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CASTILLO DE LOARRE (HUESCA). - COPIA DIRECTA DE UNA FOTOGRAFÍA

BO VIMU AIMBORLIAD

Para aumento de este disgusto, en su viaje á Aragón, contra lo expresamente pedido por los procuradores del reino en las cortes de Valladolid, despidió á su hermano don Fernando, enviándole á Flandes so pretexto de que su presencia sería agradable al emperador Maximiliano su abuelo, pero en realidad por recelos que le inspiraba el amor de los castellanos á aquel príncipe, nacido y educado entre ellos.

Todavía los aragoneses no habían reconocido á Carlos por rey, y á esto se encaminó (abril, 1518) en compañía de su hermana doña Leonor, de muchos caballeros extranjeros y pocos castellanos. Al día siguiente de lle

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gar á Calatayud juró en la iglesia colegial los fueros de la ciudad, y desde allí escribió á la de Zaragoza (3 de mayo) sobre la forma como deseaba que las cortes le hiciesen el juramento (1). Con esto partió para aquella cindad, donde hizo su entrada el 6 de mayo (2). Congregáronse seguidamente en cortes los cuatro brazos del reino, pero lo acaecido en Castilla había hecho estar muy sobre sí á los aragoneses, naturalmente celosos de la conservación de sus fueros y libertades, y no estaban ellos tampoco acostumbrados á jurar como rey á un heredero en vida del que hubiesen

(1) Hállase esta carta en Dormer, Anales de Aragón, lib. I, cap. XVII.

(2) No el 9 ni el 15, como se lee en varios autores. Consta así en los registros del reino.

reconocido como rey ó reina legítima. Así, pues, costó á Carlos no poco trabajo, tiempo y esfuerzo, alcanzar que le juraran en la misma forma que en Castilla, esto es, en unión con su madre, después de haber él jurado ampliamente guardar sus usos, libertades y privilegios. No menos le costó arrancar un servicio de doscientos mil ducados, y esto á condición de invertir esta suma en el pago de las deudas de la corona, tiempo hacía descuidadas, para que no fuese á parar á manos de extranjeros (1).

Hallándose el rey en Zaragoza, murió la hija del rey Francisco I de Francia, Luisa Claudia, con quien se había concertado su matrimonio en el tratado de paz de Noyón (2). Esto no obstante, y á consecuencia de excitación que le fué hecha por el cardenal de Viterbo á nombre del papa León X, ratificó allí la paz con el monarca francés haciendo públicas demostraciones de amistad aquellos dos príncipes que después habían de ser tan terribles enemigos, y cuyas guerras habían de costar tanta sangre á Europa.

A excitación también del mismo legado, y entrando el nuevo rey de España en la liga y confederación que tres años antes habían hecho los de Francia é Inglaterra contra el turco, que estaba haciendo notables daños en la cristiandad, ordenó Carlos al virrey de Sicilia don Hugo de Moncada que juntando las gentes y las naves que pudiese pasase á hacer la guerra al famoso corsario Barbarroja, terror de los mares y de las poblaciones de la costa africana. Esta expedición, después de algunos desastres y derrotas, causados los unos por las borrascas, en una de las cuales se anegaron lastimosamente hasta cuatro mil españoles, las otras por las armas del terrible pirata, que se apoderó de Argel, dió al fin por resultado la toma de los Gelbes, con lo cual se vengó la pérdida sufrida diez años antes y la muerte del primogénito del duque de Alba en aquella isla de fatales recuerdos.

Faltábale á Carlos solamente ser reconocido en Cataluña, y con este objeto partió y llegó á Barcelona entrado ya el año 1519 (15 de febrero). Esperábale allí más fuerte y más violenta oposición que la que había experimentado en Aragón y en Castilla, y más insistencia en no quererle jurar en vida de su madre, tanto que se burlaban los catalanes de la blandura con que se habían allanado á hacerlo los aragoneses y castellanos. Sin embargo, el soborno y la intriga fueron templando poco á poco la dureza de aquella gente, y al fin acabaron por prestarle, aunque de mala gana, el mismo juramento que en los demás reinos, si bien en lo de dar dinero fueron más parcos los catalanes, y se lo escatimaron

(1) La enérgica oposición de los aragoneses produjo un serio y gravísimo altercado entre el conde de Benavente y el de Aranda, castellano el uno y aragonés el otro. El primero se había propasado á decir, que si S. A. quisiese seguir su consejo, él los traería á la melena. Contestóle el segundo con aspereza: trabáronse de palabras, y al fin vinieron á las manos, no ya ellos solos, sino llevando cada cual su gente, á punto de armarse una noche en la calle una ruda refriega, en que hubo hasta veinticinco heridos. El arzobispo de Zaragoza apaciguó la contienda y el rey puso tregua entre los dos acalorados magnates.-Gonzalo de Ayora, Comunidades de Castilla, cap. IV.

(2) Este tratado de paz entre Francisco I de Francia y Carlos de Flandes, ahora rey de España, se celebró el 13 de agosto de 1516.

más, no tanto por negárselo al rey, cuanto por mortificar á los avaros fla

mencos.

Tal era la disposición de los ánimos, y tales fueron las dificultades que el nieto de los Reyes Católicos halló para su proclamación en los tres principales Estados de la monarquía española: dificultades nacidas de su cualidad de extranjero, de la impaciencia con que se había anticipado á tomar el título de rey viviendo su madre y sin esperar la declaración de las cortes, de la circunstancia de no conocer el idioma español, de venir circundado de extranjeros, sedientos del oro y de los empleos de España, y de haber ofendido el orgullo nacional con sus primeras provisiones y con el favoritismo de los flamencos.

CAPÍTULO II

CARLOS ELECTO EMPERADOR

ALTERACIONES EN CASTILLA

De 1519 & 1520

Muerte de Maximiliano, emperador de Alemania.-Aspirantes á la corona imperial: Carlos I de España y Francisco I de Francia.-Otros pretendientes.-Dieta de Francfort.-Elección del duque de Sajonia.-Renuncia.-Dase el trono imperial á Carlos de Austria, rey de España.-Comienza á usar el título de Majestad.-Disgusto de los españoles y sus causas.-Convoca cortes en Santiago de Galicia.-Crece el descontento.-Tumulto en Valladolid y apuro del rey.- Resuelve Carlos pasar á Alemania y va á Galicia.-Cortes famosas de Santiago y la Coruña.-Servicio cuantioso que pidió el rey en ellas.-Conducta de los procuradores.-Firmeza de unos y venalidad de otros.-Vota el subsidio la mayoría.-Nombramiento de regente, y salida del rey á Alemania.-Indignación en los pueblos.-Sublevaciones.-Tumulto en Toledo: Juan de Padilla y Hernando Dávalos.-Alboroto en Segovia: suplicio horrible del procurador Tordesillas.-Alteraciones en otras ciudades.-Zamora, Toro, Madrid, Guadalajara, Soria, Ávila, Cuenca, Burgos.-Excesos del pueblo.-Causas y

carácter de estos alzamientos.

Recibió Carlos, á poco de haber llegado á Barcelona, la noticia de un suceso importantísimo, no ya para su persona solamente, sino también para España y para la Europa entera, á saber, la muerte de su abuelo Maximiliano, rey de Romanos y emperador de Alemania (1). La vacante de la corona imperial de Alemania tenía en esta ocasión una importancia especial, así por la natural preeminencia del jefe del imperio sobre todos los príncipes cristianos, como por las circunstancias del estado de Europa, señaladamente de Italia, y principalmente por las que concurrían en los pretendientes á la sucesión del imperio. Maximiliano había tenido intención de hacer nombrar sucesor suyo á su nieto el infante don Fernando de España, con preferencia á su hermano don Carlos, en atención á los

(1) Maximiliano no había sido considerado sino como rey de Romanos y emperador electo, en razón á no haber sido coronado por el papa, ceremonia que se tenía entonces por esencial.

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