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vamente del poder humano, porque es su manifestacion espontánea: el torrente no se detiene sinó se dirije para evitar sus males y convertir sus aguas en riegos benéficos.

Todos los pueblos han sufrido ó sufren estos movimientos mas o menos violentos, y sean cuales fueren los medios que ponen en juego y su condenacion por la ley moral, no puede negarse que en medio á las perturbaciones de doctrinas estravagantes y contrarias á la naturaleza humana, algun fondo de justicia existe que no debe despreciarse, porque quizá en él consista el elemento del progreso.

La República Argentina ha llevado una vida de sinsabores y amarguras desde su emancipacion misma; y regado su suelo por la sangre de sus hijos ha visto sobre su frente estampado el South América como un signo de desprecio. Pero esa situacion que tantas causas esplican, es un rico caudal de esperiencia que no puede despreciarse, y es la escuela de aprendizaje por la que hemos tenido que pasar para conquistar nuestra actual condicion política y social. No es despreciándola que algo alcanzaremos: es buscando en sus elementos las soluciones palpitantes, que podremos ponernos en guardia contra nuestros errores y pasiones. Persigamos las grandes conquistas, y aprendamos á evitar los estravios á que nos conducen nuestras debilidades.

Desgraciadamente todo no marcha así y los elementos concurrentes cooperan á estraviar los elementos de opinion. y á desnaturalizar los principios constitucionales. Acabamos de salir de una dolorosa situacion, dejando girones de nuestras institucioues y enrrojecido con sangre de hermanos el

pedazo mas rico del suelo de la pátria. No quiero juzgarla, aunque se puede decir, sin temor de equivocarse, que á nadie de los que tuvieron participacion en ella, le es lícito arrojar la primera piedra. ¿ Hemos aprendido algo? ¿Cuáles han sido sus resultados?

Se ha roto el equilibrio de nuestro sistema federal dejando en la impotencia la única Provincia que podia impedir las posibles absorciones del gobierno central, creyendo que esa era la condicion de la nacionalidad, en una situacion creada mas por los hombres que por la importancia respectiva de los Estados. Han quedado en pié los partidos permanentes con los ódios y rencores de toda lucha llevada al terreno de la fuerza, y las brisas benéficas de un porvenir tanto tiempo esperado, no parecen disipar todavía las negras nubes del horizonte político.

Así, el poder nacional sin contrapeso, ajitado por movimientos imprudentes y que los círculos no meditan bastante, exajera sus propias atribuciones pudiendo llegar hasta poner en peligro el juego regular de las instituciones locales; y á nuestro juicio no hay otro medio de volver todo á su quicio, de hacer que las instituciones tomen su carácter genuino, que buscar las interpretaciones de las disposiciones constitucionales con un criterio 'desapasionado y fuera de todo interés, de toda combinacion política.

Las grandes limitaciones constitucionales llaman siempre la atencion pública, porque se presentan con un carácter general en que todos se encuentran comprometidos, en que todos y cada uno pueden sufrir sus consecuencias: no sucede asi con las limitaciones que tomadas especialmente

hieren en un momento dado el derecho ó el interés de un individuo aislado, aunque sus resultados puedan ser mas tarde funestos para todos. Este es nuestro modo de ser, y parece que estuviera en nuestro temperamento y en nuestra raza agregados al egoismo que se desarrolla en los individuos con las necesidades que crea el progreso social y las nuevas exigencias de la vida.

Con este convencimiento y observando los males que causan las pasiones políticas con sus soluciones tan exageradas como contradictorias, hemos pensado que fuera útil el estudio de las garantías constitucionales y sus limitaciones, en tanto se invocan por los individuos y por los gobernantes en el ejercicio de los derechos que les son propios.

Hemos buscado las soluciones con espíritu sereno y sin ideas preconcebidas; y al formularlas en este libro, se verá por lo menos los esfuerzos del que busca la verdad, sean cuales fueran los errores que en sus investigaciones ha podido cometer. «El mas grande de los placeres humanus, ha dicho Thiers, es el de satisfacer su propia inteligencia, el de decir lo que se cree verdadero y decirlo ante todo el mundo». (1)

Buenos Aires, 15 de Julio de 1881.

1) Discours parlementaires, t. VI, pág. 210.

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No hay palabra, ha dicho Montesquieu, que haya recibido significados mas diferentes y que haya impresionado los espíritus de tantas maneras como la libertad. (1) Y la verdad de esta afirmacion se esplica fácilmente, si se tiene en cuenta que la libertad ha formado en todos los tiempos el desideratum de los indivíduos y de los pueblos en sus esfuerzos por operar su desenvolvimiento.

Desgraciadamente, la confusion del significado no ha sido un hecho aislado que ha pasado sin influencia

(1) De l'Esprit des lois, lib. XI, cap. II.

entre las tantas abstracciones de los espíritus militantes. Buscando su aplicacion, ó sufriendo la influencia del medio en que aparecía, sus efectos se han hecho sentir en todas las manifestaciones de la actividad humana, imprimiendo un sello de consecuencias mas ó ménos fatales.

En las sociedades antíguas, el indivíduo desaparecía ante la familia y ante la patria, porque la familia y la patria eran el conjunto de todas las aspiraciones y de todos los derechos; y de aquí la libertad en la omnipotencia del Estado, en la manera de gobernar ó de ser gobernado, sin consultar para nada los derechos. de los indivíduos, sin tener en cuenta su personalidad. Mas tarde, y á la desaparicion del mundo antiguo, los elementos sociales desaparecen en el caos de las invasiones devastadoras, y el indivíduo recupera su independencia salvaje, las leyes directoras pierden toda su influencia, y la libertad se presenta en la semejanza soñada del estado natural, en el indivíduo aislado y fuera de la sociedad, falseando así su destino marcado por la mano de Dios en todos los elementos que constituyen sus caractéres distintivos.

¿Era esto lo que debía presentarnos el mundo moderno? ¿Era esta la verdadera manifestacion de la libertad en el individuo y en la sociedad? Las luchas contínuas y las conquistas que han sido sus consecuencias, nos demuestran hoy claramente que no; y que solo las turbulencias de las ambiciones y de los intereses, y la ignorancia de las mayorías que se sometian fácilmente á su influencia corruptora, han podido desnaturalizar los sanos principios y hacer difícil sinó imposible, su adquisicion.

Si la libertad, tomada en su sentido absoluto ó abs

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