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CAPÍTULO XLVII.

De cómo el gobernador Cristóbal Vaca de Castro, yendo caminando á la ciudad del Quito, allegado á un pueblo llamado Carangue, recibió cartas del capitan Alonso de Alvarado, y supo como estaba alzado contra Almagro y en nombre del Rey, de lo cual recibió mucho placer.

Mucho deseaba el gobernador Vaca de Castro verse ya en el Quito, para sacar gente é para tener entero aviso de las cosas de arriba; y luego, dándose priesa á caminar, anduvo tanto que allegó al pueblo de Carangue, que está del Quito catorce leguas, y allególe un mensajero con nuevas de que no poca alegría recibió. Vistas las cartas que traia, supo que estando por Teniente del Marqués en la ciudad de la Frontera el capitan Alonso de Alvarado, luégo que supo su muerte, teniéndolo por caso feo é que S. M. de ello era deservido, alzó bandera en su Real nombre, y habia allegado la más gente que habia podido, y estaba con toda ella metido en una parte fuerte é aparejada para se defender, y muy dificultosa para los enemigos querer hacerles daño; y supo muy por entero todas las cosas que ya contamos, que el capitan Alonso de Alvarado. le envió á decir. Y por todos los que con el gobernador Vaca de Castro venian fueron vistas las cartas y oida la nueva, teniendo por buen principio lo que Alvarado habia hecho y por nueva alegre. Luégo tornó á toda furia á despachar el mesmo mensajero á las provincias de las Chachapoyas, ó adonde Alvarado estoviese, enviando el treslado de la Cédula real y escribiéndole graciosamente, engrandeciendo el hecho que habia hecho en alzar bandera por el Rey, é que de caballero de tan gran ser como él era no se habia de esperar ménos de

lo que por él habia sido hecho, é que enviase aviso de su ida á Los Reyes é á la ciudad del Cuzco, é á las demas partes del reino. Despachado este mensajero, el gobernador Vaca de Castro allegó á la ciudad del Quito, adonde fué recibido muy honorablemente é con gran solemnidad por Gobernador é Capitan general; y luego que hobo tomado en sí la ciudad tornó á despachar más mensajeros por todo el reino, para que supiesen su llegada á él, é como ya quedaba en Quito.

Diego Maldonado, el vecino del Cuzco, como allegase á la costa y en los pueblos marítimos de ella supiese la muerte del Marqués, y como D. Diego se habia nombrado Gobernador, pareciéndole no convenir pasar adelante, se vino al Quito á se juntar con el gobernador Vaca de Castro, y lo mesmo hizo Diego de Peralta y otros vecinos del Perú. Y aunque el adelantado Belalcazar venia con él, teniendo entendido no venir de voluntad por las causas que atras se han contado, siempre tomaba el parecer de Lorenzo de Aldana y se guiaba por su consejo. Pues la fama veloz en breve dió noticia en las ciudades marítimas de Puerto Viejo, é Guayaquil, é San Miguel, de la llegada de Vaca de Castro al Quito, y de como estaba recibido en él por Gobernador, é que hacia lamamiento de gente; é muchos, con deseo de servir á S. M., se iban á le buscar, é otros, que habian estado neutrales, acuerdan de acudir á la voz del Rey é á su servicio, é así vinieron al Quito á juntarse con Vaca de Castro para le servir é acompañar. É como tuvo nueva que Gonzalo Pizarro habia entrado á descubrir la Canela, con más de doscientos hombres y entre ellos muchos soldados viejos é que entendian la guerra, por la haber usado, llamando á un Gonzalo Martin, vecino de aquella ciudad, conquistador antiguo, le mandó que con veinte ó treinta hombres bien aderezados entrase en la Canela, por el camino que habia él ido, y con diligencia procurase de le dar aviso de como el Marqués, su hermano, habia sido por los de Chile muerto, y como él venia en nombre del Rey á gobernar la provincia é hacer justicia en los que hobiesen delinquido, por tanto, que luégo, con la gente que tenia, saliese en su favor para ir á cas

tigar á D. Diego lo que habia hecho. Mas aunque este Gonzalo Martin procurase dar aviso á Pizarro no pudo dar con él. Tambien supo el Gobernador como en las provincias de Bracamoros estaba el capitan Pedro de Vergara con gente, é despachó á un Sandoval con ocho ó diez españoles para que fuese á dalle aviso de su venida, y de que convenia al servicio del Rey que saliese luégo con la gente que tenia para ir á la ciudad de Los Reyes contra D. Diego, que la tenia ocupada; y, aunque estaba la provincia de Chaparra é los Paltas alzados, y eran aquellos bárbaros muy osados, Sandoval, con los que con él iban, pasó por todos aquellos pueblos y caminos tan fragosos, que atraviesan por las encumbradas sierras, hasta que allegó adonde estaba el capitan Vergara, é le denunció la nueva que llevaba, é lo que habia sucedido en la tierra; y como por él fué sabido, deseando servir al Rey é hallarse contra los que al Marqués mataron, se aparejaba para salir de allí.

CAPÍTULO XLVIII.

De las cosas que más fueron hechas por el general Peralvarez Holguin, y de cómo salió del Cuzco.

Ya contamos en los capítulos precedentes como Peralvarez Holguin fué recibido en la ciudad del Cuzco por General, y de cómo habia llegado allí D. Alonso de Montemayor con despachos de D. Diego; y aunque antes de allegar al Cuzco le escribió é hizo saber de su ida, y á lo que le habia enviado D. Diego, no se tenia de él confianza, porque conociendo que el adelantado Almagro le tuvo siempre en mucho, y fué con él á Chile, y que se habia hallado en las Salinas de su parte, temíase que procuraria de allegar alguna gente para acudirle. É porque D. Alonso intentó de se huir de la ciudad del Cuzco, porque, antes que allí viniese Peranzures, le dijeron que venian en su compañía, de la Villa de Plata, algunas personas no muy bien con él, temiendo, en tiempo revuelto, quisiesen matarle, se habia procurado de ir; mas luégo Peralvarez le tornó á haber á sus manos, é le mandó prender, haciendo á su persona el tratamiento que merecia. É llegado Peranzures, é nom. brados los capitanes, se hallaron trescientos hombres de á caballo, y piqueros, é arcabuceros, y escopeteros. Y como tuviesen nueva de que S. M. habia nombrado por Juez al licenciado Vaca de Castro, y áun que habia arribado al puerto de Buenaventura y ya era tiempo de estar en el Quito, determinaron de salir de la ciudad del Cuzco, dejando en ella la justicia en nombre del Rey, con la gente que vieron que bastaba, con propósito, que si Almagro é los que seguian su opinion saliesen al camino, de les dar la batalla, é si no, ir hasta que se pudiesen juntar con Vaca de Castro adonde quiera que le to

pasen; y con buena órden comenzaron á caminar hasta Guamanga, llevando siempre corredores para ser avisados de lo que pasaba, é si habia nueva de venir gente de los enemigos.

Querer encarecer los grandes males y daños, insultos é robos, vejaciones é malos tratamientos que á los naturales con estos movimientos se les hacian, es nunca acabar si por órden los hobiese de contar, porque no se ha tenido en más matar indios que si fueran bestias inútiles, y que Cristo, nuestro Dios, por ellos como por nosotros no se pusiera en la Cruz; y si los capitanes querian poner algun remedio en evitar tan gran daño no eran parte, porque como en los alborotos é guerras civiles que ha habido, los soldados han tenido siempre al robo é aprovechamiento, é vivir libremente, en queriéndolos corregir se amotinaban, pasándose de un campo á otro, ó se quedaban por los pueblos si no les dejaban seguir su propósito. Y, á la verdad, tambien podremos en alguna manera relevallos de culpa, por ser la tierra tan áspera é falta de bestias, que muchos iban á pié por no tener en qué ir á caballo; é tambien hay algunos despoblados que conviene, por el mucho frio que en ellos hace, llevar tiendas y mantenimientos, y como con moderacion esto se hiciese, yo no culparia el servicio de los indios. Mas pues los lectores conocen lo que yo puedo decir, no quiero sobre ello hablar más, que si uno tenia necesidad de un puerco mataba veinte, y si de cuatro indios llevaba doce; y, hablando más claro, muchos habia que sus mancebas públicas llevaban en hamacas, á cuestas de los pobres indios. Pues volviendo á nuestro cuento, como el capitan general Peralvarez Holguin partiese del Cuzco anduvo hasta que allegó á Guamanga, adonde era Teniente de D. Diego Vasco de Guevara; é, creyendo que le harian algun mal tratamiento, se ausentó de la ciudad é anduvo por entre aquellas sierras perdido, y le tornaron, soldados que envió Peralvarez á buscarle, á su poder, é se hizo recibir en Guamanga, y salieron con él de aquella ciudad algunos vecinos é otros soldados. É despues que hobieron puesto en órden aquella ciudad, é dejádola puesta en el servicio de S. M., el general Peralvarez, deseando atra

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