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vicio de S. M. conviniese. Nombraron para que fuese por mensajero á Luis de Leon, vecino de Arequipa, é al capitan Juan Alonso Palomino, é á un Diego de Torres, á los cuales mandaron que fuesen por Guaraz y supiesen dónde estaba el capitan Alonso de Alvarado, que ya sabian, por los que tomaron en Xauxa é por los indios, haber alzado bandera en servicio del Rey y estar con buena copia de españoles aguardando á Vaca de Castro, y le diesen cartas de Peralvarez y de los capitanes que tambien le hacian saber lo mesmo, y le persuadian se viniese á juntar con ellos, pues la voluntad é deseo que todos tenian de servir al Rey era una, y que desde allí caminasen á toda furia para que Vaca de Castro toviese aviso de lo que pasaba. Tomadas las cartas de creencia, los mensajeros se partieron con gran voluntad de ir á buscar á Vaca de Castro; y pasaron muy gran peligro, porque los bárbaros, como los viesen tan pocos, en un pueblo llamado Taca salieron á los matar, y aína quedaran allí con sus despachos, segun los indios los acometieron tan denodadamente, mas al fin, como eran soldados valientes, pasaron adelante y allegaron hasta donde estaba el capitan Alonso de Alvarado con su gente. Y en saber que Peralvarez viniese con caballeros tan lucidos, y voluntad tan entera de servir al Rey, se holgó, mas que pensasen que él habia de ir á meterse debajo de sus banderas, ni ser inferior de quien habia sido superior, teníalo por locura, é no determinó de lo hacer, ántes respondió equivocadamente á los mensajeros, é áun en las cartas, dando excusas que pareciesen justas porque no naciese entre ellos alguna discordia.

Pues luego que el general Peralvarez Holguin hobo despachado los mensajeros, se partió de aquel fuerte, por el mesmo camino que ellos fueron, llevando siempre buena órden en la gente. Los indios salian á la retaguardia á robar, si podian, alguna cosa de su bagaje; y de esta manera, con muy gran trabajo, por la aspereza de los caminos, llegaron á la provincia de Guaylas, á un pueblo que ha por nombre Guaraz adonde hallaron mucho bastimento. Y entraron en consulta para determinar lo que harian, y acordaron de que seria cosa

acertada aguardar respuesta de Vaca de Castro, y ver si vernia con brevedad á aquella parte, porque quedando el enemigo atras, no podian sacar ningun fruto en andar extragando las provincias y gastando los mantenimientos, pues que por fuerza habian de revolver por aquella parte; é así, con parecer de todos, asentaron allí su Real, poniendo el estandarte en medio de las capitanías, y las banderas por su órden, dejando una plaza para lo que sucediese. Peralvarez mandó con grandes. penas que no se hiciese nengun mal tratamiento á los naturales, sino que con templanza fuesen tratados, y gastados los mantenimientos con moderacion, mas poco aprovechó este mando; y no se puede ligeramente decir el ganado é otras cosas que robaron é tomaron á los indios, aunque en semejantes tiempos no se puede ménos hacer.

CAPÍTULO LII.

De cómo el capitan Alonso de Alvarado, sabida la nueva de Peralvarez Holguin, tornó á hacer otro mensajero á Vaca de Castro, amonestándole que con toda brevedad se viniese adonde él estaba.

Gran ventura fué la de Vaca de Castro en hallar en el reino tanta lealtad, que ya que D. Diego hobiese ocupado el gobierno de las provincias, tuviese S. M. el Rey, nuestro señor, tales vasallos que no quisiesen disimular yerro tan pesado, y que ninguno contra su voluntad Real pudiese ocupar el reino. Puesto que, aunque S. M. ha dado por cosa justa la batalla que se dió en Chupas, yo en mi libro no nombraré á D. Diego ni á los que le seguian traidores, por dos causas, las cuales, si no fueren evidentes, yo me pongo debajo de la correccion de los doctos y hombres sabios que más en esto que yo entienden, y digo que la principal es Vaca de Castro no traer comision ni mandado Real para dar batalla; lo segundo, que el D. Diego y los que andaban con él, si Vaca de Castro no se juntara con Peralvarez, ellos le acudieran, y tambien porque el intento de los de Chile al principio fué vengar la muerte del Adelantado con matar al Marqués, y si no los quisiese el Rey perdonar meterse en lo más adentro de las provincias. Verdad sea que hicieron un gran yerro, y fué en la ciudad de Los Reyes, al tiempo que mataron al Marqués, quitar las varas á los alcaldes ordinarios y dallas á los que ellos eligieron; cosa mal hecha.

Pues volviendo á nuestro propósito, como el capitan Alonso de Alvarado hobiese allegado la más gente que pudo y hobiese despachado sus mensajeros á Vaca de Castro,

como supo que Peralvarez Holguin, con la gente del Cuzco y de la Villa de Plata, venian acercándose á él, acordó de no ir al Quito, donde pensaba que hallaria á Vaca de Castro, ántes con su gente fué caminando hácia la provincia de Guaylas, enviando primero otro mensajero á Vaca de Castro, que sin aguardar á que pasase más tiempo, se viniese con la gente que toviese junta, pues, loado Dios, las cosas iban con tan buenos principios que hallaria al pié de quinientos hombres con él é con Peralvarez, para que le ayudasen á hacer lo que por S. M. le hobiese sido mandado; y que no tardase mucho en venir, porque D. Diego se habia retirado hácia el Cuzco, y por allá no se hiciese más poderoso, y otras cosas que en sus cartas le escribió. Y luego que el capitan Alonso de Alvarado hobo hecho esto, mandó á los que con él estaban que se aparejasen para ir á Guaylas; é así se partieron luégo é anduvo hasta que llegó á un aposento, que se llama Yungai, una jornada del Real de Peralvarez, desde donde se escribieron carlas muy graciosas, y algunos de un Real iban á holgar á otro. Y allí estovieron aguardando á saber nuevas del gobernador Vaca de Castro, donde dejaremos de hablar de ellos y diremos lo que hizo D. Diego de Almagro.

CAPÍTULO LIII.

De cómo estando en la provincia de Xauxa D. Diego de Almagro y su gente, acordaron de que él y no otro fuese General, y Cristóbal de Sotelo fuese Maese de campo, y de como estovieron por enviar á la ciudad de Los Reyes á Garcia de Alvarado, У de cómo Sotelo lo estorbó.

Mucho pesó á D. Diego de Almagro é á los que con él estaban cuando supieron la muerte de Juan de Herrada. É los capitanes é principales entraron en consulta para determinar de enviar á Los Reyes un Capitan que trajese hierro para hacer armas y otras cosas de que tenian necesidad, y algunos vinieron en ello y que fuese García de Alvarado, con ciento de á caballo é cincuenta arcabuceros; é ya que esto estaba acordado, Cristóbal de Sotelo, con otros que cuerdamente miraron los daños que de aquella ida se podian recrecer, é que los soldados robarian la ciudad haciendo en ella daños é insultos, lo estorbó, de que García de Alvarado grandemente de ello se sintió. Y, cesado este proveimiento, los soldados públicamente decian que no querian otro General que al mozo D. Diego, y que Cristóbal de Sotelo fuese Maese de campo, y sobre esto entraron en consulta los principales de ellos, é acordaron que fuese así, aunque de ello mostró recibir pena García de Alvarado porque le fuese quitado el cargo; y dende en adelante D. Diego entendió en usar el cargo de Capitan general, é Cristóbal de Sotelo de Maestre de Campo. É luégo se determinó de que el Maestre de campo Cristóbal de Sotelo se partiese á la ligera con veinte de á caballo, y fuese á entrar en la ciudad del Cuzco, y procurase allegar algunos amigos é hacer lo que más viese que le convenia; é así se partió luégo, con veinte de caballo á la ligera armados, é anduvo hasta que llegó á Guamanga, donde estuvo pocos dias, y luego se partió para el Cuz

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