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Impresas ya las Proclamas del Libertador que acaban de leerse, se encontraron otras dos muy importantes, y por no dejar esta coleccion sin el mérito de contenerlas, se colocan en este apéndice, ya que no ocuparon su lugar cronológico entre las anteriores.

La primera de las dos debe leerse despues de la dada en San Carlos el 28 de Junio de 1813, que termina en la pág. 6. La segunda debe seguir á la dada en Ocumare el 6 de Julio de 1816, pág. 16.

Y ya que hubo de formarse un apéndice, se ha incluido en él un rasgo verdaderamente poético del genio de Bolívar. El lo llamó Delirio, y tiene el mérito de haber sido inspiracion del héroe atravesando los yelos del Chimborazo.

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A los Caraqueños.

SIMON BOLIVAR,

Brigadier de la Union y General en Gefe del Ejército Libertador de Venezuela, &a., &a., &a.

Caraqueños! Anonadados por las vicisitudes físicas y políticas, llegásteis hasta el último punto de oprobio y de infortunio á que la suerte ha podido reducir á un pueblo civilizado. Pero os veis ya libres de las calamidades espantosas que os hicieron desaparecer de la escena del mundo, y por decirlo así, hasta de la faz de la tierra; pues sepultados, muertos en los templos, y vivos en las cabernas que el arte y la naturaleza habian formado, los caraqueños parecian privados para siempre de la influencia del cielo y de los auxilios de sus semejantes. En un estado tan cruel y lamentable, y á tiempo que las persecuciones habian llegado á su colmo, aparece un ejército bienhechor, compuesto de vuestros hermanos los ínclitos soldados granadinos, y como ángeles tutelares, os hacen salir de las selvas y os arrancan de las horribles mazmorras, donde yacíais sobrecogidos de espanto ó cargados de cadenas, tanto mas pesadas cuanto mas ignominiosas. Aparecen vuestros libertadores; que desde las márgenes del caudaloso Magdalena hasta los floridos valles de Aragua y recintos de esta ilustre capital, siempre victoriosos, han surcado los rios del Zulia, del Táchira, de Boconó, de Masparro, la Portuguesa, el Morador y Acarigua; tansitando los helados páramos de Mucuchíes, Boconó y Niquitao; atravesando los desiertos y montañas de Ocaña, Mérida y Trujillo; y triunfando siete veces en las campales batas de Cúcuta, la Grita, Betijoque, Carache, Niquitao, Barquisimeto y Tinaquillo, donde han quedado vencidos cinco ejércitos, que en número de diez mil hombres devastaban las hermosas provincias de Santa Marta, Pamplona, Mérida, Trujillo, Barínas y Caracas.

Caraqueños! El ejército de bandinos que profanó vuestro terrisorio sagrado, ha desaparecido delante de las huestes granadinas y venezolanas, que animadas por el sublime entusiasmo de la libertad y de la gloria, han co batido con un valor divino y han llenado de un pánico terror á los tiranos, cuya sangre regada en los campos, ha expiado una parte de sus enormes crímenes. Vuestros ultrajes han sido vengados por nuestra espada libertadora, que á um solo golpe ha inmolado los verdugos y cortado las ligaduras de

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las víctimas. Los habeis visto, Caraqueños, escaparse como transfugos de vuestra capital y puertos, temiendo vuestra justa indignacion, y no temiendo la vergüenza de huir de un pueblo todavia encadenado. No esperaron, no, la clemencia del vencedor á que ellos no eran acreedores por las infracciones impías que han cometido en todas las partes del mundo americano; pero el magnánimo carácter de nuestra nacion ha querido superarse á sí mismo, concediendo á nuestros bárbaros enemigos tratados tan benéficos, que les han asegurado sus bienes y sus vidas, únicos objetos de su codicia. Mirad cuan pérfidos de deben ser unos hombres, que entregándoos á la anarquía os pusieron en la necesidad absoluta de existir en medio de los tumultos, sin gobierno y sin órden. Mirad cual será su carácter fementido y protervo, cuando abandonan á sus propios defensores á la merced de un vencedor, y de un pueblo irritado, que con razon clamaba á la venganza de tres siglos de opresion y de un año de esterminio. Mirad, en fin, con el vilipendio que ellos merecen, á esos miserables, que erguidos en la prosperidad y cobardes en el infortunio, precipitan á sus hermanos al peligro y los abandonan en él,

Por fin, compatriotas mios, nuestra República acaba de renacer bajo los auspicios del Congreso de la Nueva Granada nuestra auxiliadora, que ha enviado sus ejércitos, no á daros leyes, sino á restablecer las vuestras, extinguidas por la irrupcion de los bárbaros, que envolvió en el caos, la confusion y la muerte los estados soberanos de Venezuela, que hoy existen nuevamente libres é independientes y colocados en el rango de Nacion.

Esta es Caraqueños, mi mision: aceptad con gratitud los heróicos sacrificios que han hecho por vuestra salud mis compañeros de armas, que al daros la libertad se han cubierto de una gloria inmortal,

Cuartel general en Caracas á 8 de Agosto de 1813, 3.o de la independencia y 1.o de la guerra. Simon Bolívar.

A los Venezolanos, á la llegada del Libertador á Margarita con la segunda expedicion de los Cayos.

SIMON BOLIVAR,

Gefe Supremo de Venezuela, Capitan General de sus ejércitos y de los de la Nueva Granada, &a., &a., &a.

Venezolanos! Los pueblos, los generales y los ejércitos por el

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órgano del general Arismendi me han llamado. Vedme aquí. Vengo á la cabeza de una cuarta expedicion, con el bravo almirante Brion; á serviros, no á mandaros.

Venezolanos! Vosotros me habeis confiado la autoridad en los dos últimos períodos de la República. Vosotros me habeis obligado á subir al tribunal y á combatir en el campo. No he podido llenar á la vez tan opuestos destinos. La patria ha sufrido en la administracion y en la guerra. Vencedor, no he podido alcanzar los frutos de la victoria por atender á los cuidados del Gobierno. La justicia, la política y la industria han sufrido cuando me he ocupado en defenderos. Así, una necesidad imperiosa exige de vosotros la inmediata instalacion del Congreso para que tome cuenta de mi conducta, admita la abdicacion de la autoridad que ejerzo y forme la constitucion política que debe regiros.

Venezolanos! Vosotros habeis sido convocados por mí desde el mes de Mayo para constituir el Cuerpo Legislativo, sin prescribiros restriccion alguna, autorizándoos para escoger la época y el lugar. No lo habeis hecho: los sucesos de la guerra os lo han impedido; pero ahora debeis apresuraros á ejecutarlo como las circunstancias lo dicten. La patria ha estado y estará frecuentemente en horfandad, en tanto que el magistrado sea un soldado. Las vicisitudes de la guerra son tan varias y terribles, que apenas pueden preveerse, mucho menos evitarse: las transacciones del Gobierno exigen un establecimiento mas constante. Un hombre mismo no puede moverse y estar en reposo. Vosotros, pues, debeis dividir las funciones del servicio público, entre muchos de los ciudadanos que poseen las virtudes y el talento que se requieren para el ejercicio del poder.

Si aquellos que fueron legítimamente constituidos por los representantes de los pueblos en el primer período de la República, existiesen libres y entre nosotros, les veríais ocupar las dignidades que les fueron conferidas; pero la mas deplorable fatalidad nos priva de los servicios de estos funcionarios. Los mas se hallan ausentes, muchos oprimidos, muchos muertos, y otros son traidores. No obstante que su autoridad ha prescripto, habiendo terminado sus funciones, yo los habria convidado á continuar de nuevo el gobierno de la República. Ellos no aparecen en el seno de la patria libre; es pues indispensable reemplazarlos.

Venezolanos! Nombrad vuestros diputados al Congreso. La isla de Margarita está completamente libre: en ella, vuestras asam

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bleas serán respetadas y defendidas por un pueblo tle héroes, en virtud, en valor y en patriotismo. Reunios en este suelo sagrado, abrid vuestras sesiones y organizaos segun vuestra voluntad. El primer acto de vuestras funciones será señalado por la aceptacion de mi renuncia. Cuartel general del Norte de Margarita, Diciembre 28 de 1816. Simon Bolívar.

MI DELIRIO SOBRE EL CHIMBORAZO.

Yo venia envuelto con el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al dios de las aguas. Habia visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del universo. Busqué las huellas de la Condamine y de Humboldt : :seguílas audaz, nada me detuvo llegué á la region glacial: el eter sufocaba mi aliento. Ninguna planta humana habia hollado la corona diamantina que puso las manos de la eternidad sobre las sienes excelsas del dominador de los Andes. Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales: ha surcado los rios y los mares: ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes: la tierra se ha allanado á los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad. Belona ha sido humillada por el resplandor de Iris ¡ y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra? Sí podré; y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí, que me parecia divino, dejé atras las huellas de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo. Llego como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la copa del firmamento; tenia á mis pies los umbrales del abismo.

Un delirio febril embarga mi mente: me siento como encendido por un fuego extraño y superior.-Era el Dios de Colombia que me poseía.

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