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CAPÍTULO LXXXI.

De las cosas sucedidas á Gonzalo Pizarro hasta que salió de la entrada de la Canela, é allegó á la ciudad del Quito.

Ya se acordará el lector como en los libros de atras hicimos mencion del gran trabajo é necesidad que pasaba Gonzalo Pizarro y los que habian quedado vivos en el valle de la Canela, y del gran deseo que tenian que Dios, nuestro Señor, les deparase algun camino para poder por él salir á tierra de cristianos. É tomando relacion de los dos cristianos que habian ido en la canoa por el rio arriba, é de como habian visto aquella gran sierra ó cordillera, para salir á ella con más brevedad, determinó Gonzalo Pizarro de caminar con el Real el rio arriba, todo lo más que él pudiese; é así, toda la gente se aparejo, yendo delante españoles abriendo el camino con machetes é hachas. Pasando no pocos esteros, llegaron, en fin de diez jornadas adonde habian dejado la señal los que por el rio anduvieron; desde donde mandó Gonzalo Pizarro á Juan de Acosta que, con algunos españoles, fuese con la mayor brevedad que pudiese adonde los indios decian que estaba el pueblo. Juan de Acosta, con hasta diez é ocho españoles, partió luego, llevando sus espadas é rodelas; é, despues de haber andado un buen rato, hallaron en un cerro alto el pueblo que buscaban, muy fuerte, é á los indios con voluntad de no los acoger en él si no fuese por más no poder; y así, con su alarido acostumbrado, salian con sus armas para ellos. Juan de Acosta é los que con él iban, aunque estoviesen del hambre muy decaecidos, todavía se mostraban ser españoles, é tovieron un reencuentro con los indios, adonde, despues de haber herido á Juan de Acosta con otros dos españoles, hicieron lo

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que siempre, que es huir; é subidos los españoles en lo superior del cerro entraron en el pueblo, donde hallaron mucho bastimento, que no poca alegría é placer fué para los tristes hambrientos, é conocieron la tierra donde estaban ser un gran despoblado que habia para llegar al Quito. Gonzalo Pizarro vino en seguimiento de Juan de Acosta, é pasando aquellos esteros se le murieron ocho españoles, é como conociesen en la parte donde estaban, é como habia tan gran despoblado, mucho se afligian los fatigados hombres, pues tantos trabajos é necesidades por ellos habian pasado, é maldecian su ventura pues tan siniestra les habia sido; é, al fin, conformándose con su calamidad, se apercibieron los que quedaron vivos para pasar aquel trago infernal, llevando como mejor podian algunos españoles que habia enfermos en los caballos que les habian quedado.

É así iban por aquellos despoblados comiéndolos sin dejar nenguno, ni perro, ni cuero de silla, ni otra cosa que con sus dientes ellos pudieran despedazar; é despues de haber pasado infinitas fatigas é trabajos, que mayores que ellos en pocos ó no nengun descubrimiento han pasado, allegaron al pueblo de la Coca, por donde primero habian entrado, á pié, descalzos é trasfigurados, que casi no podian unos á otros conocerse. Los bárbaros les salieron de paz proveyéndoles del bastimento que tenian, y, para reformarse algun tanto, acordaron de estar allí diez dias. Tomando lengua de los indios, supieron que por otro camino, é no el que habian entrado, podrian con más brevedad salir al Quito, é así lo determinaron de hacer; y en el camino hallaban grandes rios, é muy hondos, y en algunos les fué forzado hacer puentes é por encima de ellos pasaron. É andando de esta manera allegaron á un rio que iba tan furioso, que estovieron cuatro dias en hacer allí la puente, y estando velando, porque los indios no viniesen é los tomasen descuidados, é les hiciesen algun daño, vieron un gran cometa atravesar por el cielo; Gonzalo Pizarro por la mañana dijo que le pareció entre sueños que un dragon le sacaba el corazon, y entre sus crueles dientes lo despedaTOMO LXXVI.

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zaba, é mandando llamar á un Jerónimo de Villegas, á quien tenian por medio astrólogo, para que dijese lo que sentia de aquello, dicen que respondió que Gonzalo Pizarro hallaria muerta la cosa del mundo que él más quisiese. Pasadas otras cosas, que más se pueden contar por chufetas que no por historia, Gonzalo Pizarro é su gente salieron á los términos del Quito. Dicen los que salieron de aquella jornada, que entraron para la descubrir doscientos é cuarenta españoles, é que todos los más murieron de hambre, con sacar del Quito seis mil puercos, é trescientos caballos é acémilas, é novecientos perros, é muchos carneros é ovejas, que todo se comió é perdió.

Sabida por Gonzalo Pizarro la muerte tan desastrada del Marqués, no así ligeramente podemos afirmar el sentimiento notable que hizo, y aunque de la ciudad del Quito el teniente Sarmiento le envió, para él é para algunos de sus compañeros, caballos, no los quiso, ántes él é todos entraron en el Quito á pié, de tal manera que gran lástima era de los ver; é como Gonzalo Pizarro supiese que Vaca de Castro estaba recibido en todo el reino por Gobernador pesóle grandemente, imputando á los del Quito de insipientes, é decia que habia de gobernar, é que el Rey, nuestro señor, habia sido muy ingrato en no mandar que por muerte del Marqués la gobernacion hobiera él. É se comenzó de aparejar para ir en busca de Vaca de Castro, adonde estoviese; porque entonces no se sabia el fin de la guerra ni que él hobiese vencido la batalla.

CAPÍTULO LXXXII.

De cómo Garcilaso de la Vega allegó al Cuzco, é de la prision de D. Diego, é de cómo Vaca de Castro iba caminando á aquella ciudad.

Despues que en Chupas la batalla fué vencida, D. Diego de Almagro é Diego Mendez salieron de aquella parte juntos, con voluntad de se ir á meter en las manos del Inga Mango, é pudiéranlo hacer fácilmente si el mesmo Diego Mendez, por ir á ver una mujer que tenia por manceba en el Cuzco, no se detoviera; é, para provocar á D. Diego que fuese á la ciudad, le decia que sin herraje no podian ir á parte nenguna, que fuesen al Cuzco é que se proveerian de las cosas de que tenian necesidad, é que luégo podrian ir adonde el Inga estaba. Don Diego, aunque contra su voluntad, lo hobo de hacer, é, allegado á la ciudad, Diego Mendez se fué luégo á meter en los brazos de su amiga, como si fuera con victoria; y en aquel tiempo no habia aún llegado la nueva de lo que habia pasado. D. Diego daba priesa para que se saliesen; en fin, cuando salieron, ya sabian y era público en la ciudad el fin de la guerra. É como D. Diego é Diego Mendez se vieron fuera del Cuzco, caminaron hacia el valle de Yucay, para desde él meterse en los Andes, é ir en busca de Mango Inga. É ya habian preso á Barragan, el que quedó por Teniente en la ciudad, é como se toviese noticia de la ida de D. Diego, por qué parte, Rodrigo Salazar salió con Juan Gutierrez Malaver, é áun otros fueron en su seguimiento, é, pasadas algunas cosas, fueron presos en el valle de Yucay, por donde decimos que iban, y traidos á la ciudad fueron puestos á recaudo. El capitan Garcilaso de la Vega, con los que con él salieron de Chupas,

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anduvieron hasta llegar á la ciudad del Cuzco, é luégo tomó posesion en aquella ciudad en nombre del Rey, é la tuvo en justicia hasta que el Gobernador vino; el cual salió de Guamanga como habemos contado, é anduvo hasta que llegó á los arruinados edificios de Vilcas, é allí acordó de parar algunos dias para proveer é despachar á Pedro de Puelles por su Teniente, é para que poblase la ciudad de Leon. É luego señaló los vecinos que habian de ir, é les dió sus títulos de encomienda, mandando á Pedro de Puelles que se partiese á entender en aquella poblacion, de la cual habia tenido nueva que Juan de Vargas, hombre antiguo é conquistador de aquellas partes, se dió maña para, despues de haber pasado mucho trabajo, prender á Illatopa, capitan del Inga, que andaba alzado é habia hecho mucho mal. Y, cierto, fué el servicio que hizo Juan de Vargas, en le prender, notable, é por tal lo aprobó el Gobernador; es este Juan de Vargas natural de La Higuera, junto á Fregenal de la Sierra. Tomados sus despachos, Pedro de Puelles, con los españoles que con él habian de ir, se partió de Vilcas, é anduvo hasta que llegó á la provincia de Guanuco, donde en nombre S. M. fundó en ella la ciudad de Leon.

Estando el gobernador Vaca de Castro en aquella parte de Vilcas, tuvo aviso que andaba cerca de allí un capitan de los de D. Diego; ya en los capítulos de atras hecimos mencion de todos los que fueron muertos, y entre ellos se cuenta éste, que habia por nombre Juan Perez, é mandó el Gobernador que fuese buscado por los indios, é de que le hobieron hallado mandó que fuese hecho cuartos. É despues que hobo hecho esto se partió de Vilcas, y anduvo hasta que llegó á la provincia de Andaguaylas, y estando en ella fué avisado que junto á los Bracamoros é conquista de Pedro de Vergara habia dispusicion para poblar alguna ciudad; é, como desease derramar la gente, nombró por capitan á Juan Porcel, é con los españoles que le siguieron se partió adonde decimos. Vaca de Castro prosiguió su camino é allegó á los aposentos de LimaTambo, desde donde envió despachos á S. M. haciéndole sa

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