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No adulamos ni escarnecemos ningun poder viviente ni caido; y procurando hacer callar toda pasion, hemos intentado reflejar en algunas breves páginas los juicios serenos é imparciales de la historia, los fallos concluyentes de la crítica y la filosofia.

Nuestra intencion ha sido leal y honrada; los medios de inteligencia y desempeño, reconocidamente insuficientes. Mas confiamos que si no faltará quien nos condene, tampoco dejará de haber quien nos absuelva.

Pero este modesto Estudio, débil Ensayo más bien, ¿á quién podrá ofrecerse, á pesar de su insig-nificancia, con título tan legítimo, por lo que en sí encierra, como á la noble Pátria, que clama por su unidad, por la paz y ventura de sus hijos, por la igualdad, libertad y confraternidad de todos los miembros componentes de su gran entidad?

¿A quién deberemos deponer nuestros humildes homenajes, con tan justos motivos, como á la ilustre colectividad, la heróica Nacion Española, gobernada y regida por sus magistrados naturales, reconocida

y

acatada por los otros pueblos, y que, mediante sus mandatarios legales, se apercibe á deliberar, le

gislar y juzgar sobre sus derechos, sus intereses y sus destinos?

A esta majestad social y política, que se prepara á discutir v resolver sobre sus necesidades más vitales, sobre sus conveniencias más íntimas y sobre su modo más esencial de ser; á este poder soberano, que meditará y decretará en sus altos juicios lo que le aconseje su sabiduría respecto de su efectiva unidad, de su moral y material progreso y de su pacífica y más gloriosa existencia, es á quien el oscuro autor de estas incorrectas frases, á virtud de creer que interpreta con alguna fidelidad las ideas y sentimientos generales, en este punto, se permite el honor de dedicarlas.

Sí: á esta inclita Nacion, que en lo antiguo resistió al poderío romano, y de Sagunto y Numancia hizo los eternos emblemas de la lealtad y el patriotismo; que en la Edad Media reconquistó su suelo, recobró su vida política, arrojó allende los mares los enemigos de su fé, y llevó á un nuevo mundo los esplendores de su lengua y la cristiana civilizacion; que en los tiempos modernos sostuvo su independencia contra las legiones del gran capitan del siglo, y con la sangre de los héroes de Zaragoza y Gerona,

de Albuera y Arapiles, refrescó los más inmarcesibles laureles: á esta tan noble como infortunada España, que hoy alza sus clamores contra un privilegio odioso, anómalo, escandalosamente injusto y causa fatal de la lid fratricida que desgarra sus entrañas, es á la que ofrecemos nuestras pobres consideraciones, confiando que sabrá hacerse justicia, y su derecho quedará triunfante y acatado.

FRANCISCO CALATRAVA.

Madrid, 15 de Enero de 1876 (2).

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Preámbulo. -Sacudida que ocasionó en España la revolucion francesa. - Córtes de Cádiz. Orígen y division de los partidos políticos.- Retrógrados ó tradicionalistas y reformistas ó liberales. - Movimientos políticos en el reinado de Fernando VII. — Lucha. - El Absolutismo. - La Teocracia. — El Privilegio. Liga de estos tres elementos.-Guerra civil.-El convenio de Vergara. El carlismo, encarnacion del absolutismo. -Sus elementos de vitalidad.-Impolítica de pactar con la rebelion.-Heroismo de Roma.-Conducta del Norte-América en su guerra con el Sur.-Insensatas complacencias de los Gobiernos con los órganos del absolutismo. - Conducta de Inglaterra en las dos rebeliones contrarevolucionarias. - Desesperado combate de la Liga retrógrada. — Merecido elogio del soldado español.

La cuestion de los fueros vasco-navarros estaba destinada á alcanzar en España y en Europa una triste y funesta celebridad. Nuevo Erostráto, se ha adquirido un nombre, reduciendo á cenizas el sacrosanto templo de la patria.

Esos fueros, vetusta reliquia de unas ideas, de unas necesidades y de una edad que hace mucho

tiempo pasaron, para no volver, son hoy el mayor de los anacronismos, la más insigne de las inconsecuencias y de las imprevisiones políticas, el más injusto y odioso de los privilegios, y una perenne causa de perturbaciones y guerras, de duelos y calamidades, de vergüenzas y desastres.

Los grandes acontecimientos de que fué teatro el continente al principio del siglo, produjeron inevitablemente en nuestro país una violenta sacudida, que despertó á nuestros padres del profundo letargo en que les tenia sumidos un deprimente despotismo, tres veces secular.

Los chispazos que con el choque de las armas y de las ideas salvaron el Pirineo, aumentados con el marcado influjo que sobre los espíritus ejercieron las huestes de Francia, produjeron una conflagracion que bien pronto se dió á conocer en el movimiento político que estalló, con la restauracion de las antiguas Córtes, y con las reformas sociales, políticas, religiosas y jurídicas que á la ilustre Asamblea de Cádiz hicieron memorable.

España, que, desde que acabó la Guerra de Sucesion, apenas si entrañó en su seno otros partidos que las banderías teológicas, hallóse necesariamente dividida entre los hombres que por educacion, conveniencia, cuna y estado, eran de todo punto adictos al antiguo régimen, á la estrecha alianza del altar y del trono, que sostenia el privilegio, las vincu

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