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Cuzco, con letras que para siempre le publican por traidor. Pues como ya llegase no muy lejos del Cuzco, deciánle los que con él iban, que, habiendo él sido recibido en el Quito por Gobernador, por la dejacion é nombramiento que su hermano en él hizo, que habia de procurar no solamente lo del Quito mas de todo el reino, de la mesma manera que su hermano el Marqués lo gobernaba ántes que muriese; é que si así no lo hiciese, que todos le ternian por hombre flojo é falto de ánimo, é que se tuvo en tan poco que no osó emprender lo que era suyo; é con estas práticas vino el negocio à tales terminos, que acordó él con ellos y ellos con él, á lo que dicen, de matar á Vaca de Castro y alzarse con el reino. Y en esta conjuracion se halló presente Villalva, é pareciéndole mal, se apresuró á andar hasta llegar al Cuzco, é avisó de ello al gobernador Vaca de Castro; é, como lo supo, mandó á la gente que tenia cuidado de la guardia de su persona que no se descuidasen, é, apercibiendo á todos los más que pudo, se halló con cuatrocientos hombres, que trataron entre los más principales, estando en acuerdo con él, de, venido Gonzalo Pizarro, si anduviese en alguna cosa que no fuese lícita ni conveniente al servicio de S. M., que le cortasen la cabeza. En este tiempo Gonzalo Pizarro venia ya junto á la ciudad, y como nunca falte quien deje de dar aviso, fuéronle al capitan Gonzalo Pizarro cartas, en las cuales le decian que mirase por su persona, porque Vaca de Castro le habia de matar; é como supo esto Gonzalo Pizarro habló con Juan de Acosta é con otros, diciéndoles que tuviesen ánimo de matar á Vaca de Castro, al tiempo que viesen coyuntura y él los hiciese una señal. É llegado á la ciudad, salieron algunos á le recibir; é como ya fuese público que Villalva habia descubierto la trama, afirmaba con juramento no haber pensado tal, é que Villalva habia con mentira dicho aquello; Villalva lo sustentaba tornando á nombrar de nuevo a los que eran en el negocio. É, como vieron y entendieron ser ya descubiertos, huyeron algunos, y Vaca de Castro los mandó buscar, é si los hallaran fueran puestos en la horca.

Al tiempo que Gonzalo Pizarro iba por la calle donde están las casas del aposento del Gobernador, estaban muchos arcabuceros á las paredes de las calles, é dentro de la casa la guardia convenible, é á la puerta D. Martin de Guzman, para que no consintiese que entrase otra persona nenguna que él al aposento donde estaba el Gobernador, é así fué hecho. Vaca de Castro mostró recibillo muy bien, tratando sobre la jornada que hizo en la Canela, y el gran trabajo que en ella se pasó, é despues de le haber dicho Vaca de Castro que asegurase su ánimo é viviese en quietud, se despidió de él; é no dejando de andar tramas de los hombres de la condicion que tengo dicho, que ensistian en mal, hablando á Gonzalo Pizarro que Vaca de Castro le queria matar, é á Vaca de Castro decian que Pizarro andaba tambien por le matar é alzarse con el reino, como las cosas no estoviesen tan enconosas como despues lo han estado, Vaca de Castro mandó llamar al capitan Gonzalo Pizarro, é por auto que pasó ante el secretario Pero Lopez le dijo que se fuese á los Charcas, donde era vecino, y estoviese sin tener junta de gente que fuese causa que se recreciese algun escándalo, so pena de traidor é de perdimiento de todos sus bienes, sino que viviese como un hombre particular.

Pasado esto quieren decir que Gonzalo Pizarro tenia todavía la intencion dañada, é que saliendo un dia el Gobernador con su guardia vino Gonzalo Pizarro á le hablar, é como los arcabuceros le viesen acercar, quisieron tomarle en medio; é como Vaca de Castro los vió venir les dijo: «Deteneos allá, que adonde Gonzalo Pizarro está no es menester otra guardia, pues estando mi persona con él yo me tengo por seÉ guro. » que, oidas aquellas palabras de tanta confianza, cesó el propósito que tenia, é se partió para la Villa de Plata, donde tenia indios que rentaban más renta que tienen en españa el arzobispo de Toledo y el conde de Benavente, acompañado solamente de sus criados.

CAPÍTULO LXXXIX.

De cómo salieron del Cuzco los capitanes Felipe Gutierrez y Diego de Rojas para ir á sus conquistas.

Bien será que, pues las guerras ceviles de las Salinas é Chupas ya son pasadas, mientras se congela é viene el tiempo de la de Quito é Guarina, é las más que hobo en el reino, que digamos y prosigamos nuestra materia con contar las cosas que sucedieron, pues de ello me he obligado de dar noticia á mi patria; é tengo el sentido tan ofuscado en bien comprender las cosas que nos faltan, é mi persona tan fatigada de los grandes caminos é contínuas vigilias que he tenido, que, cierto, tengo necesidad de auxilio divino para salir con tan grande empresa como tengo entre manos.

Tal me hallo, como muchas veces me ví en las conquistas por donde he andado, subir sierra tan grande é fragosa, que parece lo superior de ella en las altas nubes, pues con ellas é de los celajes están bien acompañadas; é ya que me veia en la mitad de la cuesta hallábame tan cansado, que por muy dificultoso tenia el vérme en lo alto, é mirar hacia abajo parecíame que los hondos valles abajaban al abismo, é sin fuerzas pedia á Dios ayuda para pasar adelante. É mirando las cosas que están escritas desde el año de veinte é tres á esta parte, é cuán larga ha sido la escritura, y lo mucho que me queda hasta darla fin, estoy en esto en más trabajo que no el de las sierras, porque si quiero dar fin á lo comenzado quedo corto, é si quiero proseguir, mi juicio es tan débil é mi cabeza tan flaca, que no se cómo lo podré hacer. Mas miran do, como dice el Filosofo, que las grandes cosas é materias su

bidas han los hombres de emprender, pues las comunes es obra de todos, pidiendo á Dios me dé esfuerzo, é invocando la ayuda de su Madre sacratísima, pasaré adelante é daré fin á la obra ó la muerte la dará á mi vida.

Ya hemos dicho como el gobernador Vaca de Castro nombró por su General al capitan Felipe Gutierrez, para el descubrimiento de la provincias setentrionales que confinan con el famoso rio de la Plata, é con el Estrecho de Magallanes, y al capitan Diego de Rojas para que, en la primer ciudad que fundasen, quedase por Teniente de Gobernador, é júntamente con ellos nombró por Maese de campo á Nicolás de Heredia; é como en este Imperio de las Indias ha habido grandes desasosiegos por muerte de los capitanes, deseando Vaca de Castro que S. M. del Rey, nuestro señor, no fuese deservido en cosa alguna, ni entre los españoles que iban á aquella jornada hobiese desconformidad, proveyó en los poderes é provisiones que les dió, que si fuese Dios servido que muriese Felipe Gutierrez, que el cargo quedase en los dos, é si dellos muriese el uno, quedase en el otro. Habia muy gran noticia de un rio llamado Arauco, que confina con Chile, é tenian intento de descubrir hácia aquella parte. Como los capitanes tuviesen sus provisiones, entendieron en hacer gente, é juntaron ciento é treinta españoles de pié é de á caballo, é para proveerlos, sin las ayudas que hizo Vaca de Castro, gastaron todos tres los más dineros que pudieron; por Alférez general salió Hurtado, é Pedro Lopez de Ayala por capitan, é Rodrigo de Cantos por oficial del Rey, y entre estos iba el animoso mancebo Diego Alvarez, que despues fué Alférez general en la rota de Guarina. É ya que todas las cosas que habian de llevar estaban aderezadas, salió el capitan Diego de Rojas á hacer alto en el valle de Chiquana, con sesenta españoles, adonde se determinó aguardase al General Felipe Gutierrez, é al Maese de campo Nicolás de Heredia, é ansí se partió Diego de Rojas, é por sus jornadas anduvo hasta llegar á aquel valle, á donde de los indios naturales supo como adelante habia gran poblado, é los indios poseian

muchas gallinas de Castilla; lo cual era, que á los españoles que salieron de España para el descubrimiento del rio de la Plata, por mandado de S. M., é traian por Gobernador á Don Pedro de Mendoza, pasaron grandes acaecimientos é cosas que yo no escribiré.

Pues vea el lector lo mucho que tenemos de entender en lo del Perú, puesto que un amigo mio muy singular me ha mandado que dé noticia de aquellos tan nombrados rios, Uriaparia é Marañon é de éste de la Plata, é yo le respondi que, siendo Dios servido de darme gracia que salga con el itinerario de mi peregrinacion, que yo le haria un libro particular de aquellas cosas; é así, tengo ya las relaciones verdaderas de hombres que se hallaron en aquellos tiempos en los descubrimientos, é para en aquel lugar dejo al lector que mire lo que aquí falta. Pues para proseguir nuestra obra no hay necesidad de recitar más que los españoles que vinieron por aquel descubrimiento, despues de muerto su Gobernador, como eran recien venidos de España é no entendian las cosas de la tierra, é lo que requiere á los que en ella han de conquistar, murieron muchos de ellos, é los que quedaron, como eran caballeros é hombres de pundonor, é la muerte tomase más breve á la gente suez que á la noble, metiéronse la tierra adentro á la parte de Oriente, é atravesaron muchas regiones é grandes provincias, hasta que al fin vinieron á salir muy cerca de la villa de Plata, como adelante diremos; é, como de las naves que habian desembarcado en la costa, dejaban de las gallinas que digo, pudieron estos dos descubridores llevar algunas, é los indios, como viesen ser provechosas é singulares para comer, criaron tantas que se derramaron é acudie-, ron por todas partes, é por esto pudo Diego de Rojas tener noticia de que las habia. É como estos indios sean tan noveleros, engrandecen aquella tierra con falsa fama, diciendo que los cristianos que andaban por ella estaban muy prósperos, é que ella en sí era muy rica de metales de plata é oro. Los españoles, vistas aquellas cosas, rogaron á Diego de Rojas que dejase el camino oriental que llevaba hacia el rio de Arauco,

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