y á su afán de dominar en Italia, haciendo marchar su ejército á este país, primeramente contra el duque de Milán, cuyo ultraje no quería dejar sin venganza, y después contra el duque de Saboya, cuñado y aliado íntimo del emperador, á quien comenzó á despojar de sus Estados, ale gando el derecho que decía tener á ellos por su madre Luisa de Saboya, y renovando todas las antiguas reclamaciones de la corona de Francia. Débil como era el saboyano para resistir á tan poderoso monarca como el francés, tuvo que sufrir el despojo de la mayor parte de sus tierras, no quedándole otro recurso que acogerse á la protección de su deudo y amigo el emperador, que acabando de llegar de África no podía auxiliarle con la presteza que quisiera. La muerte sin sucesión del duque Francisco Sforza acaecida por este tiempo (octubre, 1535), añadió nuevo y más vivo fuego á las rivalidades. entre el emperador y el monarca francés sobre la eterna cuestión del Milanesado, pretendiendo Francisco que volviese á la corona de Francia, por más que ocho años antes hubiera renunciado solemnemente todo derecho á Milán y á Nápoles (1), y tomando Carlos posesión del ducado vacante. como feudo del imperio, y alzándose por él pendones en Milán Entretuvo no obstante el emperador al rey de Francia con astuta política, ha ciéndole concebir alternativamente esperanzas de dar la investidura de aquel ducado. ya al duque de Orleáns, su segundo hijo, ya al de Angule. ma, su hijo tercero. y guardando una conducta ambigua, mientras secre tamente se preparaba á hacerle la guerra, concertándose con Venecia y los cantones suizos, y levantando hombres y recursos en abundancia, de Nápoles, de Sicilia, de España, de Alemania y de Flandes, que todos le facilitaron con el mayor placer, por el prestigio que entonces acompañaba su nombre. En efecto, Carlos á su regreso de Túnez había sido festejado en toda Italia con cuantas manifestaciones de público regocijo podía inspirar el más loco entusiasmo. Las fiestas de Nápoles excedieron á todo lo que en aquella población se había visto en ningún tiempo, compitiendo todas las clases á porfía, desde el clero episcopal y la alta nobleza hasta los artesanos más humildes, en agasajarle con procesiones, banquetes, saraos, mascaradas, corridas de toros á estilo de España, y con todo lo que la fecunda imaginación de los napolitanos podía inventar de más fastuoso, y agotando su talento los oradores y poetas de Italia para derramar el incienso de las alabanzas y ensalzar la grandeza y las victorias del César. En el camino de Nápoles á Roma, y principalmente en su entrada en la ciudad de los césares y de los pontífices, su recibimiento no fué menos ostentoso que el de los antiguos triunfadores romanos (5 de abril, 1536). Veintidós cardenales y multitud de arzobispos, obispos, abades, clérigos, nobles, magistrados y ciudadanos, salieron fuera de los muros de la ciudad santa á ofrecerle su respetuoso homenaje. La comitiva imperial iba vestida de toda gala con ricas telas de seda y oro. Marchaba delante el senado y cancillería romana, y detrás el emperador debajo de palio, cuyas (1) Documentos del Archivo de Simancas.-Tratado de Madrid de 1527.—Sandoval, Hist., lib. XXII, núm. 48. varas llevaban caballeros y gentiles-hombres. La guardia del castillo de Sant-Angelo abatió sus armas y bandera al pasar Su Majestad Cesárea, y los soldados se arrodillaron todos. A la puerta de San Pedro le esperaba el papa con otros cuatro cardenales y varios prelados. Carlos se apeó, besó el pie al pontífice, y éste le abrazó muchas veces, no pudiendo percibirse lo que entre sí hablaron por el ruido de las músicas y de las salvas de artillería. Estuvo el emperador la Semana Santa en Roma; anduvo las estaciones y asistió á las ceremonias sagradas con toda solemnidad y grande acompañamiento, y habló al pontífice de la necesidad de tener pronto un concilio general para la extirpación de las herejías. Cuando así se hallaba Carlos halagado y mimado, y cuando tenía hechos sus preparativos de guerra, entonces fué cuando al rey Francisco I le dió la mala tentación de apurarle por medio de sus embajadores para que le diese una respuesta categórica en lo de Milán; y como al propio tiempo supiese Carlos que los embajadores del francés le andaban haciendo inculpaciones sobre las guerras pasadas y hasta sobre la propagación de la herejía de Lutero, atribuyéndola á descuido suyo ó falta de energía, llenóse de indignación, y prometió contestarles al día siguiente en una sesión que se había de celebrar á presencia del pontífice, del colegio de cardenales y de los embajadores de todas las potencias existentes en Roma. En esta célebre sesión (17 de abril) pronunció el emperador en lengua castellana un estudiado, extenso y vigoroso discurso, en que comenzó ponderando sus esfuerzos para mantener la paz de Europa, y prosiguió haciendo fuertes y severísimos cargos al francés por las guerras injustas que llevado de su ambición le había movido, echándole en rostro su ingratitud y deslealtad en la infracción de los tratados de Madrid y de Cambray, el despojo que acababa de hacer de sus dominios al duque de Saboya, y sus injustas pretensiones al ducado de Milán. Y saliendo de su natural moderación, añadió: «Pues sepa el rey Francisco, y sepan cuantos me oyen, y con ellos todo el mundo, que ni tengo de dar á nadie lo mío, ni tomar tampoco lo ajeno, ni disimular las injurias del duque de Saboya. Entiendan todos mi propósito. No diga el rey que le quiero engañar ni tomarle de sobresalto: de aquí me iré con el favor de Dios á Lombardía, juntaré allí el mayor ejército que pudiere, y con él entraré por Francia, y procuraré vengar mis injurias y las de los míos, como á mi oficio conviene . hacerlo. >>Mas lo mejor de todo (continuó con arrogancia) será excusar los grandes males y daños que suelen seguirse de la guerra, á donde padecen ordinariamente los que no tienen culpa. Hayámoslo nosotros de bueno á bueno: pongamos el negocio en las armas. Haga el rey campo conmigo de su persona á la mía, que desde agora digo que le desafío y provoco, y que todo el riesgo sea nuestro, cómo y de la manera que á él le pareciere, con las armas que le plazca escoger, en una isla, en un puente, á bordo de una galera amarrada en un río..... que yo confío en Dios, que como hasta agora me ha sido favorable, y me ha dado victoria contra él y contra todos los enemigos suyos y míos, me ayudará ahora en una causa tan justa.....>> Dijo esto en alta voz, y con acento tan imperioso y vehemente, que el papa no pudo menos de interrumpirle, y de exhortarle, dándole paz en el rostro, con mansas y dulces palabras, á que templase el enojo que le arrebataba, y á que no pusiera en tan peligroso trance su persona que tanto importaba en el mundo. Quisieron hablar los embajadores de Francia, y el pontífice no se lo permitió. Dióse la sesión por terminada; un embajador francés rogó al emperador le diese su discurso escrito; hízolo el César, aunque suavizando algunas frases, y esta inusitada y solemne declaración de guerra le fué llevada inmediatamente á Francisco I, que tenía á la sazón cerca de treinta mil soldados en el ducado de Saboya, haciendo todo el daño que podían. Ya no había medio posible de evitar otra guerra entre los dos antiguos rivales. y el papa mismo que hubiera querido impedirla, tuvo que presenciar los armamentos del ejército imperial. Partió, pues, Carlos de Roma, dirigiéndose sucesivamente á Siena, Florencia. Asti y Fossano: esta última plaza la tenía sitiada Antonio de Leiva con quince mil infantes alemanes, españoles é italianos. El ejército que el emperador llegó á reunir era de setenta mil hombres con cien piezas de artillería: sus principales caudillos, el marqués del Vasto, el duque de Alba, el conde de Benavente, el marqués de Aguilar, el príncipe de Visiñano, don Fernando Gonzaga, Ascanio Colona y el príncipe de Salerno; pudiendo decirse el general en jefe Antonio de Leiva, puesto que su parecer y consejo era el que seguía el emperador comunmente (1). El plan de Carlos era penetrar en el Medio (1) Sumario de la relación de gente de guerra de pie y de caballo que había en el ejército de S. M., segund las muestras tomadas en principio de julio de 1536: Caballería Que van con el príncipe Andrea Doria. . Los que quedan en Milán y Vercelli en guarda de los castillos de Cremona, Lodi, Pavía, Alejandría.. La que debe quedar en Turín. . Gente de armas (lanças).. Caballos ligeros de todas naciones.. 580 4,740 5,320 9,850 24,080 9,700 43,630 6,900 2,100 6.200 15,200 Sumario que se pone al fin de la relación, cuyas partidas por mayor son las que anteceden: 580 4,390 día de Francia, con el grueso del ejército, mientras dos cuerpos de tropas levantadas por sus dos hermanos, Fernando, rey de romanos, y María, gobernadora de Flandes, invadían también la Francia, por la Champaña el uno y por la Picardía el otro. En vano sus generales le suplicaron que se mirase bien en llevar adelante tal empresa, y en vano el marqués del Vasto con más empeño que todos le rogó hasta de rodillas que renunciase á un pensamiento que veía erizado de inconvenientes y peligros, recordándole el mal éxito que en la misma empresa y en ocasión más favorable habían tenido el duque de Borbón y el marqués de Pescara, y haciéndole presente que de todos modos sería necesario dejar antes sujeto el Piamonte. Cegó á Carlos esta vez el humo de tanto incienso como en Italia había recibido, traíanle un tanto desvanecido sus victorias de África, perturbábale su irritación contra el francés, y hubiérale acabado de decidir, si necesario fuese, el consejo de Antonio de Leiva, que hablando de Francisco y de los franceses solía decir: «á los animales bravos se los ha de buscar en sus mismas cuevas (1).» Infantes españoles.. (Créese que llegarán á 10,000). Infantes alemanes.. Infantes italianos.. Caballos de artillería.. Más la gente de corte de caballo y de pie. 9,850 24,600 25.850 2,000 Acuerdo consultado con S. M., en Saviñán, lunes 10 de julio de 1536: Hánse de hacer por el camino donde ha de ir S. M. desde Cuni á Niça seis jornadas, y dos de aquí á Cuni, que son ocho jornadas. La gente de armas y caballos han de hacer diez jornadas desde esta villa de Saviñán hasta Niça. Archivo de Simancas, Estado, leg. núm. 34. (1) Esto es lo que generalmente dicen los historiadores. Pero no dejaba de haber razones muy fuertes en favor de la entrada en Francia, según un documento contemporáneo, escrito, se conoce, por persona entendida y de la confianza del emperador (tal vez por el mismo Antonio de Leiva), que nosotros hemos hallado entre los papeles de Estado de Simancas (leg. núm. 34), en el cual se pesan los inconvenientes de entrar y los de no entrar en Francia, inclinándose en favor de la invasión; y dice así: En Saviñán á 13 de julio (1536). Las dificultades que ocurre que ay en la passada de S. M. en Francia «El primer inconveniente es la falta del dinero, porque aunque se busque y halle para cumplir lo que será menester para este mes de julio, pasado el mes, si no se halla algund expediente para anticipar los dineros que se esperan, á lo menos para media paga del mes de agosto, para poder entrar en Francia, seria cosa de mucho peligro y inconveniente; y si para entonces no llegan los dineros de Spaña, lo que se cree que no llegará, parece que buscarlos acá, segund está la tierra y el tiempo, será muy dificultoso, aunque se harán todas las diligencias que sean posibles, así en Génova y Milan, como enviando á Nápoles y Roma. >> Lo 2.o es lo de las vituallas, porque aunque se ha proveido lo que es menester para ir hasta Niça, seria menester saber lo que hay adelante, y para esto parece que se debe enviar persona expresa con gran diligencia, que vaya y vuelva para tomar Un acontecimiento impensado facilitó al emperador la entrada en Francia. El marqués de Saluzzo, á quien Francisco había confiado un cuerpo de ejército para la defensa del Piamonte, ó por reyertas que tuvo con el almirante de Francia, ó porque dando fe á pronósticos de astrología judiciaria á que era muy dado, creyese que el poder de la nación á S. M. antes que parta de aquí ó en la primera jornada, con la certinidad de lo que en esto hay, y que la informacion sea así de lo que hay en Niça, como de lo que de Génova se ha enviado allí, y de lo que el rey de Francia ha proveido en quemar y gastar las vituallas de allí adelante, y hasta saber la certinidad de lo uno y de lo otro, paresce que se debe caminar mas despacio que estaba acordado. >> El tercio es que el tiempo está muy adelante, que no quedan sino dos meses para guerrear, y se va á parte y Reyno muy apercibido y proveido y fortificado por la parte de la mar y de la tierra. >> El 4. es lo que se dice que tienen concertado en siendo Su Majestad pasado los montes, juntar la gente que tienen acordada en Italia y enviar mas de Francia, y hacer un cuerpo de toda y de la que queda en Turin, y mover todas las cosas de Italia y apoderarse de todo lo que pudieren, para lo cual hacen fundamento que el papa y venecianos tienen celos de la pasada de Su Majestad en Francia, y de su grandeza, y no estarán firmes en la devocion de S. M. y se mostrarán por ellos y se alterarán todas las cosas de Italia de manera que se pongan en condicion y aventura. » El 5.o qué se ha de hacer del ejército pasado agosto y setiembre, porque se tiene por dificultoso podello deshacer estando dentro en Francia no lo podiendo sostener adelante. >>Los inconvenientes que ay en dexar de passar S. M. >> Lo primero, que por lo que hasta agora está hecho y la publicacion que se ha hecho desta entrada, habiendo venido S. M. para ello de tan lejos, dejarse de hacer seria perder mucha reputacion y crédito, que es en lo que mas se debe mirar, y aun no podria dejar de ser deshonra. >>El mismo inconveniente que hay en la falta del dinero para pasar en Francia, hay dejando de pasar. » Lo otro, que el rey de Francia, dejando de pasar, y hallándose, como está, armado, podria dar sobre Spaña, para donde ya tiene encaminada mucha parte de su gente. >> Lo otro, que Musr. de Nasao quedaria en evidente peligro de perder el ejército, y quedarian las tierras de Flandes en mucha aventura, y seria faltar á lo que S. M. les ha prometido, que entrarian por acá, y retirádose el armada, dejarian de pagar el servicio que han otorgado, y se amotinarian los vasallos y podria rescibir mucho daño Gueldres. >> Lo otro, que el duque de Saboya quedaria perdido, y de su estado á lo menos lo que tiene de los montes allá, y asimismo lo de Salucio. » Lo otro, que el rey de Francia, no pasando S. M., quedaria tan soberbio, que no vernia á paz sino con grand ventaja suya, y tractaria de tractar al Turco el año que viene y no se haria el concilio. >> Lo otro, que no se halla lugar para la persona de S. M. ni adonde debria ir. >>Que con esta pérdida de reputacion, se cree que el papa ni los otros potentados de Italia no vernán en mas liga con S. M. que la que tienen hecha, antes se cree que con este favor el rey de Francia terná mas parte de la que tenia. >>Que el rey de Inglaterra, con quien se tiene esperança de tractar conveniblemente, y aunque se declarara á ayudar contra el rey de Francia en esta empresa, se meterá en mas estrecha amistad con el rey de Francia, ya nunca tornará á la obediencia de la TOMO VIII 21 |