Imágenes de páginas
PDF
EPUB

solicita del Congreso, este no puede hacerla en la actualidad, cuando oprimida la Nacion por una fuerza estrangera, y una faccion que á su abrigo ejerce todo linage de violencia, no tiene medios de manifestarla. El hecho de la eleccion de los Señores Diputados, con arreglo á las fórmulas constitucionales, sin oposicion ni embarazo, es una prueba irrecusable de que fueron libremente encargados de la actual mision; la permanencia del sistema, durante los anteriores periodos de la existencia del Congreso, es otra prueba de hecho que la Nacion queria conservarle; el entusiasmo patentizado en Enero último y manifestado no solo con palabras sino con hechos, demuestra la continuacion de las mismas ideas; despues, ocupado el territorio Español por los enemigos, no ha podido la Nacion declarar su voluntad. Y en el estremo caso de admitirse la hipótesis de que ella hubiese variado para manifestarse así de un modo auténtico, sería preciso que se hiciese por la misma Nacion libremente. La necesidad y el deseo de todos los pueblos del mundo es defender su independencia, así como del hombre privado de defender su existencia. En sentir de la Comision, las Cortes no deben ni pueden conocer otra voluntad nacional que la espresada.

En cuanto á recursos, cree la Comision que las Cortes han concedido al Gobierno los mas amplios posibles. Sin embargo, para desvanecer cualquiera escrúpulo y evitar cualquiera equivocacion, la Comision entiende que las Cortes deben renovar las concesiones hechas y ampliarlas en cuanto posible fuese, por manera que quede aquel en absoluta facultad de disponer de cuantos imaginare y encontrare, buscando al efecto los mas proporcionados para conseguir el fin.

Por lo tocante al último punto, la Comision cree que las Cortes habrán respondido á él con haber respondido al 2°. Sin embargo, entiende que pueden servirse declarar, que estando espeditas las facultades del Gobierno, no dudan de que las use segun le dictaren su deber y su prudencia.

3. Sesion de las Cortes estraordinarias en Cadiz el dia 10 de Setiembre de 1823 en que se determinó cerrar las Sesiones de estas.

Se leyó y aprobó el acta del dia anterior, y en seguida, manifestó el Señor Presidente que en atencion á hallarse evacuado el particular para que habian sido convocadas por S. M. las Cortes estraordinarias, le parecía estar en el caso de que cerrasen estas sus Sesiones, y que previniendo el reglamento interior, que con anterioridad de cuatro dias se diese

aviso á S. M. para si tenía á bien asistir al acto de cerrarlas; creian deber señalar el dia 14 al efecto, si el Congreso lo tenía por oportuno. Así se acordó.

4. Otra Sesion de dichas Cortes el dia 11 de Setiembre de 1823, en que se dió cuenta de un Oficio del Gobierno, oponiendose ά que se cerrasen las Sesiones.

Leida y aprobada el acta del dia anterior, se leyó en seguida un oficio del Señor Secretario del Despacho de Gracia y Justicia, diciendo que S. M. enterado de la resolucion de las Cortes acerca de cerrar sus Sesiones el dia 14 del presente mes, le mandaba manifestar que, en las circunstancias críticas en que nos hallabamos, podía ocurrir de un momento á otro algun negocio para cuya deliberacion fuese indispensable la cooperacion del Congreso, por cuya razon, estimaba que sin perjuicio de que las Cortes suspendiesen sus Sesiones luego que hubiesen resuelto los particulares que se cometan á su resolucion, convenía no las cerrasen, para evitar la necesidad de nueva convocacion y Juntas preparatorias, sin embargo de lo cual estaba S. M. pronto á señalar hora para recibir á la Deputacion, si es que las Cortes insistian en su determinacion de cerrar las Sesiones. Se aprobó la propuesta del Gobierno.

5. Discurso pronunciado por el Señor Florez Calderon en la Sesion de las Cortes estraordinarias de Cadiz, del dia 11 de Setiembre de 1823, y parte de la Sesion de este dia.

Sabido es, Señor, qué de males ha ocasionado á la infeliz España y á la causa de sus libertades públicas, esa especie de secta conocida con el nombre de transaccionistas, los cuales desde un principio, ó creyeron ó afectaron creer, que adoptandose un sistema de conformamiento y convenio con el Gobierno frances, en lugar de haber contestado con la energía y dignidad que se hizo á las notas que se recibieron de aquel Gabinete, hubieramos encontrado el camino de salir con gloria de la lucha en que estabamos empeñados. Esta secta, Señor, que nos ha hecho mas daño con sus principios y con su intriga que el mismo pabellon enemigo, del que sin duda son instrumentos ciegos, no ha perdido de vista el propósito de perder al Gobierno é indisponerle, como á la representacion nacional, con el pueblo, esparciendo ideas análogas al mismo principio, y manifestando que los ejércitos franceses, ó sus caudillos, nos han ofrecido los partidos

mas ventajosos, hasta el estremo de conservar nuestras libertades y el sistema de Gobierno representativo, y tratando de persuadir, que la obstinada obcecacion del mismo Gobierno y de las Cortes conducía á la Nacion á un verdadero precipicio, y á sus hijos á ofrecerse por víctimas de este espíritu de partido.

Todos sabemos el medio enérgico y decoroso con que el Gobierno se ha conducido en la crisis espantosa en que nos hallamos. Las Cortes saben cual ha sido el resultado de sus oficios y comunicaciones, pero el público carece del conocimiento de estas, y se deja alucinar de las voces que esparce esa secta que los inficiona con su intriga. ¿A qué, pues, la continuacion de estos misterios? ¿Por qué nos hemos de detener en publicar cuales han sido los procedimientos del enemigo, cuales las condiciones que ha pretendido imponernos, y cual la marcha majestuosa y digna con que el Gobierno ha procedido en este caso? i Permitirémos por mas tiempo que el pueblo incauto esté creyendo que nos han propuesto una paz honrosa, condiciones ventajosas y partidos racionales, y que nuestra obstinacion nos conduce á un precipicio en que le envolvemos? Pongase, pues, de manifiesto esos arcanos, y vea el público, que ni el Gobierno ni sus representantes han tenido otra senda que seguir, prefiriendo el perecer con gloria antes que sucumbir cubiertos de la mayor ignominia.

Quitemos de una vez la máscara con que se disfrazan esos enemigos de su Patria, y desterremos las ilusiones que estan causando en el vulgo y en muchos hombres honrados que se dejan seducir de la intriga mas refinada. Pido pues á las Cortes, que ó bien inviten al Gobierno á que haga públicas las comunicaciones tenidas sobre este particular, ó lo ejecuten por sí mismas por los medios que tienen á la mano para poder efectuarlo.

A esta secta de que acabo de hablar, se une otra que yo llamo indefensionistas, que nos causa iguales ó mayores perjuicios que aquella. Estos hombres se hallan dedicados á intimidar de todos modos, manifestando que ya hemos concluido con la posibilidad de defendernos, que carecemos de recursos para continuar en la lucha que hemos emprendido; que es una temeridad pretender sacar partido de una causa totalmente perdida ; y lo que es mas, que este pueblo, baluarte en tantas épocas de la libertad Española, y que en todos tiempos se ha creido inespugnable, carece de medios para conservarse, y debe ser presa del enemigo. El mas espantoso terror pretenden introducir en los ánimos de los incautos, y como si ya tuvieramos el caballo troyano dentro de nuestros muros, se esfuerzan en persuadir que toda resistencia es inútil y aun temeraria. Estos hombres revestidos de la mas oprobiosa impudencia, y olvidados de los estímulos del honor, solicitan introducir el desaliento, y por otra clase de víboras

que tenemos entre nosotros para que nos despedacen las entrañas. Por ventura, un cabo de una guardia avansada, á quien se tratase de persuadir que se hallaba cercado de enemigos por todas partes, y que el momento de ser acometido sería el de su destruccion, porque le era imposible defenderse de fuerzas irresistibles, ¿no se creería insultado por quien tal le prevenía induciendole á una accion que lo deshonraría en todos conceptos? Es absolutamente indudable, y aun cuando no fuese por los estímulos de su delicadeza y pundonor, no abandonaría el puesto, porque tendría presente lo que le prevenía la ordenanza, prefiriendo morir en su puesto á faltar á su deber. ¿Sería lícito abultar á este hombre los peligros, figurarselos, si se quiere, mayores que los que en realidad existian, ó suponerselos, tal vez no existiendo, para lograr el objeto de que quedase comprometida la existencia de los que acaso duermen en fé de que uno vela por ellos? Ello es, Señor, que estamos rodeados de enemigos que con sus intrigas procuran introducir el desaliento y terror para lograr los planes que se han propuesto. El Gobierno se halla revestido, en mi concepto, de facultades bastantes para deshacerse y libertarnos de estos hombres tan perjudiciales, pero acaso creerá el mismo Gobierno que no deba usar de ellas, ó estime precisa alguna otra autorizacion ó medida para lograrlo, á este fin pido que se escite al Gobierno á fin de que proponga las que estime oportunas, ó diga la cooperacion con que las Cortes pueden contribuir al mismo fin.

y

Tambien diré, que el Gobierno ha propuesto la necesidad de que se facilitasen recursos con que subvenir á la defensa de esta plaza. No dudo que tengan efecto en el orden que se han decretado. No dudo que el pueblo de Cadiz, acreedor por tantos títulos á las consideraciones de la Patria, este pueblo tan hostigado y perseguido en todas épocas, y que tantas pruebas ha dado de su acendrado patriotismo y de su desprendimiento, tiene que sufrir una condicion penosa que agravará sus males, y que pondrá á prueba su civismo y el amor á las libertades de que ha sido cuna, pero tambien conocerán sus honrados vecinos, que en su recinto se encuentra una multitud de hombres que todo lo han abandonado, y que todo lo han perdido por seguir sin intermision la senda del honor y del patriotismo, y que comprometidos por la salud de la Patria, nada tienen ya que ofrecerle sino su propia existencia, y aun esta la tienen librada en la suerte; honroso pueblo !

Sim embargo, observo que algunas providencias acordadas no han surtido el efecto que se propusieron sus autores; ese alistamiento que se acordó para completar y aumentar las filas de los batallones, no veo que se haya verificado hasta aquí. No puedo dudar de la energía de las auto

ó

ridades, y sin duda se han presentado obstáculos insuperables hasta ahora, cuyo remedio no está al alcance del Gobierno; por eso convendría preguntar al mismo, si necesita auxilio de las Cortes ó algunas providencias que le faciliten vencer las dificultades que se hayan presentado.

El Señor Presidente advirtió al orador, que podría estender las proposiciones que creyese oportunas, y lo verifició leyendose en esta forma :--Primera; pido á las Cortes se sirvan determinar que ya sea escitando al Gobierno, por los medios que á las Cortes pareciesen oportunos, se dé publicidad á la enérgica decision que el Gobierno ha tomado de defendernos heroicamente, y de las comunicaciones que han motivado esta justa determinacion.

Segunda; que se llame al Gobierno para que manifieste si necesita algunas mas facultades que las que se le tienen dadas, á fin de llevar adelante la justa y enérgica decision que ha tomado.

Votadas por separado estas proposiciones, se declaró, que la primera se hallaba comprendida en el artículo 100 del reglamento, y admitida á discusion, dijo el Señor Moran que convenía con la idea del Señor Florez Calderon, pero no con el modo en que se hallaba estendida la proposicion, pues no conviniendo, acaso, que se hiciesen públicas todas las comunicaciones, bastaría se dijese al Gobierno, que las Cortes estimaban se diese publicidad á lo que el mismo Gobierno creyese oportuno, para no comprometer el secreto en materia que lo mereciese.

El Señor Argüelles conviniendo con el modo de pensar del Señor Moran, espuso que no tenía la menor repugnancia en suscribir al espíritu de la solicitud del Señor Florez Calderon, antes por el contrario, estaba tan de acuerdo con sus principios, que si á las Cortes le fuese dado sin comprometerse, desearía que pusiesen patente á la faz del universo cual ha sido la conducta del Gobierno, y cuales los motivos que le han estimulado á seguirla. No convengo sin embargo, añadió, en que las Cortes manden ó determinen que el Gobierno obre de tal ó tal modo en una materia en que es él el verdadero juez para hacerlo del modo que le parezca mas conveniente; así es, que tengo mas oportuno el que se dijese que las Cortes creian necesario que el Gobierno diese publicidad á la parte de las comunicaciones que creyese podía publicarse, sin riesgo de aventurar un secreto que produjese fatales consecuencias. Yo soy el primero que conociendo que la guerra de España se ha manejado mas por la intriga que por la fuerza de armas, quisiera que fuesen públicas todas las providencias adoptadas por el Gobierno, para quitar á la maledicencia esa arma funesta del secreto con que se nos está haciendo tanto daño; pero, ¿ se sabe que el Gobierno estima conveniente el guardar reserva sobre algunos particulares

« AnteriorContinuar »