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Ya todos sabeis é nenguno deja de entender el gran valor que mi padre en este reino tuvo, é la constancia con que procuró que se descubriese, y el deseo que mostró á no deservir á S. M. en un punto, y la desastrada muerte que le dieron, como algunos soldados de los viejos que con él se hallaron en las Salinas, é agora por seguir sus reliquias están conmigo, lo vieron, y tambien como despues, habiendo pasado tan gran calamidad por ellos y por mí, y estando en la ciudad de Los Reyes fuí tan mal tratado del Marqués, que, ciertamente, yo muchas veces aborrecia la vida y deseaba la muerte, la cual ya él andaba ordenando de me dar; é por no estar en cautiverio tan enojoso, é por vengar la muerte de mi padre, quité al Marqués la vida, pues justamente lo merecia, por la que él quitó é mandó quitar á quien tanto le honró é favoreció. Pues muerto el Marqués, y aunque fuera vivo, no os parezca que hacemos nengun deservicio á S. M. en querer gobernar la gobernacion que él encomendó á mi padre, é áun le dió poder para que despues de su muerte nombrase persona que en el Real nombre asistiese en la gobernacion, é para que todos los que esto ignoran lo tengan por cierto, determino de mandar que delante de todos se lean las provisiones é mercedes que S. M. hizo á mi padre; por eso, mirá, que mi deseo no es más de verme metido enteramente en el cargo de la gobernacion de la provincia del Nuevo Toledo, para gratificar é pagar lo mucho que os debo, y lo que á mi padre servísteis en las guerras y descubrimientos pasados.>>

Y como por su mandado habian todos salido fuera de la ciudad, en un campo raso, allí fueron leidas las provisiones que el viejo Adelantado tenia de S. M., entre las cuales pareció una que decia: «que al que él nombrase por gobernador despues de sus dias lo pudiese ser, y los cabildos le obedeciesen é toviesen por tal,» y mostró más el testamento de su padre en el cual está una cláusula por donde se mostraba haberle nombrado por Gobernador, y por su administrador á Diego de Alvarado. Y despues de las haber leido, que no poco se holgaron los soldados de las ver, dió fin á su prática diciendo,

que pues aquello veian ser claro, que les rogaba le fuesen fieles amigos y compañeros, y no le desmamparasen hasta ver su fortuna qué fin habia y lo que S. M. mandaba; y que el gobernador Vaca de Castro no traia poder ni traia autoridad para le desposeer de la gobernacion, é que mirasen cuántos é cuán grandes fueron los méritos de su padre y la ingratitud de los Pizarros. De tal manera supo hablar este mozo á los españoles, que les levantó los corazones y los provocó á le seguir contra cualquier Capitan que contra ellos viniese; é verdaderamente los soldados que estaban en el Cuzco eran los más de ellos de valor é clara sangre, é como desde el principio se habian mostrado valedores é amigos de D. Diego, con constancia firme y no fingida, como la gente soez suelen tener, se movian á le seguir. Y dicen que, como en tanta manera aborreciesen al cardenal Loaysa, y supiesen que Vaca de Castro habia sido proveido por su causa, que le hicieron una estatua y la quemaron, diciendo contra ella muchas injurias.

García de Alvarado habia ido, como digimos, por mandado de D. Diego á los llanos, é á correr el campo marítimo hasta llegar á la ciudad de Arequipa, y salió por Lunaguana, yendo robando todo lo que podia, é recogiendo las armas é caballos que hallaba, é llegó á Arequipa, donde hizo grandes desafueros, é mató á un vecino que se decia Montenegro, é otro español; y quieren decir que llevaba tan gran cudicia que se extendia á tomar las cosas sagradas de plata é oro que halló en las iglesias, y despues que hobo hecho no pocos insultos, con la gente é armas que pudo haber se fué para el Cuzco, adonde fué bien recibido de D. Diego de Almagro. Sotelo bien habia sabido la muerte que Martin Carrillo habia dado en Guamanga á Baltanas, y de cómo entre él y García de Alvarado habia habido práticas de se mostrar sus enemigos disimulados; y, mirando que para en semejantes tiempos no era menester andar en puntas, disimuló lo que en su pecho tenia, é al capitan García de Alvarado habló luego que allegó al Cuzco juntamente con otros que le deseaban aplacer. Alvarado decia que habia hecho mal Cristóbal de Sotelo en nom

brar á Juan Gutierrez Malaver por Capitan de la gente que habia hecho en el Cuzco, é que no se habia de disimular ni pasar por ello. Sotelo tenia cargo en la ciudad de proveer las cosas necesarias, é tenia gran cuidado en que la gente de guerra no hiciese nengun robo ni insultos, ni agraviasen á los indios naturales; mas, como la guerra traiga consigo la soltura tan desenfrenadamente, á los soldados no les parece que hacen valentía si no se aprovechan de los bienes é haciendas de los pacíficos, y dos soldados que se llamaban los Machines entraron en casa del capitan Grabiel de Rojas á matar á otro soldado é aprovecharse de lo que pudiesen. É al fin ellos mataron al que querian mal, y, aunque se quisieron poner en parte que Sotelo no los pudiese prender, no lo pudieron hacer, que como él tuviese de ello aviso, con mucha presteza los buscó é mandó prender, é dijo que se confesasen porque Juégo los queria mandar matar por el delito que habian cometido.

CAPÍTULO LXIV.

De cómo los capitanes Garcia de Alvarado é Saucedo fueron á rogar á Cristóbal de Sotelo perdonase á los que tenia presos,

y

de lo que pasaron, y de las cosas que más sucedieron

hasta que Garcia de Alvarado mató al buen caballero

Cristóbal de Sotelo.

Como los que estaban en el Cuzco estaban mal corregidos, é les pareciese, que si no era en el arte militar ni cosas tocantes á la guerra, que en lo demas no habian de ser castigados por nengun delito que cometiesen, alborotáronse mucho en saber de la prision de los Machines. A D. Diego fué luégo la nueva de la prision, mas no proveyó nenguna cosa; García de Alvarado é Saucedo determinaron de ir entrambos é rogar á Sotelo que quisiese perdonar á los que tenia presos, y llegado primero Saucedo á la cárcel no le quisieron abrir, ni Sotelo hacer nada de lo que sobre aquel caso le rogaba, lo cual visto por Saucedo á grandes voces le dijo que mirase lo que hacia porque aquellos soldados eran sus amigos, y se lo habia de pedir por justicia. Cristóbal de Sotelo, enojándose mucho de aquellas palabras, le respondió que se fuese á su posada, si no que le pondria adonde presto habia de poner á los que presos tenia. Saucedo se fué luégo é se junto con García de Alvarado, que ya venia cerca, mas, aunque despues de llegado llamó á la puerta, no le quisieron abrir ni responder; é Sotelo, hecha la informacion de aquel negocio sobre que habian sido presos, mandó ahorcar á uno de ellos. Y, como ya se acercaba el tiempo que el campo de Chupas con sus laderas habia de recoger la noble sangre española, y el bando de los Almagros habia de haber fin, convenia y era

necesario para su destruccion, y para que las obsequias del Marqués fuesen memoradas, que la emulacion y malquerencia acabase de matar é consumir los principales Capitanes de los de Chile, para que los de Pachacama hallasen ménos resistencia en el triunfo que de ellos habian de haber, porque habiendo ya muerto á Francisco de Chaves, é Juan de Herrada, con la ponzoña que dicen que Juan Balsa le dió, como contamos, no quedaba agora más de Cristóbal de Sotelo y García de Alvarado, y para que estos tambien acabasen como los demas se guió de esta manera. Que como García de Alvarado, puesto que era animoso é viniese muy soberbio de Arequipa, y de allí trujese robados muchos dineros, comenzó á sentir que Sotelo fuese más parte que él, y siempre superior de todos, tomando amistad fingida ó verdadera con muchos que habian sido soldados del capitan Francisco de Chaves, y estaban mal con Sotelo, porque por su causa decian habia sido muerto, los atraia á su voluntad para aprovecharse de ellos cuando en necesidad se viese, é al mesmo D. Diego de Almagro tenia en poco. De los dineros que habia traido comenzó de gastar é despender entre las personas que eran sus amigos, é que á él le parecia, holgándose siempre de tratar de Sotelo, é afeando sus cosas; é los cómplices que tenia en este negocio García de Alvarado, é los que andaban inquiriendo las intenciones de los soldados, eran Rodrigo Nuñez, Maese de campo que habia sido del viejo Adelantado, hombre de no mucho saber y ménos consejo; é Martin Carrillo; é Juan Rodriguez Barragan, é otros muchos.

Cristóbal de Sotelo no dejó de entender, por congeturas, la intencion de García de Alvarado, mas como era prudente, mostrólo tener en poco é no hacer caso de ello, no embargante que dicen que habló con D. Diego sobre ello. Pues como García de Alvarado hubiese atraido á sí muchos soldados de los que estaban en la ciudad, é algunos de los viejos que habian seguido las banderas del Adelantado, ponia en práticas cuál habia de ser General del campo, él ó Cristóbal de Sotelo, industriosamente, para que dijesen que él y no otro

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