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CAPÍTULO LVIII.

De cómo el gobernador Vaca de Castro subió desde Santa por el camino de la sierra, dejando el de los llanos, y de cómo encontró á Gomez de Alvarado, y sabido que venia sin licencia del capitan Alonso de Alvarado le pesó de ello,

y de cómo tambien vino alli el Provincial

Fray Tomás de San Martin.

Llegado el gobernador Vaca de Castro al valle que dicen de Santa, por donde corre un rio algo crecido, como ya estoviesen los grandes edificios é aposentos de aquel pueblo arruinados, é las llanadas y vegas del rio llenas de escambrones y cañaveras, con grandes florestas muy espesas, críanse gran cantidad de mosquitos, de los cuales en aquel tiempo que allí estovo Vaca de Castro no hobo pocos, y, como sea cosa tan mala aquellos mosquitos, fatigaban así al Gobernador como á los que estaban con él; y sin mucho estar entre compañía tan contagiosa, ordenaron luégo la partida para subir á las sierras, tomando el camino por el derecho de las provincias de Moro y Quizquiz, llevando recaudo de bastimento é indios que les llevaban el bagaje. El capitan Pedro de Vergara habia quedado en la ciudad, para hacer salir alguna gente que en ella habia quedado, mas en breve tiempo alcanzó al Gobernador, que caminando por sus jornadas iba; y, como subió en lo alto de las sierras, de aquel comun mal que á todos da, de la cabeza, le dió á él é á los más, é los paró tales que andaban como si fueran navegando por la mar, sin jamás la haber visto ni saber cuán fatigosa era; é al cabo de algunos dias que hobieron andado, llegó á un pueblo que ha por nombre Tozal, adonde supo de un español que allí halló, como en el Real del

capitan Alonso de Alvarado habia habido palabras entre él é Gomez de Alvarado, el mancebo, el cual, como tuviese nueva de su venida, se habia salido del Real, sin licencia del Capitan, para se venir á juntar con él; é recibió mucha pena en saber esta nueva, y más de que supo que sin licencia del capitan Alonso de Alvarado se hobiese venido.

Llamando á su Secretario, luégo mandó que con un mandamiento fuese y se lo notificase á Gomez de Alvarado, por el cual le mandaba, so graves penas, que se volviese á meter debajo de la bandera de su Capitan, y al mesmo Merlo mandó que fuese con él hasta que viese que quedaba con el Capitan. É luego se partió Merlo con el mandamiento á hacer lo que le fué mandado por el Gobernador, é anduvo hasta que llegó al aposento donde estaba Gomez de Alvarado, y en él halló al Provincial Fray Tomás de San Martin; que, como en la ciudad de Los Reyes se supiese la venida de Vaca de Castro, deseando aprovechar en el servicio de S. M., se partió luégo para encontrarse con él, é habia venido por Guaraz é por el sitio donde estaba el capitan Alonso de Alvarado, é por el de Peralvarez Holguin. É todos los caballeros de entrambos Reales se holgaron mucho con él y él con ellos; y estando en su Real Alonso de Alvarado, sobre algunas porfías hobieron desabrimientos entre el mesmo Capitan y Gomez de Alvarado, é pasaron algunas palabras, y el Provincial se puso en medio, poniendo paz entre ellos. Gomez de Alvarado pidió licencia al Capitan para que lo dejase ir á buscar al gobernador Vaca de Castro, la cual no le quiso dar, y sin ella se salió del Real para le ir á buscar, y, como por éste fué sabido, envió á Merlo con el mandamiento que hemos contado. Llegado al aposento de Guaylas halló en él aposentado á Gomez de Alvarado, y al mesmo Provincial Fray Tomás, que juntos habian salido del Real de Alonso de Alvarado; y como Merlo allí le halló, y Gomez de Alvarado fuese caballero tan prencipal, parecióle buen consejo darle parte de lo que por mandado del Gobernador venia á hacer; é como el Provincial lo entendió, avisó á Gomez de Alvarado de ello, é áun le aconsejó que se partiese luégo á

encontrar con Vaca de Castro, pues estaba tan cerca. É teniéndose por bien aconsejado Gomez de Alvarado, mandó ensillar un caballo, y, sin que Merlo lo entendiese, se partió luégo adonde pensó que hallaria al Gobernador; é, llegado ante él, mostró gran voluntad de le servir, y que por más presto se encontrar con él se habia salido del Real del capitan Alonso de Alvarado.

Vaca de Castro hobo muy gran pesar porque así se habia venido Gomez de Alvarado, sin ir al Real de Alonso de Alvarado, como él por el mandamiento que llevó Merlo mandaba, y por ver que no tenia ya remedio, disimuló con él aquel enojo; y luego se partió para el aposento de Guaylas, adonde él é todos los más que con él iban se hallaron fatigados de las cabezas, porque les parecia que estaban en el alta mar metidos, segun tenian el mareamiento. El Provincial habló allí á Vaca de Castro, ofreciéndose mucho á su servicio, y él le recibió muy bien; y, desde este pueblo de Guaylas, Vaca de Castro mandó á Gomez de Alvarado se fuese al Real del capitan Alonso de Alvarado, porque él estaba informado que sin su licencia ni voluntad se habia salido de él, y que no queria consentir que contra la voluntad de los Capitanes, que en servicio del Rey tanto se habian mostrado, nenguno se apartase de ellos. Gomez de Alvarado le pesó que el Gobernador le mandase volver adonde estaba el capitan Alvarado, y, aunque con palabras procuro excusar aquella ida no aprovechó nada, é así se partió yendo con él el Provincial Fray Tomás, é llegados adonde estaba el capitan Alonso de Alvarado, poniéndose en medio de entrambos, los conformó y puso en toda amistad. Y por haber llegado el gobernador Vaca de Castro al aposento de Guaylas, víspera de la Pascua de la Resurreccion de nuestro Señor Dios, acordó de holgar allí dos dias, con parecer de todos los caballeros que con él venian.

CAPÍTULO LIX.

De cómo el gobernador Vaca de Castro hizo reseña de los españoles que traia consigo, y de cómo envió al Real de Peralvarez al capitan Lorenzo de Aldana y á Diego Maldonado.

Como el gobernador Vaca de Castro llegase tan cerca de Guaraz, donde estaba el Capitan general Peralvarez Holguin, muchos del Real iban á se ver con él é á ofrecerse al servicio del Rey, y algunos se quedaban é otros volvian; y como en estas partes de las Indias sean tan grandes las cautelas, y los hombres tengan tan poca fe unos con otros, comenzaron á poner discordia entre el Gobernador y Peralvarez de esta manera: que á Vaca de Castro le decian que Peralvarez estaba sospechoso, é que tenia intencion, si no le sustentaba en el cargo que él tenia de General, de no le dar la gente que tenia ni recibirle por Gobernador; á Peralvarez le decian que Vaca de Castro, por las cosas que le habian dicho Gomez de Tordoya y Garcilaso de la Vega, é los que más habian salido de su Real, mostraba no tener voluntad de le pagar el gran servicio que á S. M. habia hecho, y aconsejábanle que no le diese las banderas. Pues pasando estas cosas que vamos contando, el gobernador Vaca de Castro praticó con el Provincial lo que le decian, y su pensamiento era no dejar á Peralvarez con el cargo de General, pues no era cosa decente que, siendo él Gobernador del Rey, é habiéndose de hallar por su persona en la batalla, si los enemigos la diesen, otro tuviera el nombre de General, y que asimesmo pensaba dar el cargo de Maese de campo á Lorenzo de Aldana. El Provincial le dió su parecer, como vió que más al servicio de S. M. convenia, diciendo que debia enviar á Peralvarez personas de confianza que le hablasen é atrajesen á que se conformase con él.

A Vaca de Castro le pareció bien el consejo del Provincial, é mirando que estaba allí Lorenzo de Aldana, que era muy confin en amistad é parentesco con el capitan Peralvarez, acordó de le enviar á que de su parte le hablase, é dijese la voluntad tan grande que tenia de le gratificar lo mucho que á S. M. habia servido, y que le persuadiese á que le entregase las banderas, pues, por haber muerto el Marqués, él era Gobernador en el reino, por provision de S. M., como ya él habia visto; y que lo que él habia oido dél, que deseaba tener el cargo, que él le prometia que despues de su persona nenguno de los que estaban con él ni habia en el reino le precediese en honor, ni fuese más principal que él en el campo. Y que pues siempre habia sido servidor de S. M. tan leal, é tenia tan gran deudo é amistad con Peralvarez, que metiese en aquel negocio la mano de tal manera, que S. M. en nenguna cosa fuese deservido; é que juntamente con él queria que fuese Diego Maldonado, el vecino del Cuzco, pues era tan prencipal y conocido de todos. Lorenzo de Aldana respondió alegremente á Vaca de Castro, dando grande esperanza que con la ida suya y de Diego Maldonado S. M. seria muy servido, puesto que de la lealtad de Peralvarez no habia que dudar. Y luego se partieron é llegaron á Guaraz al cabo de algunos dias, adonde pasaron algunas práticas entre ellos, despues de haberlos recibido muy bien; y Lorenzo de Aldana y Diego Maldonado dijeron al capitan Peralvarez Holguin la sospecha que se tenia allá de su persona, y que, pues tan bien en el Real servicio se habia mostrado, que no lo escureciese con no se conformar con el Gobernador. Y al fin, persuadiéndole á que le toviese todo amor é conformidad, diciéndole Aldana como Vaca de Castro le hacia la segunda persona en todo el campo y le daria cargo de Maese de campo, dió las banderas á Vaca de Castro y le escribió graciosamente, é lo mesmo hicieron los demas Capitanes é caballeros que allí habia.

Ya el gobernador Vaca de Castro se habia partido con su gente de allí adonde estaba, y venia acercándose adonde tenia su Real el capitan Alonso de Alvarado, que ya sabia cuán

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