecentalle la honra é hacienda. Con esta carta le envió una provision de Capitan é Teniente de gobernador en aquella ciudad; y porque aceptase el cargo é no hobiese alguna mudanza, como tenian en su poder al secretario Antonio Picado, é supiesen cuán gran amigo era de Alvarado, le hicieron que le escribiese una carta á su gusto, dando por ella á entender que D. Diego de Almagro habia acertado en la muerte que dió al Marqués, por la ingratitud que tuvo con su padre, é por la crueldad con que trataba á los de Chile, é que pues todos los tenientes y capitanes del Marqués le habian obedecido é cumplido sus mandamientos, que hiciese él lo mesmo, porque, no haciéndolo, Dios seria muy deservido

y S. M., y los naturales muy fatigados. Y con estas cartas escribió Juan de Herrada otra, casi diciendo lo mismo, é las enviaron á la ciudad de la Frontera, adonde, como por el capitan Alonso de Alvarado fueron vistas, recibió muy grande onojo, respondiéndoles conforme al mal que habian hecho, é no á las palabras dulces que le escribieron.

En la ciudad de Los Reyes comenzaba á haber algunas envidias entre los mesmos de Chile, y al doctor Juan Blazquez, que estaba retraido en Santo Domingo, le sacaron é le tenian preso en las casas de Antonio Picado, adonde estuvo algunos dias; y el obispo Fray Vicente de Valverde vino á la ciudad del Cuzco muy pesante por saber la muerte del Marqués, y como halló á su hermano, el Doctor, preso, recelándose que los de Chile le habian de matar, en un pequeño navío que habia en el puerto, fingiendo que iba á caza, se metió en él con su hermano, el doctor Juan Blazquez, é con otras algunas personas, con propósito de ir á buscar al presidente Vaca de Castro, y en la isla de la Puna salieron los indios y le mataron á él, é al Doctor, é á otros diez y seis españoles. Y tambien salieron de la costa para ir al Quito veinte españoles, tratantes, con mucha mercadería, y un cacique llamado Chaparra, en la region de Carrochamba, salió para ellos y los mató á todos sin nenguno quedar, y les tomó toda la mercadería que llevaban. Volvamos á decir de lo que pasó en la ciudad de Los Reyes, y de la muerte de Orihuela, diciendo primero lo que hizo García de Alvarado; y fué que, como ya contamos, partió de la ciudad de Trujillo para ir á San Miguel, y en el valle de Xayanca dejó la gente toda que llevaba, y con veinte de á caballo solamente se partió para la ciudad, adonde puso la justicia de ella por Almagro, y tomó el oro de los difuntos, y los caballos é armas que pudo haber, é prendió al licenciado Leon porque le tuvo por sospechoso. Y como ya hobiese algunos dias que Alonso de Alvarado hobiese alzado bandera por el Rey, súpose en todo el reino, é fué muy grande la turbacion que recibieron los de Chile, porque, como fuese la autoridad de Alvarado mucha, pesábales de que se hobiese declarado por su

TOMO LXXVI.

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