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enterrado en la Merced, en su misma supultura de la manera que él ántes lo pidió. Era D. Diego de mediano cuerpo, de edad de veinte é cuatro años, poco más, muy virtuoso y entendido, é valiente, é buen hombre de á caballo, liberal é amigo de hacer bien; su madre fué una india natural de la Tierra Firme. Teníase grande esperanza de su persona si viviera; no carecia de vicios, ántes tuvo los que generalmente tienen los más hombres de Indias. El capitan Peranzures anduvo preguntando á los que se hallaron presentes si habian oido á D. Diego que habia dicho ser digno y acreedor de aquella muerte, porque por su mandado habia sido muerto el Marqués; y esto no lo preguntaba con ignorancia, porque y todos entendieron nunca D. Diego dijo tales palabras, mas parecíale á Vaca de Castro é á él é á otros, que para su justificacion convenia todo. Y de esta manera feneció D. Diego de Almagro, y en él hobieron fin las reliquias de su padre, recibiendo entrambos una especie de muerte en la ciudad del Cuzco.

él

CAPÍTULO LXXXV.

De las cosas que más fueron hechas por el gobernador Vaca de
Castro, é de cómo nombró por sus capitanes para la
conquista del rio de la Plata á Diego de Rojas é
Felipe Gutierrez.

Despues de haber sido hecha justicia de D. Diego de Almagro, como hemos dicho en el capítulo precedente, á algunos de los que con él se hallaron en la batalla, que estaban presos, los oyó en justicia, é, dando sus descargos, fueron sentenciados moderadamente, condenándolos en algunas penas livianas. É de todo lo que sucedió, el Gobenanador enviaba despaños á S. M., é á los de su muy alto Consejo; y á los oficiales reales mandó que se toviese gran cuidado en mirar que no se perdiese cosa alguna de los bienes que habian sido confiscados para la Cámara Real, y en todo se tenia muy grande aviso. Habia venido, como hemos dicho, de las provincias de Chile, donde estaba poblando Pedro de Valdivia, el capitan Monroy, á pedir socorro, porque no bastaban los que allí estaban á domar los bárbaros, ni á descubrir enteramente lo interior de aquellas provincias; é, como Vaca de Castro viese que convenia al servicio de S. M., proveyó el más bastante socorro que pudo, yendo con él Monroy y llevando poco ménos de cien españoles, é caballos, é armas, é por la mar fué un navío que llevó cumplimiento de las cosas necesarias. É como el gobernador Vaca de Castro no pudiese contentar á todos los que le habian seguido, con darles repartimientos de indios, tuvo gran cuidado de, á los que iban en las conquistas é descubrimientos, proveerles de caballos, é otros socorros, con que podian salir del reino á ser aprovechados; y en esto bien le podemos loar de prudente.

Teníase gran noticia de las provincias que se extienden á la parte occidental, por donde corre el grande é muy poderoso rio de la Plata, que cuando sale á entrar en el Océano más parece algun seno de mar que rio; é como en los tiempos pasados se descubrió la entrada de este rio, ciertos españoles que fueron por él arriba, é allegaron á las provincias, contaban grandes cosas, é la fama é aún los acaecimientos siempre los engrandecen más de lo que es. Decíase que habia tanta cantidad de metal de plata é oro, que no lo tenian los indios en nada, é asimesmo se vieron piedras preciosas de esmeraldas; é yo conocí á Francisco de César, que fué capitan en la provincia de Cartagena, que está situada en la costa del Océano, y á un Francisco Hogaçon, que tambien es de los antiguos conquistadores de aquella provincia, é muchas veces los oia hablar, é afirmar con juramento, que vieron mucha riqueza é grandes manadas del ganado que acá llamamos ovejas del Perú, é los indios bien vestidos é de buen parecer, é otras cosas muchas que no hacen á mi escritura saberlas. É despues fué por Gobernador á aquella tierra D. Pedro de Mendoza, é pasaron los acaecimientos que yo diré en el suceso de la última guerra, é venida del presidente Pedro de la Gasca.

É como la fama de aquella riqueza estoviese extendida por todas partes, codiciaban muchos hallarse en ella, é como al tiempo que el capitan Peranzures fué á descubrir los Chunchos tuviese noticia de aquel rio, é se creyese que el nacimiento era en la laguna de Bonbon, é que el rio de la Plata se formaba de sus brazos principales de los rios de Apurimá é Xauxa, Felipe Gutierrez y el capitan Diego de Rojas deseando hacer alguna conquista que fuese memorada, é S. M. servido, pidieron al gobernador Vaca de Castro aquella empresa; é como en tanta manera él desease de ver derramada la gente, y que las provincias se abriesen y enteramente se descubriesen, é que el nombre de Cristo fuese conocido en todas partes, fué contento é muy de voluntad favoreció á todos los que quisieron ir á aquella conquista con armas é caballos, é

dineros, nombrando á Felipe Gutierrez por Capitan general é á Diego de Rojas por Justicia mayor, é á Nicolás de Heredia por Maese de campo, dándoles los poderes é provisiones que convenian en nombre del Rey, nuestro señor; é que si por caso Felipe Gutierrez faltase, por enfermedad ó porque los indios lo matasen, que quedase todo el cargo en Diego de Rojas, é si el mesmo Diego de Rojas por el consiguiente fuese muerto, que quedase el cargo en Nicolás de Heredia. É como los soldados supieron que Diego de Rojas hacia la entrada, teniéndole por buen capitan, muchos se aparejaron para le seguir.

CAPÍTULO LXXXVI.

De cómo el gobernador Vaca de Castro hizo el repartimento de las provincias, é allegó á la ciudad de Los Reyes el capitan Gonzalo Pizarro, é de las práticas que tenia.

Hechos los proveimentos que hemos contado, el gobernador Vaca de Castro, por virtud de la provision que trujo de Gobernador, ordenó de hacer el repartimento general de todo lo que estaba vaco, en lo cual no se olvidó á sí ni á los que tenia por amigos, pues tomó é les dió lo mejor y más. É por justificar su causa, ó por ser informado de las cosas bien de raíz, mandó á cuatro conquistadores de los antiguos, que, debajo de juramento solemne, le avisasen de los servicios que habian hecho los que estaban en el reino desde su descubrimiento; lo cual hecho, se repartieron todos los naturales de las provincias, dando á los encomenderos títulos, y que en nombre del Rey, nuestro señor, se sirviesen de ellos, con que fuesen obligados á los industriar en las cosas de nuestra sacra religion; é mandó que se visitasen todos los pueblos del reino. É, como muchos capitanes saliesen del Perú á las conquistas, mandó Vaca de Castro que con moderacion llevasen algunos naturales para su servicio, porque no era cosa decente acabar de disipar las provincias, que, con las calamidades é guerras pasadas, estaban casi despobladas, é si algun soldado queria salir de este mandamiento le mandaba castigar; é, ciertamente, fué de gran provecho mandar Vaca de Castro lo que decimos, porque en lo pasado hobo gran desórden.

En los capítulos de atras hicimos mencion de como Gonzalo Pizarro salió de la Canela muy fatigado, él é los que

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