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CYTILOMMY

hombre Tello de Guzmán con cartas para el príncipe Andrea Doria (1), para su embajador en Roma, conde de Cifuentes, y para el mismo pontífice, excitando á todos éstos á que en unión con los demás príncipes italianos, se apercibiesen y preparasen, según las fuerzas de cada Estado, á ayudarle en la expedición que meditaba contra Barbarroja, poniéndose de acuerdo y bajo la dirección del gran marino Andrés Doria para el tiempo, orden y lugar en que cada cosa había de estar aparejada, como negocio grave y que interesaba á la cristiandad entera. Con el propio objeto escribió á los virreyes de Nápoles, Sicilia y Cerdeña, al marqués del Vasto, á Antonio de Leiva y otros generales, ordenándoles aprestasen cuanta gente, navíos y armas pudiesen, mientras por acá el marqués de Mondéjar, capitán general del reino de Granada, recogía de orden del emperador hombres, naves y bastimentos, y los tenía listos en los puertos de Andalucía para la proyectada empresa.

Tan á su cargo y con tanto interés la había tomado el emperador, que á principios del año 1535 se hallaron dispuestos dos mil quinientos españoles de los veteranos de Nápoles, ocho mil tudescos, otros ocho mil italianos, y hasta ocho ó diez mil españoles con una gran parte de la nobleza El rey de Portugal quiso también ayudar á la expedición con su gente y sus naves (2). Sólo Francisco I de Francia, de quien ya se sospechaba ó

(1) Decimos indistintamente Andrés ó Andrea Doria, porque de ambas maneras se escribe en las historias el nombre bautismal del ilustre genovés, españolizándole unos, y conservando otros su originaria terminación.

(2) En la Biblioteca del Escorial, Códice de Misceláneas, ij-V-4, se halla un opúsculo con el título de: «Tratado de la memoria que S. M. envió á la emperatriz nuestra Señora del ayuntamiento de la armada, reseña y alarde que se hizo en Barcelona, etc.,» en que se da noticia de los buques aprestados para la expedición de Túnez en los términos siguientes:

«El Marqués del Gasto (Vasto) es salido de Génova con cuarenta y cinco naos gruesas, entre las cuales vienen muy hermosas carracas; en las cuales vienen ocho mil alemanes y dos mil y quinientos españoles de los viejos que estaban en Italia... Andrea Doria trajo diez y siete galeras, y en ellas mil y ochocientos hombres de guerra, y en cada galera ciento cincuenta hombres de remos.-Don Álvaro de Bazán quince galeras, con la misma orden.

Las galeras de Italia

«El papa nueve galeras. - Génova ocho galeras.-Nápoles cuatro galeras. - La Religión seis galeras. - Cecilia cuatro galeras.

>> Otros señores grandes de Italia, cada uno con lo que puede: que son por todas setenta galeras. En éstas viene la gente de Italia que vienen con las naos y con el marqués del Gasto (Vasto).

>>El rey de Portugal envió veintitrés carabelas muy ataviadas con dos mil hombres de guerra, y un galión muy hermoso.

>> De Vizcaya veintitrés zabras con mil y quinientos hombres de guerra, y dos galeones.

>> Aquí en Barcelona y en estas costas se han tomado ochenta escorchapines para caballos y otras cosas.

>> Saldrán de aquí con S. M. y sus guardas y gente de su casa, y señores y caballeros, y otros muchos aventureros: de esta tierra gran número de gente que no se puede

sabía que llevando hasta un extremo abominable su rivalidad con Carlos andaba en tratos y connivencias con el gran turco, no sólo se negó á las excitaciones del César y del pontífice, sino que dió aviso á Barbarroja y al sultán de todo lo que el emperador preparaba y del objeto que se proponía. Con este aviso tomó Barbarroja las más eficaces disposiciones para resistir la acometida de las armas cristianas. Púsolo todo en conocimiento de Solimán para que le diera su auxilio: llamó toda la gente de guerra de Túnez, de Argel, de Tremecén y de los Gelbes; amplió y fortificó más la Goleta, haciendo trabajar en ella hasta nueve mil cautivos cristianos y la tercera parte de los vecinos de Túnez cada día; colocó dentro del grande estanque sus galeras armadas, y sólo dejó fuera quince para ocurrir á lo que necesario fuese.

El monarca español por su parte, cuando todo lo tuvo ordenado, partió de Madrid (abril, 1535) y se encaminó á Barcelona á recoger la armada y dar calor á la empresa que había de dirigir personalmente.

Nombró á la emperatriz gobernadora de España é Indias, y le dejó las instrucciones convenientes para el gobierno de los Estados (1). La primera que arribó á la playa de Barcelona fué la flota portuguesa, compuesta de veinte carabelas, mandadas por el general Antonio de Saldaña, con el infante don Luis, hermano de la emperatriz, y la flor de la juventud y de la nobleza de Portugal, lujosamente vestida Llegó luego el ilustre genovés, príncipe de Melfi, Andrés Doria, general de la armada, con veintidós galeras perfectamente estivadas y artilladas, distinguiéndose la capitana por sus veinticuatro banderas de tela de oro con las armas imperiales, y yendo todas enramadas de forma que cada cual semejaba desde lejos un jardín. A los pocos días apareció don Álvaro de Bazán con las galeras españolas encomendadas á su mando. La gente de embarque que se juntó en Barcelona era tanta, y tanta la que acudió á ver tan lucida flota, que no cabía en la ciudad ni se podía andar por las calles. Encontrabase allí casi toda la grandeza de Castilla, casi todos los caballeros y nobles de España, con multitud de religiosos y clérigos, mercaderes y artesanos de todos oficios, todos con deseo de embarcarse y de tomar parte en la empresa. Y el día que el emperador hizo muestra de toda la gente (14 de mayo), vióse tal gala en los trajes, libreas y paramentos de hombres y caballos que era maravilla, distinguiéndose entre todos el emperador con la cabeza descubierta y una maza de hierro dorada en la mano. Además iban á su lado varios pajes, llevando cada cual una de las armas que el César podía usar en la guerra, uno el almete, otro la lanza de armas, otro la jineta, la rodela otro, otro la ballesta, el arcabuz otro, y otro un arco con flechas (2).

contar al presente, y todos muy bien acompañados, que es cosa muy admirada. Y cada día viene más gente, portugueses y españoles.>>

Más arriba se lee: «De Málaga vienen ochenta naos, las cuales están en Salou.. en las cuales vienen ocho mil hombres de paga y mil jinetes, que por lo menos no hay ninguno que no trae uno ó dos consigo, de manera que en esto serán quince mil hombres » Colección de documentos inéditos, t. I.

(1) Instrucción de Carlos V á la emperatriz su esposa al salir á la expedición contra Túnez: Colección de documentos inéditos, t. III.

(2) En el mismo citado opúsculo de la Biblioteca del Escorial se refiere el alarde

Dióse la orden para el embarque, y tanto era el afán por ir en esta ruidosa expedición, que por más que se acordó en consejo de guerra no consentir que fuese sino la gente útil para la pelea, no bastó todo el rigor á evitar que se ingiriese gente inútil y embarazosa, y hasta cuatro mil y más mujeres, «que no hay rigor, dice á este propósito el historiador obispo, que venza y pueda más que la malicia » Todavía antes de darse á la vela mandó el emperador hacer una procesión solemne, sacando de la catedral el Santísimo Sacramento, y en la cual llevaron las cuatro varas del palio, una el infante don Luis de Portugal, otra el duque de Calabria, el duque de Alba la otrå, y otra el emperador mismo. Aun no contento con esto, hizo un rápido viaje á visitar la santa imagen de Nuestra Señora de Montserrat, de que era muy devoto, confesó y comulgó allí, y se volvió con la misma precipitación á Barcelona. Al fin, el 30 de mayo (1535) sonaron por la ciudad las trompetas anunciando la proximidad de la partida: el emperador oyó misa en Nuestra Señora del Mar, embarcóse en la galera Bastarda, dispuesta y adornada por Andrés Doria con multitud de vistosas banderas, en que se veían bordadas armas y escudos y se leían versos de los salmos; retumbó la artillería de la ciudad, resonaron las músicas, y dadas las velas al viento partió la armada, y haciendo escala en las Baleares arribó á Cagliari (Caller), capital de Cerdeña (11 de junio), donde se le incorporó el marqués del Vasto con las naves y gente de Nápoles y Sicilia, con la infantería alemana y con las galeras del Santo Padre. De modo que se juntaron allí hasta veinticinco mil infantes y dos mil cabaIlos sin contar los artesanos y aventureros; y entre naves grandes y pequeñas, galeras, galeones, carabelas, fragatas, fustas, bergantines y tafurcas, se reunieron hasta cuatrocientas veinte velas (1). El emperador mandó que nadie saliese de la nave en que había venitlo, bajo pena de la vida, y publicó un pregón tomando bajo su amparo á los hombres de todas las naciones que componían su ejército, y ordenando á todos que hicieran treguas entre sí, los que fuesen enemigos, hasta que terminase la guerra de Africa.

Continuó la grande armada con próspero viento desde Cagliari (13 de junio), navegando á la vanguardia los portugueses, á retaguardia don Álvaro de Bazán y el César en medio. Cuéntase que le preguntaron quién había de ser capitán general en aquella guerra, y que enseñando un crucifijo levantado en alto respondió: Éste, cuyo alférez soy yo. Arribó la escuadra á la costa africana, y desembarcó una parte de la tropa en Puerto Farina, donde estuvo la antigua ciudad de Utica, que dió nombre al severo Catón. Una gran parte del ejército imperial tomó después tierra y estableció su campamento sobre las ruinas de la famosa Cartago, en otro tiempo dominadora de África y de gran parte de España. Desde allí el

que hizo el emperador en Barcelona de todas las tropas destinadas á la expedición de Túnez, y se describe minuciosamente el traje de gala que llevaba cada grande y cada caballero, con los hombres de armas, pajes y demás que acompañaban á cada uno.

(1) Carta del emperador al marqués de Cañete, virrey de Navarra, desde Barcelona á 9 de mayo, dándole cuenta de su viaje y proyecto, y encargándole obedeciese en todo á la emperatriz.-Sandoval, Historia de Carlos V, lib. XXII.

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