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holgaba, porque, como era de poco saber y de bajo entendimiento, no sabia con prudencia entender á los que le iban con nuevas é injustas informaciones. Y deseando el capitan Jorge Robledo hacer lo que decimos, se partió de Ancerma llevando por su Alférez al capitan Alvaro de Mendoza, principal caballero de los que andaban en aquella conquista, y que habia muchos años que servia á S. M.; é con cien españoles de á pié é de á caballo, se partió de Ancerma é pasó el rio Grande por el pueblo de Irra. É dejando las cosas de aquella gobernacion en este estado, volveremos á la principal materia, y diremos de la manera que en España fué proveido el licenciado Cristóbal Vaca de Castro por Gobernador del Perú.

CAPÍTULO XXIV.

De cómo el alcalde Diego Nuñez de Mercado llegó en España y dió nueva de la muerte del Adelantado, y como Su Majestad se tuvo por deservido de ello y proveyó por Juez

al licenciado Cistóbal Vaca de Castro.

Ya es tiempo que volvamos á la materia de las guerras civiles, porque hasta agora bien habrá visto el lector que el discurso de la obra no nos ha dado lugar para ello, y que lo que hemos tratado ha sido cosas convenibles, y que, si de ellas no hiciéramos narracion, quedara muy gran confusion en nuestro compendio; é para tratar agora de la venida de España á estas partes del licenciado Cristóbal Vaca de Castro, es necesario que digamos cómo se supo en España y quién llevó la nueva de la batalla de las Salinas. Pasó, pues, ansí; que el alcalde Diego Nuñez de Mercado, como siempre se hobiese fiel amigo del adelantado D. Diego de Almagro, despues que en el Cuzco el comendador Hernando Pizarro le hobo cortado la cabeza, procuró de salirse del reino con toda presteza y con la más disimulacion que pudo porque no le estorbasen, y embarcado en un navío se fué luégo á Tierra Firme, y desde allí, con mayor voluntad, navegó é anduvo hasta que se vido en la corte de S. M., y dió nueva de la batalla de las Salinas y de la muerte del adelantado D. Diego de Almagro, é de todo lo demas que habia pasado en el Perú, como aquel que bien lo sabia pues habia sido tercero en todos los negocios y conciertos que hobo entre los gobernadores. Y como el Emperador supo la muerte de Almagro le pesó grandemente, y se tuvo por deservido de las cosas que habian pasado en el Perú, y que un servidor é vasallo suyo tan leal fuese muerto con

tanta crueldad, y mandó á los de su Consejo que proveyesen justicia sobre aquel caso; y dende á poco tiempo allegó á España Diego de Alvarado y tambien Diego Gutierrez de los Rios, los cuales todos contaban lo sucedido en la muerte de Almagro, pidiendo justicia.

Tambien allegó á España D. Alonso Enriquez y otros que contaban las cosas diferentemente de como habian pasado; é los del Consejo de las Indias, deseando ser avisados de la verdad, nombraron por Juez de comision, y para que hiciese las informaciones, al licenciado Cristóbal Vaca de Castro, el cual quieren decir algunos que Hernando Pizarro procuró con el cardenal Loaysa, para que fuese él y le encargaran las cosas del marqués Pizarro, é que se mostrase favorable en sus negocios. En fin, como quiera que haya sido, á este Licenciado se mandó que fuese al Perú á entender en lo que decimos, y que si por caso, durante el tiempo de su llegada allá ó estada, falleciese el marqués D. Francisco Pizarro, S. M. le mandó dar una Cédula Real para que, siendo así ó hallando muerto al Marqués, él pudiese ser Gobernador é tener la provincia en gobernacion como el mesmo Marqués. É porque tambien habian ido algunas quejas á España del doctor Robles, oidor del Audiencia de Panamá, S. M. mandó al juez Vaca de Castro, que llegado á Panamá fuese Presidente el tiempo que allí estoviese, é tomase residencia al oidor Robles é doctor Villalobos; é dejada en órden el Audiencia, y como él fuese servido, se partiese luego para el Perú, donde, en llegando, tomase las informaciones y mirase de la arte que habian pasado allí las cosas, é luégo le avisase dello. Vaca de Castro aceptó el cargo, é dió de si grande esperanza que con diligencia entenderia en ello, é haria lo que al servicio Real conviniese. É luégo que se divulgó en España la venida del licenciado Vaca de Castro al Perú, Diego de Alvarado y otros escribieron á Diego de Almagro é á Juan de Herrada, como el doctor Beltran y otros de los que estaban en el Consejo por Oidores habian recibido grandes presentes del Marqués, por donde se colegía que Vaca de Castro no haria allí recta justicia; y ansí, llegadas

estas cartas causó alguna turbacion en los ánimos de los de Chile. Vaca de Castro, despues que tuvo el despacho para su venida, se partió de la corte y vino á San Lucar, adonde se embarcó, nombrándose Presidente del Audiencia de Panamá. Al Marqués no faltó quien desde España le avisó de la ida de Vaca de Castro, é de cuán cortos poderes llevaba, y que no tuviese nengun recelo porque más iba para le dar favor, que no para que por su causa le viniese nengun deshonor.

Vaca de Castro anduvo por la mar hasta que llegó á Nombre de Dios, y de allí fué luégo á la ciudad de Panamá, donde llegó mediado el mes de Enero de mil é quinientos é cuarenta y dos años; publicaba que traia grandes poderes y comisiones. Llegado á la ciudad de Panamá, fué recibido por Presidente en el Audiencia é Chancillería Real, que por S. M. allí residia; en ella estaban por Oidores el doctor Robles y el doctor Villalobos, y despues que lo hobieron admitido al cargo de Presidente, presentó una Cédula Real, en que por ella S. M. mandaba que tomase residencia á los Oidores, especialmente al doctor Francisco de Robles, que habia mucho tiempo que usaba aquel cargo, é habian de él ido á España algunas quejas. Luégo le suspendió el oficio de Oidor é le tomó la residencia, y, por desear con brevedad partirse al Perú á entender en lo que allá habia que hacer, cometió la residencia al doctor Villalobos, que contra él no hobo demanda ni cargo que le poner, y al licenciado Paez de Laserna, que entónces habia venido por Oidor, de España. Él aderezó luégo su partida é se partió del puerto de la ciudad de Panamá, en un galeon que era del doctor Sepúlveda, yendo con él D. Pedro Luis Cabrera é Hernan Mejía, Veinticuatro de la ciudad de Sevilla, y salió del puerto á diez y ocho de Marzo de mil é quinientos é cuarenta é dos años. Iba tambien con él Juan de Casares, Contador del Perú, é Sebastian de Merlo, Secretario que habia sido en aquella Audiencia; é acompañado de algunos navíos se partió para el Perú.

CAPÍTULO XXV.

De las cosas que pasaron en la ciudad de Los Reyes, é de cómo Peralvarez Holguin salió de la ciudad del Cuzco

para ir à descubrir.

Por las cartas que se habian escrito de España, se sabia y era público en la ciudad de Los Reyes la venida de Vaca de Castro por Juez; é los de Chile no veian ya la hora que verlo en el reino para pedir justicia sobre la muerte que habian dado al adelantado D. Diego de Almagro. Y pasaban muy grandísima necesidad, y el Marqués en ninguna cosa remediaba su fatiga, ántes bien tenia una estancia y heredad con unos indios, que ya digimos habérsela dado Domingo de la Presa ó vendido á D. Diego, é sucedió que Domingo de la Presa murió en este tiempo, é Francisco Martin de Alcántara, hermano del Marqués, pidiósela, y áun sobre ello hobieron palabras, porque el Obispo, segun décian, pretendia para sí la estancia, y, en conclusion, el Marqués la dió á Francisco Martin, é la quitó á D. Diego. Cosa por cierto muy mal hecha, é no conforme al merecimiento que D. Diego, por respeto de su padre, tenia y merecia, que tanto en aqueste reino habia trabajado é mostrádose en el servicio del Rey. É como de ella se proveian de maíz é de otras cosas convenientes al servicio de la casa, donde todos vivian, sintieron la falta en tanta manera que el mozo D. Diego era compasion oir lo que decia, é quejarse de la crueldad que el Marqués con él usaba. Juan de Herrada, criado que habia sido de su padre, por todas las vías que podia buscaba con qué sustentar á D. Diego y á los que le acompañaban, que andaban muy pobres; verdad sea que el Marqués, por hacer amigos de algunos de ellos, envió á decir

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