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La Lengua es el instrumento de que nos servimos para expresar nuestras necesidades, nuestras pasio

nes, nuestras ideas, nuestros sentimientos; y este instrumento es más ó ménos simple, más ó ménos compuesto, más ó ménos primitivo, más ó ménos moderno, á medida que el pueblo que lo emplea es más o menos culto, más ó ménos primordial, más ó ménos nuevo.

Así fué que los pueblos que recibieron la civilizacion griega, no pudieron dejar de adoptar en su lengua términos griegos; como los pueblos que fueron sometidos al yugo romano, no pudieron ménos de ir fundiendo en su lengua originaria voces del idioma latino; cual nosotros mismos, á pesar de la riqueza, de la abundancia del habla castellana, hemos ido adoptando y fundiendo en nuestra lengua multitud de términos de orígen italiano y francés que, no obstante calificativos deprimentes de puristas, han tomado carta de naturaleza: consecuencia natural del desenvolvimiento de las ciencias y la civilizacion, y del contacto que promueven el comercio y las guerras.

Despues del hundimiento del coloso romano, las naciones modernas fueron formando sus diferentes lenguas de elementos latinos y germánicos, en particular las occidentales y meridionales de Europa; de modo que los idiomas vulgares, unos más, otros ménos, descubren sus elementos constitutivos, como sucede con el italiano, el español, el francés, el portugués, etc.

Mas no ocurre así con la lengua euskara. El idioma de este pueblo no es semejante, ni afin con el de

déspota en el cielo, un rey déspota sin entrañas, es su más fiel imágen, y su más agradable objeto en la tierra.

La Filosofía no es en ese país el amor á la sabiduría, la ciencia del hombre y del mundo, la ciencia que nace de la reflexion, y que se desenvuelve por la razon la filosofía no es allí otra cosa que la contemplacion de la unidad absoluta, prescindiendo de la razon, antes bien torturándola, aherrojándola, condenándola. Y para arribar á esa contemplacion, no intentan elevarse en alas de las ideas, como decia el filósofo de Égina, sino que se abandonan al principio de autoridad; y ese principio, y esa autoridad, no son siquiera San Buenaventura, San Bernardo, ni Fenelon, lumbreras de la alta mística y de la teología contemplativa; sino esas insensateces llamadas La Mística Ciudad, Las Moradas, La Noche Escura, La Vanidad del Mundo, La Diferencia entre lo Temporal y Eterno; ó bien los delirios de La Aurea leyenda, de La Llave de Oro, las visiones de San Antonio Abad, los portentos de San Antonio de Pádua, ó las patrañas de ciertas monjas milagreras.

Pero hay otro punto especial que determina las relaciones, las semejanzas, los orígenes, los vínculos, las fusiones, la originalidad, el aislamiento de un pueblo, y que es lo que en cierto modo contribuye más á considerarlo con ese carácter: queremos decir, la lengua.

La Lengua es el instrumento de que nos servimos para expresar nuestras necesidades, nuestras pasio

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ningun pueblo moderno europeo, sino que más bien debe tener estrecha conexion con el párso, el sanscrito ó el hebréo, propios de las naciones que cuentan más remotos orígenes.

Pero sea lo que quiera de su gran antigüedad, y áun de su pretendida primordialidad, es lo cierto que la falta de semejanza, de afinidad, de conexion de este idioma con todas las lenguas modernas, significa desde luego que el pueblo euskaro se ha mostrado rebelde y refractario á todo conato de fusion; que ha rehusado someterse á toda civilizacion progresiva y exterior; que ha vivido y sigue viviendo, en su parte más genuina, con sus primitivos hábitos, usos y costumbres; que apénas han pasado por él, como por su lengua, los siglos ni las edades, las revoluciones ni las invasiones; en una palabra: que áun al respecto de los mismos hebreos, él es la más fiel imágen del pasado y del oscurantismo, de la inmovilidad y del exclusivismo.

Vemos, pues, de una manera evidente, que hay una oposicion, un contraste, un antagonismo entre la nueva idea, entre el nuevo principio que hoy dá color y carácter al pueblo español, con la idea, con el principio que constituye el modo de sér actual del pueblo euskaro.

La industria, el gobierno, la ley, las artes, las letras, la filosofía, las universidades, la religion, la lengua, que hoy son elementos de la vida íntima de la generalidad de la nacion española, revisten, como

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