Imágenes de páginas
PDF
EPUB

CAPÍTULO LXXIX.

De cómo, despues de la batalla, el Gobernador mandó curar los heridos, llevando al capitan Gomez de Tordoya á Guamanga, é cómo hizo justicia en los vencidos; é de cómo estando enfermo el capitan Gomez de Alvarado murió en Vilcas, é le llevaron á enterrar á Guamanga.

Aquella noche que la batalla se dió, gran lástima fué de ver los gemidos que daban los que estaban heridos y cómo se quejaban; mas poca piedad hallaban para ser curados, ántes fueron por los bárbaros muertos é desnudos de las ropas que tenian, hasta dejarlos en vivas carnes. Al capitan Gomez de Alvarado le dió cierta enfermedad de la cual murió en Vilcas, é fué llevado su cuerpo á enterrar á Guamanga, adonde habian ya llevado tambien á Gomez de Tordoya, malamente herido, el cual, despues de haber ordenado su ánima, murio; pesando á todos por las muertes de estos caballeros, é Peralvarez, é los que más fueron muertos en la batalla, los cuales fueron enterrados con gran honra, como lo merecian varones de tanto valor. Fueron muertos en el campo, de unos y otros, doscientos é cuarenta hombres; algunos hacen mayor el número, mas yo no quiero afirmar lo que no sé cierto. Dada la batalla, Vaca de Castro, otro dia por la mañana, tomando consigo su Secretario é Alguacil mayor del campo, fué por las tiendas para ver los que estaban presos, si habia entre ellos algunos de los que habian sido en la muerte del Marqués, é como no viese á Martin Carrillo, é supiese como el capitan Alonso de Cáceres lo toviese encubierto, echando fama de ser muerto, mandó que lo trajesen muerto ó vivo á su presencia, é así fué hecho. Era Martin Carrillo natural de Ciudad

Real, y él é Pedro de Sanmillan, de Segovia, é Francisco Coronado, natural de Jeréz de Badajoz, con otros dos, fueron justiciados é puestos sus cuerpos, hechos cuartos, en palos; é sabiendo que muchos de los que habian salido de la batalla se iban á meter en Guamanga, mandó al capitan Diego de Rojas, que, tomando algunos de á caballo, fuese á aquella ciudad é prendiese á los que en ella hallase de los contrarios. Y, estando proveyendo esto, se dió en el Real alarma, diciendo que se habia visto un gran golpe de gente, que serian por ventura los enemigos. El Gobernador mandó que se apercibiesen, é, puestos á punto, que estoviesen aparejados para ver lo que era; saliendo algunos de á caballo, reconocieron que eran de los suyos que venian con despojo que habian tomado de los enemigos.

É Vaca de Castro mandó que moviesen para Guamanga, é así fué hecho, y entrando en ella, despues de le haber recibido con mucha alegría, cometió los negocios de la justicia al licenciado de La Gama, y al licenciado Leon, é al bachiller Guevara. É aunque el capitan Diego de Rojas hobiese hecho justicia de algunos, pondremos aquí juntos é de una vez los que se justiciaron en Guamanga, y en el término que hay desde aquella ciudad hasta la del Cuzco, y fueron: el capitan Cárdenas, de Toledo, Pedro de Oñate, el capitan Diego de Hoces, de Zaragoza, el capitan Juan Tello, de Sevilla, Bartolomé de Arbolancha, Francisco Perez, Antonio Noguero, del puerto de Santa María, Basilio, italiano, Martel, de Sevilla, Francisco de Mendibar, de Torrejon de Velasco, Martincote, lepuzcoano, el capitan Juan Muñoz, de San Martin de Valdeiglesias, Barragan, el mozo, de los Santos, Juanes de Santiago, de Santander, Juanes, vizcaino, Juan Perez, capitan de ballesteros, Juan Gomez de Salvatierra, del Almendral, Baltasar Gomez, de Valladolid, Juan de Guzman de Acuña, hijo de Vasco de Guzman, de Toledo, Juan Sanchez, de Extremadura, Bartolomé Cabezas, de Jeréz, Ramirez, de Leon, Losa, de Zamora, Carreño, de Sevilla, Juan Diente, de Gibraltar. Cayó Vaca de Castro en gran remision, y fué en no despachar

é dar aviso al Rey, nuestro señor, é á los de su Real consejo, ántes, muchos dias habia, eran detenidos los navíos en el puerto de Lima, é muchos mercaderes é contratantes se perdieron por su causa, pues no los dejaban salir de los puertos donde estaban. El capitan Francisco de Herencia, é algunos de los que allí se hallaron, fueron desterrados, é se mandó á un maestre que los llevase en un navío á la Nueva España; y ellos, ya que estaban léjos de la costa del Perú, se alzaron con él é se fueron á Panamá, en el cual tiempo yo habia ido á negociar ciertas cosas con el Audiencia que entónces allí residía, é se presentaron ante los Oidores é les dieron por libres. Pues volviendo al gobernador Vaca de Castro, estuvo en Guamanga despues que en ella entró, ocho dias reformando lo que le pareció convenir al reino, despachando sus cartas á todas las ciudades dél, haciendo por ellas saber la victoria que Dios, nuestro Señor, le habia dado; é porque supo que D. Diego habia ido la vuelta del Cuzco, mandó al capitan Garcilaso de la Vega, que con algunos de á caballo luego se partiese para aquella ciudad, é la tuviese en nombre de S. M. del Rey, nuestro señor, y si D. Diego estoviese en ella, que lo prendiese así á él como á los demas que habian seguido su opinion. Garcilaso de la Vega se partió á la ciudad del Cuzco con algunas lanzas, á hacer lo que le fué mandado por el gobernador Vaca de Castro.

CAPÍTULO LXXX.

De las cosas que fueron hechas por el gobernador Vaca de Castro, é de cómo despachó algunos capitanes

á las conquistas del Reino.

Estando el gobernador Vaca de Castro en la ciudad de Guamanga, muy contento en ver que el foso ó rollo estuviese lleno de cuerpos, é que la magnífica sangre de los españoles fuese derramada por aquella plaza, que no era poca alegría para los bárbaros de verlo, aunque se espantaban mirando en sí mesmos que muchos de aquellos habian sido capitanes é personas que tuvieron cargos de honra; la nueva de todo ello llevaron al rey Mango Inga Yupangue á Víticos, donde estaba, y, aunque recibió grande alegría por saber que habian. sido muertos tantos cristianos, pesóle porque Vaca de Castro hobiese sido el vencedor é D. Diego vencido, é holgara que se fuera para él para defenderlo de la crueldad de Vaca de Castro. Despachado el capitan Garcilaso á la ciudad del Cuzco, como hemos dicho, pareciéndole á Vaca de Castro que habia mucha gente reclusa en aquella ciudad, y que los mantenimientos se gastaban, é que los vecinos é moradores recibian agravio, determinó de mandar salir á algunos, é luégo dijo al capitan Pedro de Vergara, que con la gente que él quisiese salir fuese á la provincia de los Bracamoros, conquista suya, é que en ella habia mucho servido á S. M.; é, dándole despachos y encomiendas de indios para él é para otros muchos, les mandó que luego se partiesen á hacerlo. Pedro de Vergara, que no deseaba otra cosa, despues de ser sano de las heridas que habia recibido en la batalla, se aparejó para salir de allí. É tambien envió sus poderes al capitan

Juan Perez de Guevara, que estaba en Los Reyes, para que entrase en la provincia de Moyobanba é poblase.

Asimesmo envió á mandar á todas las ciudades del reino, que si algunos de los de Chile á ellas aportase, que los prendiesen é hiciesen de ellos justicia; é asimismo ordenó de enviar por todos los cuerpos de los que por su parte murieron, para enterrarlos en los templos de Guamanga, é en aquella parte que se dió la batalla mandó hacer una ermita que se invocase Nuestra Señora de la Victoria, adonde fuesen enterrados los demas que allí murieron. Peranzures é los demas heridos se curaron; y el Cabildo de aquella ciudad pidió á Vaca de Castro que en nombre de S. M. les confirmase ciertas cosas, y que la ciudad que hasta allí se nombraba de la Frontera se intitulase de la Victoria, de lo cual holgó Vaca de Castro, é así se llama hoy dia. É no embargante que del puerto de Los Reyes, donde estaban muchos navíos detenidos por su mandado, vinieron á pedir licencia para poder ir á Tierra Firme é á España, no la quiso dar, que no se tuvo por pequeño agravio. Despues que hobo hecho otros proveimientos, y dado licencia á los que se quisieron ir á sus casas, dejando en aquella ciudad al licenciado de La Gama para que concluyese lo comenzado del castigo que se hacia, se partió de allí para la ciudad del Cuzco; é despues de haber andado dos leguas, sin que lo sintiesen los que iban con él, volvió al amanecer sobre la ciudad, é como le vieron en la plaza se espantaron de ello. Y esta vuelta fué, porque muchos de aquellos que escaparon de la batalla se habian metido en algunas casas, é para que los sacasen quiso volver, y fué hecho, y entregados al licenciado de La Gama, é hizo justicia; lo cual hecho, con los que habian de ir con él, prosiguió su camino al Cuzco. É porque conviene que tratemos la vuelta al Perú de Gonzalo Pizarro, diremos su salida de la Canela.

« AnteriorContinuar »