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sabemos en qué trance hubiera puesto á todas las naciones cristianas la ambición, el encono y la ceguedad in disculpable del monarca francés.

Como en este tiempo anduvieran las dos reinas de Francia y de Hungría negociando la tregua de que hemos hecho mérito, moviéronse los dos reyes á aceptarla; Carlos, porque no quería exponer sus Estados de Italia á nuevos riesgos si el turco y el francés continuaban confederados, ya que una vez los había salvado un concurso de felices casualidades; y Francisco, porque temía disgustar á sus mismos vasallos, si se obstinaba en seguir aliado de los infieles, y aumentando su poder contra los deberes, y contra el decoro y dignidad de un rey cristianísimo. El pontífice mostró el mayor interés é hizo los mayores esfuerzos por reconciliar á los dos competidores, ya por la conveniencia de que entrara el monarca francés en la confederación que tenía ya hecha con el emperador y Venecia á intento de quebrantar el poder formidable del turco, ya para ver de atajar los progresos de la reforma luterana que iba contaminando casi todas las naciones. Mezclábase también algo de interés mundano, que era el engrandecimiento de su casa por medio de los ventajosos enlaces que de aquella paz se prometía para sus dos nietos Octavio y Victoria Farnesio.

Quiso además el papa que se viesen ambos soberanos en Niza, ciudad del duque de Saboya, donde él se les reuniría también para tratar definitivamente de paz. Acudieron todos tres al punto de reunión, mas nunca se vieron los tres juntos. Aposentados, el pontífice en Niza, el emperador en Villafranca, y el rey de Francia en Villanova, Carlos y Francisco iban alternativamente á visitar al papa y á conferenciar con él, mas cuidando de no encontrarse, por consideraciones, respetos y etiquetas que se quisieron guardar. Logró, no obstante, el pontífice, hacerlos convenir en una tregua de diez años, la cual firmaron (18 de junio, 1538), por parte del emperador el marqués de Aguilar, el secretario don Francisco de los Cobos y el señor de Granvela, y por la del rey de Francia el cardenal de Lorena y el condestable Montmorency. En celebridad de estas paces se hicieron grandes regocijos, fiestas y procesiones solemnes en los dos reinos de Francia y España (1).

Pasados algunos días, al regresar ya á España el emperador recibió una invitación de Francisco, en que le rogaba se viese con él en el puerto de Aguas-Muertas, donde holgaría mucho de recibirle. Accedió Carlos á ello y se dirigió al punto indicado. Tan pronto como Francisco divisó la galera imperial despachó al condestable á decir al emperador que pronto tendría el placer de visitarle en su misma nave. Y en efecto, aunque Carlos le envió sus ministros suplicándole se ahorrase aquella molestia, éstos encontraron ya al monarca francés que acompañado de algunos personajes iba en una barca, y sin querer detenerse arribó á la galera, á la cual le ayudó á subir el emperador con su mano (15 de julio, 1538). Abrazáronse al parecer con la mayor cordialidad al cabo de veinte años de sangrientas y casi continuas guerras aquellos dos soberanos á quienes poco tiempo hacía se miraba como enemigos implacables. Departieron amisto

(1) Dumont, Corp. Diplomat. II. - Rimer. Fader. - Colección de Tratados, t. II.— Tiepolo, Relazione dell' Aboccamento di Niza. - Sandoval, Historia, lib. XXIV, núm. 2.

samente cerca de dos horas, y al despedirse el rey manifestó al emperador la gran satisfacción que tendría si quisiese ir á tierra, y la que recibirían también la reina su hermana y los príncipes y princesas. Carlos, después de haber vacilado un poco, creyó que no debía ceder á su antiguo rival en generosidad y confianza, y determinó ir á la población con algunos de su corte. Las demostraciones de placer y amistad de que allí fué objeto el emperador por parte del rey, de la reina, del delfín, de las princesas y personajes franceses, exceden á todo encarecimiento, y debieron sin duda. maravillar á los mismos monarcas que tan sin piedad hasta entonces se habían tratado, y tantas injurias y agravios se habían hecho mutuamente. Pero es lo cierto, por más extraño que parezca que así tan de repente pasaran del extremo de la enemistad y el aborrecimiento al de la más afectuosa amistad y de la más ilimitada y caballerosa confianza, que en los días que duró la entrevista de Aguas-Muertas no hubo de una y otra parte sino muestras del más entrañable y cordial cariño, continuando hasta el momento de despedirse para volver Carlos á su galera y venirse á España (1).

(1) Ribier, Lettres et Mémoires d'État. – Relation de l'entrevue de Charles V et de Franzois I.-Sandoval, lib. XXIV, núm. 2.

Tenemos á la vista una extensa carta del emperador al marqués de Aguilar (copiada por nosotros del archivo de Simancas, Negociado de Estado, leg. núm. 867), en que le refiere minuciosamente todo lo que pasó en la célebre entrevista de Aguas-Muertas. Daremos á conocer algunos de sus párrafos más curiosos, siquiera por el gusto de oir la narración como de boca del emperador mismo.

« Despues que á los cuatro del presente nos embarcamos en Génova como visteis, habemos siempre estado en mar navegando la mayor parte del tiempo con vientos contrarios, y algunas veces tan recios, que era imposible pasar adelante; de manera, que haciendo lo último de diligencia y esfuerzo, llegamos el domingo pasado que se contaron quince de éste al puerto de Aguas-Muertas, por donde habemos hecho nuestro viaje por causa de vernos con el cristianísimo rey de Francia nuestro hermano...

»No fué sin dificultad y peligro nuestra llegada al dicho puerto de Aguas-Muertas, porque como haciendo diligencia por pasar adelante partiésemos de las pomegas de Marsella el sábado á la tarde trece del presente, la noche sobrevino tan oscura y cerrada de nieblas espesas, que la mayor parte de las galeras no se viendo las unas á las otras, se hubieron de dividir, y la galera en que Nos veníamos, por el poco fondo que hay en aquellas marinas, encalló y quedó en tierra, y en el mismo instante la investió por la popa otra que la seguia sin podello excusar: pero en fin, con ayuda de Nuestro Señor, todo sucedió bien, y llegamos al dicho puerto el domingo siguiente despues de medio dia, y luego vino á visitarnos el condestable de Francia, que era venido delante y estaba ya allí dos ó tres dias habia bien acompañado de personas principales, tornándonos á confirmar y haciendo de nuevo los ofrecimientos hechos por los otros ministros del rey con la demostracion y certificacion de buen ánimo y amor de su rey, el cual aun no era llegado al lugar de Aguas-Muertas, porque esperaba nuestra venida en un castillo que estaba cerca con la reina, y el dicho condestable nos dijo que queria y habia de venir á Nos y entrar en nuestra galera confidentemente: y luego enviamos al duque de Alba, comendador mayor de Leon, y señor de Granvela, para visitarle de nuestra parte en la villa, que es lejos del puerto mas de una legua, y habia de venir aquella tarde sabiendo nuestra llegada; pero se adelantó con tal diligencia, que ellos le encontraron ya á la entrada del puerto, que se viene por un rio, el cual venia en seis barcas muy bien aderezadas y acompañado de príncipes y personas de Estado, y habiendo entendido la ida y comision de los dichos nuestros ministros, en breves palabras segund se pudo hacer

Tal fué el resultado de la campaña de Francia. De ella salió mucho más ganancioso Francisco que Carlos. Éste, embriagado con sus triunfos en Africa, la acometió con jactancia contra el dictamen de sus generales, y en el escarmiento llevó el premio de la presunción: aquél acreditó segunda vez que si fuera de su reino solía ser vencido, sabía mantener la

de una barca á otra, pasó sin detenerse, mostrando grandeza de vernos, y no paró hasta llegar á nuestra galera, en la cual entró, y Nos recibimos y comunicamos con demostracion de muy grande amistad, alegría y contentamiento, como á la verdad lo habia en la una y en la otra parte; y despues de haber estado y hablado juntos cerca de dos horas, que se pasaron en palabras graciosas y certificatorias de la voluntad de cada uno y de ser y quedar verdaderos amigos sin hablar ni tratar de otras particularidades, remitiendo la declaracion de las que fuesen necesarias á nuestros ministros, y que agora aquellas se determinasen ó no, por esto ni por otra cosa no haya mudanza en esta nuestra amistad, y con esto se partió el dicho rey de Francia de Nos, mostrando muy gran deseo y que le seria gran satisfaccion que quisiese ir al lugar, pero con modestia y sin apretarnos, sino con dulces y graciosas palabras, diciendo que la reina mi hermana y las damas me lo rogarian tan eficazmente, que no se sufriria en cortesía ni buena crianza rehusarlo; y aunque por entonces no nos resolvimos en ello, despues habiendo considerado la buena voluntad que el dicho rey habia mostrado, y la confianza que usó con Nos, y el bien que se podria seguir de esta vista y el sentimiento de lo contrario si no correspondíamos á la confianza que hizo el dicho rey; y habiendo respecto á lo que nos envió á pedir y rogar la reina nuestra hermana, nos determinamos en ir al lugar el lunes por la mañana, como lo hicimos, y llegamos cerca de las diez horas, y llegando á la lengua del agua y fin del canal que se extiende hasta la puerta de Aguas-Muertas, hallamos fuera de la dicha puerta al rey, á la reina, al delfin y duque de Orliens, y todos los príncipes, grandes, princesas y damas que siguen la corte del rey, y fuímos recibidos con gran humanidad y con mayor demostracion de amistad que el rey habia hecho el dia antes, y con muy gran alegría y placer de todos los que allí estaban de la una y de la otra parte; y seria cosa muy larga y dificultosa querer declarar particularmente y por menudo el buen tratamiento que nos ha sido hecho, las honestas y cordiales palabras que el dicho rey, la reina nuestra hermana y Nos habemos pasado privada y familiarmente, que sin duda no podrá ser con mayor demostracion de perfecta amistad, entrañable y cordial afeccion y buena voluntad del dicho rey, y singular placer y contentamiento de haber Nos hecho esta confianza de venir á él; y Nos, en todo lo que nos ha sido posible, le habemos correspondido y satisfecho por nuestra parte, y claramente se ha comprendido que sin esta confianza, y vernos y hablarnos como se ha hecho, fuera imposible poder jamás reconciliarnos ni hacer amigos como lo quedamos.

>> Lo que mas entre dicho rey y Nos ha pasado en substancia, es persistir y quedar perpetuamente verdaderos y buenos hermanos, aliados y amigos, y no creer, procurar ni hacer ninguna cosa, donde quiera que sea, el uno en perjuicio del otro; procurar la honra y beneficio el uno del otro respetuosamente entre Nos, que los que son amigos y servidores del uno lo sean del otro, y no pueden quedar ni estar de otra manera, y que nos avisaremos confidentemente, llena y abiertamente de todo lo que subcediere, y con comun consejo y con tanta sinceridad entenderemos en el remedio de los negocios públicos de la cristiandad.

>> Asimismo se platicó en términos generales de la parte del dicho señor rey de hacer alianza de casamiento entre nosotros, sin venir á ninguna particularidad, y con protestacion que, agora se encaminen y concierten ó no, la dicha nuestra amistad quedará siempre firme y entera, y habemos bien entendido que el dicho rey y sus ministros han dejado de particularizar esto, porque no pueda parescer que estando con ellos lo quisieren tractar á su aventaja, y que solamente lo han querido tocar para mostrar la afec

integridad de su territorio contra el poder imperial. Pero la gloria que ganó Francisco como defensor de sus Estados, la perdió con la abominable alianza que por vengarse de su rival hizo con el gran turco. El tratado de Niza fué ventajoso al rey de Francia, puesto que le dejó en posesión de los dominios que había ganado en Saboya, y el duque de Saboya se quejaba con razón de haber sido sacrificado á la conveniencia de la reconciliación de dos poderosos rivales, y de haber sido abandonado por quien. debiera ser su protector, siendo su deudo y amigo. El papa adquirió el honroso título de pacificador, y logró además el engrandecimiento de su familia que se había propuesto (1).

Parecía que Europa debía esperar largos años de reposo de resultas de la tregua de Niza y de la célebre y afectuosa entrevista de Carlos y Francisco en Aguas-Muertas. Por desgracia no fué así, y la historia nos enseñará cuán llena estuvo de contradicciones la vida y la política de aquellos dos belicosos monarcas.

cion que tienen de extender esta amistad no solamente entre Nos, mas entre nuestros hijos y descendientes y los del rey de romanos nuestro hermano...

>> Finalmente habiendo estado juntos todo el dicho dia lúnes, y dormido aquella noche, y otro dia hasta despues de comer en la tarde, nos volvimos á la galera y el dicho cristianísimo rey, el delfin y duque de Orliens y el señor de... nos acompañaron hasta dejarnos en ella, y vinieron con él todos los príncipes y grandes y personas principales de su corte, en lo cual, demás de la buena y cordial afeccion que ha mostrado, no podia hacer de Nos mayor confianza, por donde mas se puede esperar que Dios que ha querido y encaminado esta tan buena obra, será servido que la cristiandad resciba beneficios, y nuestros reynos, tierras y vasallos, reposo y tranquilidad, y se evitarán los inconvenientes y daños que han sucedido de las guerras pasadas. Dareis razón á Su Santidad de lo que ha pasado en esta vista, y de la paz y buena amistad en que quedamos con el cristianísimo rey de Francia, y de la buena voluntad que muestra para lo del turco, hablando en ese punto con desteridad, de manera que no se dé ocasion de juzgar mal del rey de Francia, por causa de la tregua que tiene con el turco, que aun dura por seis ó siete meses, porque no queremos como es razon, que por nuestra parte se publique cosa que no le está bien, y podria ser fuera de su voluntad, y entendereis cómo toman ahí esta paz y lo que sienten de ella, y avisarnos heis de todo lo que hubiere que decir.>>

(1) Consintió el emperador en casar su hija natural Margarita de Austria, viuda de Alejandro de Médicis, con el nieto del papa, Octavio Farnesio, dando á su yerno grandes honores y posesiones cuantiosas.

CAPÍTULO XXI

SITUACIÓN ECONÓMICA DEL REINO.-CORTES

De 1535 á 1539

Gastos inmensos que ocasionaban estas guerras.-Penurias y apuro de numerario que pasaba el emperador.-Pide desde Italia recursos á los aragoneses: respuesta dilatoria de éstos. Viene á España.-Cortes de Valladolid: peticiones.-Cortes generales de la corona de Aragón.-Expone en ella sus grandes necesidades y deudas.— Servicio que le otorgaron los tres reinos.--Rebelión y excesos del ejército de Milán por falta de pagas.- Motín de la guarnición de la Goleta por lo mismo.—Medidas crueles contra los amotinados.-Célebres cortes de Toledo -Triste pintura que hace el emperador del estado de las rentas de la Corona.-Pide un servicio extraordinario: la sisa.-Niégasele el estamento de próceres.-Insistencia del monarca. -Firmeza de los grandes.-Vigoroso y enérgico discurso de oposición del coudestable de Castilla.-Lo que la nobleza pedía al rey como remedio á los males del Estado. Disuelve el emperador bruscamente las cortes.-Mendiga recursos á las ciudades.-Anécdota curiosa y significativa.-Diálogo entre Carlos V y un labriego castellano.-Verdades que éste le dijo.-Espíritu y opinión del pueblo -Muerte de la emperatriz.-Sentimiento del reino.

La acumulación de tan dilatados, remotos y esparcidos dominios, la dificultad de su conservación, la necesidad y el afán de guerrear en todas partes y de mantener en pie numerosos ejércitos, tantas y tan gigantescas empresas, y el ostentoso aparato del emperador y de su corte, necesariamente habían de ocasionar dispendios que no alcanzaban á sufragar ni las rentas de la corona, ni los sacrificios de los pueblos, ni los arroyos de oro que vinieran del Nuevo Mundo. La expedición de África había consumido tesoros: los subsidios de Nápoles y de Sicilia no bastaban para el preciso mantenimiento de las tropas, á las cuales se debían atrasos considerables, y todavía el emperador, recién llegado de Túnez y amenazado por la Francia, pensaba en nuevas conquistas, y proyectaba marchar sobre Argel para vengar el insulto de Barbarroja en Mahón, á cuyo fin escribía desde Italia á la ciudad de Zaragoza y al virrey de Aragón, duque de Alburquerque (octubre, 1535), para que juntasen los brazos del reino, y les pidiesen en su nombre la mayor cantidad de dinero posible (1). Porque su recurso era la España, y España era la que llevaba el peso de tantas guerras.

Como los aragoneses, siempre celosos de sus fueros, contestasen que en Aragón no se podía otorgar servicio sino en cortes, insistió el emperador desde Nápoles con su virrey (17 de enero, 1536) en que viese de cobrar el servicio, «sin esperar ceremonias ni solemnidades de cortes; porque el caso (decía) no sufre tal dilación.» Otra vez, no obstante, respondieron los de Aragón, que las leyes del reino no permitían dar subsidios si no eran pedidos en cortes; y el servicio, á pesar de las instancias y del empeño del César, no fué por entonces otorgado.

(1) Cartas del emperador de 22 de octubre (1535) desde Messina: en Dormer, Anales de Aragón, cap. LXXVII.

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