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nacional de que se supriman los fueros, y, que se suprimirán.

Nunca fué el cuervo más negro que sus alas. Los dignos héroes privilegiados, ora sepan que tal ha de ser la resolucion de las Córtes, ora no lo sepan, ni lo conjeturen, no pueden ser más vándalos, más asesinos, ni más fratricidas, que lo que han demostrado ser en esa ignominiosa guerra. Tanta sangre vertida, tanto duelo, tanta ruina, exige lucha decisiva, que ni puede ser adversa, ni retardarse, considerando la diferencia que hay, cuanto al número, cuatro pequeñas provincias, contra cuarenta y cinco; setecientos treinta y ocho mil ochocientos cuarenta habitantes, entre las Vascas y Navarra, eliminando de ahí la poblacion liberal de ciudades importantes, como Bilbao, San Sebastian, Vitoria y Pamplona, contra algo más de diez y seis millones de almas; y un ejército de más de doscientos mil hombres, contra unas cábilas de unos veintinueve á treinta mil salvajes. Nada se diga de la influencia moral de haber sido vencidos en el Centro y en Cataluña; de la diferencia de jefes y de material de guerra, y del afan de todo el ejército, en que vá su gloria y su honra. Y, si bien esa cobarde lucha de montaña, tras imponentes trincheras y fortalezas naturales, no es guerra noble y franca, en que baste el valor, la decision y la disciplina, sin embargo, al poder de los cañones, al empuje de corazones bravos, y á la táctica de hábiles generales, no resistirán, y no será dudoso, ni prolongado el éxito.

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Conceptuamos que es mucho mejor se sepa que las Córtes y el Gobierno obrarán como la dignidad, el honor y el interés nacional exigen, de acuerdo con la opinion del país; y eso redoblará las simpatías de la Europa liberal y los votos de los corazones generosos, así como el entusiasmo y ardor de los jefes y soldados de nuestro ejército, que podrán comprender que su sangre no será vertida sin fruto. Que sabrán y verán, que una diplomacia indecisa y contemplativa no esterilizará sus esfuerzos; que aumentará el reconocimiento que les espera de la patria toda, y producirá las seguridades de una paz durable; la extirpacion de un odioso privilegio, enlazado á la vieja teocracia y al aborrecido absolutismo; y hará que fecunden una noble y generosa idea: la unidad nacional; la igualdad de derechos y deberes entre todos; libertad igual, é igual justicia; la consolidacion definitiva del régimen constitucional en nuestra patria.

Todo lo cual debe ser el objetivo de la lucha, que, de otro modo, ni se concebiria, ni se justificaria.

SECCION SÉTIMA.

El régimen moderno no puede aceptar el legado que el antiguo régimen le hizo del mantenimiento de los fueros.-Sólo admite la herencia del absolutismo á beneficio de inventario. —Reconocerlos sería una vergonzosa abdicacion de principios, y una renuncia desdorante é ilegal del derecho de soberanía. Amparar en todos los ciudadanos iguales derechos, y exigirles iguales deberes con la patria, no sería injusticia, ni ménos venganza, con relacion á los rebeldes; ántes bien justicia, equidad y magnanimidad. — Roma. Justificada gradacion de derechos entre los ciudadanos procedentes de las diversas provincias que componian el señorío romano. El civis urbis. - Derecho itálico. El de colonia romana.-Las provincias privilegiadas y los reinos de Castilla.- Paralelo.- La abolicion de los fueros es medida conveniente.Reviste el carácter de imperiosa necesidad.—Ventajas de la unidad.- La rebelion extrema la justicia, la legitimidad y la necesidad de la medida abolicionista.

Prescindamos por completo de varias reformas importantes, que podrian intentarse en los diferentes ramos políticos y administrativos, por formar y componer un todo doctrinal con no pocas ya establecidas, las que ya verán las Córtes y los gobiernos medio de plantear cuando se haga sentir con más energía su necesidad, y los adelantos sean más generales; y ahora nos contraeremos en absoluto á la importantísima, que con notable insistencia exige la opinion pública, y que es el centro á que conver

gen estas sobrado largas consideraciones: la abolicion de los fueros vasco-navarros.

Ya vimos oportunamente en la seccion segunda qué se entendia por fuero, sus distintas clases y las varias acepciones de la voz; qué tiempos, qué necesidades y circunstancias les fué haciendo nacer y desarrollarse; qué fuerza los mantuvo y cuál los hizo decaer, y en fin, por quiénes, cuándo y cómo fueron sucesivamente desapareciendo del vivo teatro de nuestra historia, á excepcion de los vasco-navarros, que venian siendo jurados por los reyes absolutos desde que se inauguró el despotismo monárquico, hasta que lo gastaron el tiempo, sus excesos y la opinion.

Durante los siglos que duró en España el antiguo régimen, ya se ha visto que los reyes en quienes se iba concentrando toda autoridad, con objeto de cimentarla, ó con el de ir formando nacionalidad gradualmente, de tantos elementos confusos y opuestos, unas veces fundándose en rebeliones patentes contra el poder que habian concentrado en sus manos, otras no provocando sus medidas sino actos más ó ménos determinados, es lo evidente que la monarquía absoluta consideraba de todo punto incompatible con su poderío, con su prestigio y con su dignidad esa parte de soberanía que añejas tradiciones, ó corruptelas, le cercenaban. Así fué que apenas hubo un reinado, á no ser que el príncipe fuera un infeliz, como Enrique IV, ó un inepto, como Cárlos II, en que hoy uno, mañana otro, no se le

fuera arrancando algun grano á esa granada de los fueros. Si quedaban existentes los vasco-navarros, acaso fué por formarse un baluarte en ese territorio del privilegio la monarquía tradicional, contra el creciente desarrollo de las nuevas doctrinas.

Mas los principios y teorías del régimen constitucional puro, nada tienen que ver con los compromisos que, en ese órden, pudiera haber contraido el absolutismo. En buen hora que los reyes juraran los fueros vasco-navarros, y ratificaran cien veces el juramento. El actual órden político no puede, ni debe, ni quiere aceptar empeños contraidos contra sus principios, y en su daño, ó más bien, en daño y mengua del mayor número de miembros de una nacion, y en pugna con todo principio social y con las leyes que rigen la naturaleza humana. Los fueristas renuentes acudan al régio panteon del Escorial á pedir cuentas; donde si nó el cargo, que está abierto, como la célebre partida que contra el Dux F. Foscari tenia el terrible Jacobo Loredano, y l'a pagatto, como los vascos pagarán la suya, la data, los que juraron mantenerla y guardarla, y la institucion, yacen reducidos á cenizas, á menudo polvo.

La herencia del absolutismo, cuanto á este punto, las nuevas generaciones, mecidas á otras áuras, no pueden aceptarla, sino muy á beneficio de inventario. Porque, en efecto, el régimen absoluto que vivia apoyado en el privilegio y en la teocracia, estaba en su interés y en su línea de ideas manteniéndolos; pero el sistema constitucional que vive apoyán

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