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ber la victoria que Dios le habia dado, é como el reino se habia reducido á su Real servicio, é D. Diego estaba preso en el Cuzco, é de sus capitanes se habia hecho justicia, é otras cosas tocantes á la gobernacion; y ántes que se partiese de LimaTambo, estuvieron ciertos españoles de la provincia de Chile, adonde estaba el capitan Pedro de Valdivia, á pedir socorro. de españoles para las conquistas de aquellas tierras; é, despues que Vaca de Castro se hobo informado de ellos, se partió para la gran ciudad del Cuzco, adonde le fué hecho solemnísimo recibimiento, é de todos fué recibido con mucha alegría.

CAPÍTULO LXXXIII.

De las cosas que fueron hechas en la ciudad del Cuzco por el gobernador Vaca de Castro, é de su mucha vanagloria é cudicia que tenia.

Como el gobernador Vaca de Castro llegase á la ciudad del Cuzco, era de todos los que estaban en aquella ciudad muy visitado, é, como su inclinacion le allegase á ser altivo é presuntuoso, luégo que vió que por su parte habia sido desbaratado D. Diego é la batalla vencida, hinchiose tanto de vanidades que no conformaba con las letras que tenia, é mandó que estoviesen en su casa muchos caballeros como sus continos, é con ellos gastaba bien espléndidamente, arreándose de grandes aparadores de fina plata, é crecidos blandones, lo cual fuera bien excusado para su autoridad; é no entendia en más que en buscar dineros para henchir la gran codicia que tenia. Caso harto feo, pues enviándolo S. M. à que toviese el reino en justicia, é le gobernase con rectitud, procuraba de allegar tesoros por vías no lícitas, pues afirman que tenia grandes inteligencias para lo poder haber; no embargante que muchos de sus émulos querian decir que recibia presentes é cohechos vendiendo los repartimentos, lo cual no se ha de creer, ni yo tal he podido averiguar. El rescate tan preciado de la Coca, es verdad que quiso que fuese provecho particular suyo, é no general de todos como ántes era, mandando con grandes penas que nenguno fuese osado de contratar aquel rescate; de los mejores repartimientos que habia puso en su cabeza, é dello é de los demas indios procuraba haber dineros, é ansí, aunque gozó poco de ello, allegó grandes tesoros, é á

sus criados é amigos en lo mejor procuró siempre aposentarlos. É no obstante que Vaca de Castro participó en los vicios de presuncion vana é vanagloria, é codicioso, sacado de estos vicios, fué buen Gobernador, é que hizo en el reino buenas cosas, las cuales pondré todas, pues en tanta manera soy amigo de la verdad, é que en nengun tiempo quieran presumir otra cosa de mí.

Pues volviendo á nuestro gobernador Vaca de Castro, estaba entendiendo en las cosas tocantes á la gobernacion del reino, é con deseo de repartir las provincias recibió algunos presentes de los señores naturales; é habiendo ido á visitar á la prision á D. Diego de Almagro, é á Diego Mendez, é á Juan de Olivas, é á los demas que estaban presos, les dijo, que qué locura tan grande habia sido la suya en haber querido hacer tan grande yerro como fué alzarse con el reino, é públicamente mostrarse contra el servicio de S. M., é hacer las otras cosas que habian hecho tan feas como ellos sabian. El mozo D. Diego respondió que nunca él, ni los que se le mostraron valedores, habian andado en deservicio de S. M., ni tuvieron tal pensamiento, ántes siempre les pareció que anduvieron en su Real servicio, é que para tomar á su cargo el gobierno de la provincia, que bastante causa tuvo en el nombramiento que el Adelantado, su padre, hizo en él por virtud de una provision Real. Vaca de Castro lo tornó á responder afeándole lo hecho; é despues de haber pasado algunas pláticas se despidió de ellos, diciéndoles, que no obstante que por la sentencia general estaban todos condenados á muerte, que él queria que pidiesen su justicia, é que por ella fuesen libres ó condenados como el derecho lo mandaba: é como esto dijo se volvió á su casa. Y D. Diego estaba tan congojado como se puede sentir, y todos tenian gran lástima dél, é Gaspar Rodriguez é otros decian á Vaca de Castro que le cortase la cabeza, que á cuándo aguardaba.

CAPÍTULO LXXXIV.

De cómo estando en la prision, D. Diego de Almagro procuraba de se salir é soltar, é de cómo le fué cortada la cabeza por mandado del gobernador Vaca de Castro.

D. Diego de Almagro estaba preso en las casas de Hernando Pizarro, en un cubo algo fuerte que en ellas estaba, é los capitanes de Vaca de Castro tenian cuidado de le mirar porque no se pudiese soltar; é como se hobiesen pasado algunos dias, y estoviese en aquella prision, buscaba formas é maneras para de ella poder salir é retraerse á Víticos, donde Mango Inga estaba, pareciéndole que de aquella manera podria asegurar su vida. Cierto, á muchos pesaba cuando se trababa en que le habian de dar la muerte, mas como fuesen sus contrarios Gaspar Rodriguez de Camporredondo, é Peranzures de Castro, que eran los más privados de Vaca de Castro, no habia para qué pensar que Vaca de Castro dejaria de le matar; lo cual, entendido por D. Diego, trató, lo más encubierto que pudo, con un paje suyo, que comprase dos caballos, los más ligeros que ser pudiese, é que los toviese á cierta hora de la noche en el rio que corre por la ciudad del Cuzco, que está junto á estas casas. É sucedió que, algunos que entendieron en la compra de los caballos, dieron aviso de ello á Vaca de Castro, el cual, como lo supo, mandó que pasasen á D. Diego á las casas del capitan Grabiel de Rojas, é con esta sospecha fué con más cuidado que hasta allí mirado. É como el gobernador Vaca de Castro, con parecer de algunos de sus capitanes é amigos, tratase sobre lo que se haria de D. Diego, é á todos les pareciese que convenia darle la

muerte, así por el delito que habia cometido, como por asegurar el reino y excusar que en él no hobiese novedades; visto el proceso que contra él se habia hecho, fué condenado á muerte, é la sentencia se mandó notificar en su presencia. É por él oida respondió, que apelaba delante de S. M., ó para ante los señores Presidentes é Oidores que en aquellos tiempos residian en la Tierra Firme, á la cual apelacion se le respondió no haber lugar; é haciendo sus protestaciones tornó á decir, que, pues no le queria otorgar el apelacion, é le mataba de hecho, que para ante el Juez del cielo, nuestro Dios, citaba á Vaca de Castro, donde sin aficion ni pasion todos serian juzgados.

Pasadas estas cosas é otras práticas, confesó mostrando siempre ánimo de varon y no de mozo como era, allegado á un ser grande é gravedad, y no semejable á la humildad de sus padres; los ojos llevaba siempre puestos en un crucifijo, é, sacado de la prision, el pregonero iba diciendo: «Esta es la justicia que manda hacer S. M. del Emperador, nuestro señor, y el gobernador Vaca de Castro en su nombre, á este hombre, por usurpador de la justicia Real, é por que se levantó en el reino tiránicamente, y dió batalla al estandarte Real,» y otras cosas sobre lo que por él é sus valedores habia sido fecho. É yendo hacia la picota, junto á la cual estaba un repostero y el verdugo aparejado para le matar, dijo que rogaba, que pues moria en el lugar que habia sido muerto su padre, y le habian de enterrar en la sepultura donde estaba su cuerpo, que lo echasen á él debajo, é luégo encima pusiesen los huesos de su padre. É ya que estaba junto adonde le habian de matar, le quisieron poner un velo delante de los ojos, é decia que no habia para qué ni hiciesen más de mandar al verdugo que hiciese su oficio, y á él dejarle aquel poco de tiempo que tenia de vida, gozar de ver con los ojos la imágen de nuestro Dios, que allí estaba; é al fin se porfió con él, é contra su voluntad le fueron sus ojos atapados, y, extendido en el repostero, con grande ánimo recibió la muerte, en el propio lugar donde los años pasados la dieron á su padre, y fué su cuerpo

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