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CAPÍTULO LXVI.

De cómo D. Diego de Almagro dió la compañía de Sotelo á Diego Mendez, é de cómo Garcia de Alvarado fué muerto á sus manos, é Cristóbal de Sotelo vengado.

Pasadas las cosas que hemos contado en la ciudad del Cuzco, despues de la muerte de Cristóbal de Sotelo no dejaba todavía de haber algun alboroto en la ciudad, y D. Diego, que bravísimamente estaba sentido de la desvergüenza de García de Alvarado, consigo mismo imaginaba qué arte é modo tendria para satisfacer á su voluntad, é que nenguno con el ejemplo de Alvarado quisiese intentar otra traicion como la que él habia hecho, y deseaba ver desacompañado á García de Alvarado para llevar adelante su deseo, y que hobiese efecto su propósito. Y llamando á consulta á los capitanes é soldados viejos que tenian fe entera con él por haber seguido las banderas del Adelantado, su padre, con parecer de todos ellos fué nombrado Juan Balsa por Capitan general, hombre indigno de que se le diese tal cargo, y la compañía de Cristóbal de Sotelo fué encargada á Diego Mendez, porque se conoció dél tener enemistad á García de Alvarado, el cual todavía se estaba encastillado con los que con él estaban. É como los soldados que estaban en el Cuzco toviesen ya nueva de la entrada en el reino de Vaca de Castro, é les conviniese tener paz entre ellos para poder dar guerra á quien quisiese dársela, tratando con los capitanes, hobo medianeros de paz entre D. Diego é García de Alvarado; mas, como él se sintiese culpado en las cosas pasadas, pedia que Don Diego le hiciese su Capitan general, y diese poder bastante para poder gobernar en su nombre el campo, é que de otra

TOMO LXXVI.

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manera su persona no fiaria de palabras, é que de aquella suerte él estaria seguro é le serviria lealmente. D. Diego, como desease castigar á Alvarado, é viese que no podia por otra vía, acordó de le dar la provision é poder que pedia, é nombrarle por su General, tratando primero con Juan Balsa é con otros, que lo haria con cautela é industria para le matar; é así, luégo le envió una provision en que por ella le nombraba por General é Teniente de Gobernador. É al tiempo que se la llevaban, porque en ella no iba poder para quitar é poner capitanes, la rasgó delante de quien la llevaba, diciendo palabras feas contra D. Diego, y que no era él hombre que le habian de dar el poder limitado. Y como habia oido decir que Juan Balsa habia sido nombrado por General, concibió que, por su parte, procuraba con D. Diego que no le diese el poder que pedia, é habló con algunos amigos suyos para que estuviesen prevenidos para matar á Juan Balsa, porque le queria enviar á llamar, é que luégo le diesen de puñaladas, y ellos respondieron que cumplirian su mandado.

É ansí, con un servidor suyo, envió á suplicar á Juan Balsa le hiciese tan singular gracia que viniese á su posada, que le queria hablar algunas cosas; y, llegado el mensajero, Juan Balsa, que no era poco mañoso é canteloso, como vido la embajada de Alvarado, luégo cayó que era por le dar queja de la provision que D. Diego le enviaba, é pensó con palabras blandas atraello á sí, é á que saliese de donde estaba é Don Diego le pudiese matar. É así, fué con aquel criado de García de Alvarado á su posada, adonde fué recibido con buen semblante, aunque debajo de la intencion é voluntad que hemos dicho; pues, como hobo llegado, García de Alvarado le dijo: Admirado estoy, Juan Balsa, de que D. Diego así haya querido que todos conozcan no tener conmigo el amistad que se requeria á las cosas tan magníficas que yo en su servicio he hecho, é con la lealtad que le he seguido; la ingratitud pecado es que no ligeramente se perdona, é los capitanes que andan en semejantes guerras, que D. Diego trata é tiene entre manos, mucho es lo que sufren á sus amigos, y las cosas que disimu

lan por no venir á rompimiento con ellos y en su desgracia, y ha querido mostrarse tan apasionado conmigo por la muerte de Sotelo, como si su felicidad enteramente estuviera en su vida, é sus trabajos é calamidad en su muerte; no mira la mucha razon que yo tuve para dar la muerte á Sotelo, y la poca que él tiene para desecharme de su servicio. Mas, al fin, mi pundonor ó ser de persona no requiere mudar fortuna ni negar amistad; si D. Diego mirase el tiempo en que está, é cuán provechosos le son los amigos, é me enviare la provision bastante é como yo la pido, tenerme há tan á su servicio como despues que el viejo Marqués fué muerto hasta agora.»>

García de Alvarado creyó que Juan Balsa le responderia desabridamente, con lo cual hobiera ocasion de le matar; más Juan Balsa, que bien sobre el aviso estaba, le respondió muy blandamente, diciéndole que D. Diego, si no le envió provision para poder nombrar oficiales y deshacer capitanes, que sería no caer en ello el escribano, é que él mesmo puntase la provision y la mandase escrebir, porque luego la traeria firmada de D. Diego; por que él, conociendo que á todos generalmente era provechoso tenello por General, lo deseaba por su parte, no embargante que D. Diego los dias pasados le habia nombrado por General, el cual cargo él de sí desechaba y deseaba que él sólo fuese señor y superior de todos ellos, pues era tan bienquisto de la gente. Estas cosas y otras de buena crianza dijo Juan Balsa á García de Alvarado, como hombre que era bien caudaloso de ellas, debajo de un velo industrioso é de gran cautela. García de Alvarado, creyendo lo que Juan Balsa le decia, le respondió graciosamente, y que supiese que le habia enviado á llamar para le matar, mas que sabido su voluntad é buen deseo le ternia siempre por amigo verdadero, y que le rogaba le hiciese traer la provision que pedia al gobernador D. Diego, y le hiciese entender cuán su servidor é amigo era. Juan Balsa, despues de le haber prometido que ansí lo haria, se partió para la po sada de D. Diego, é le dió cuenta de lo que habia pasado con García de Alvarado; y él y otros algunos le aconsejaban le

enviase á García de Alvarado la provision que pedia, é, habiendo lugar é convenible tiempo para ello, le matase. Don Diego, pareciéndole falta de ánimo é que perdia de su autoridad, no lo queria hacer, mas, mirando que convenia así, mandó hacer la provision del arte que García de Alvarado la pedia, é despues de la haber firmado se la envió; el cual con ella se tubo por contento é seguro, y salió de donde estaba bien acompañado, y en la plaza pública de la ciudad fué apregonada al son de muchas trompetas, é fué recibido por tal de toda la gente de guerra, deseando D. Diego ver tiempo para le matar, porque temia no quisiese hacer de él lo mismo que hizo de Cristóbal de Sotelo.

CAPÍTULO LXVII.

En que se concluye el pasado, hasta la muerte de Garcia de Alvarado.

Con haber pasado las cosas que habemos contado, no dejó de haber grandes sospechas entre unos y otros, é algunos sol· dados insistian á García de Alvarado á que matase á Don Diego, é con las reliquias de su ejército se fuese á buscar á Vaca de Castro por la parte que le pareciese, pues no era cosa conveniente á ellos más fiarse de D. Diego, ni de aquellos que se habian mostrado sus enemigos; Alvarado, como era tan inconstante é mancebo muy amimoso, no dudó de hacer aquello que le aconsejaban sus amigos, é matar á D. Diego. Estaba en este tiempo en compañía de Juan Balsa un soldado llamado Sanmillan, natural de Segovia, de la familia de los Bocudos, mercadantes muy ricos, y que habia sido conquistador en algunas partes de este reino, é halládose en la muerte del Marqués, y era muy liberal y en extremo gastador, y habia dado en el campo á soldados más de ochenta mil pesos de oro; é como viese nombrado por General á García de Alvarado, quiso ofrecerse á su amistad é servicio, é como él de suyo fuese gastador, despues de le haber hecho muchas ofertas, le rogó mucho quisiese recibir servicio de su posada, él y sus amigos, de un convite que él hacerle queria. García de Alvarado, como conociese que las palabras que le decia Sanmillan eran á buena intencion dichas, é sin cautela, é sin mezcla de nenguna malicia, despues de le haber agradecido su deseo, le respondió que era contento de hacer lo que por él le era rogado, y más en tiempo que se podian juntar al convite ó banquete muchos que estaban unos de

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