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A PROPOSITO DE UN ARTICULO SOBRE ANTROPOLOGIA

Y POLÍTICA CRIMINAL

por los Doctores A. Lecha-Marzo
Catedrático de la Universidad de Granada

Y A. PIGA

Profesor - auxiliar de la Universidad de Madrid.

En uno de los últimos números de la REVISTA DE LEGISLACIÓN Y JURISPRUDENCIA, el Sr. Jiménez Asúa, con motivo de un estudio publicado por nosotros dos sobre El estado actual de la Antropología criminal, premiado y editado por la publicación española Los Progresos de la Clínica, 1915, discute varios problemas de criminología en un extenso artículo, al cual dedicamos estas líneas. No tenemos el deseo de entablar una discusión. Tratamos de defendernos por primera y última vez, y, además, mostrar á los lectores una manera de ser especial á ciertos autores que se ocupan en escribir sobre estos problemas.

Una primera objeción que se nos hace es la siguiente: hemos tratado bajo el epígrafe Antropología criminal cuestiones de Sociología criminal; esto no es una equivocación, lo sabíamos ya y no somos lcs primeros (en España y fuera) en hacer esto.

Decíamos que Liszt no haría copiado á Ferri, y nuestro contradictor piensa lo mismo, pero pretende ó quiere hacer suponer que es otra nuestra opinión.

No sabemos qué pensar también cuando recomienda para destruir la obra edificada por los italianos que se consulte un libro de Baer publicado en 1883 (1). Declara que los caracteres antropológicos de los criminales son simplemente los estigmas

(1) Los autores italianos no habían publicado todos sus trabajos fundamentales.

que la profesión impone á los que al crimen se dedican». Esto había ya sido enterrado para siempre Sr. Jiménez Asúa ¡¡¡Los hábitos criminales producirían la estenocrotafia, los preogna. tismos, las asimetrías cerebrales, la desviación de las células piramidales del cortex cerebral!!!

¿Qué muchos estigmas se pueden encontrar en personas hon. radas? Todos lo habíamos dicho así. Son las series, las series, la estadística la que dice que son más frecuentes los estigmas en los locos y en los criminales que en los normales. Los epilépticos tienen numerosos estigmas, que á veces encontramos en los sujetos sanos, pero ningún médico niega la mayor frecuencia de estos estigmas en los epilépticos y su importancia. Por estas y otras muchas cosas no creemos necesario y le pasa- › rá lo mismo al lector llevar bajo el frac el compás de gruesos á los salones aristocráticos.

Nos invita á que rectifiquemos el camino seguido por algunos de los grandes maestros de la psicología criminal y tampoco nos enseña nada sobre el particular. Le parece bien dejar á un lado lo que llama ciencia de las psicopatías criminales.

Siente también que no hayamos hecho progresar la clasifi-: cación de los criminales. Acaso esperaba otra nueva tan mala como la de Kaufmann y aquí el Sr. Jiménez Asúa habla de Maxvell y dice que es médico y que casalta la sociología criminal».

Lambroso, dice el Sr. Jiménez Asúa, no fué original y cita entre sus precursores (2) en España, á un cultivador de la frenología, el doctor Cubi, que floreció en 1844, pero olvida que Gall en Fonction du cerveau» (París, Bailliere, 1815) expone > las ideas que después había de desarrollar Lombroso. Pero olvi damos otros precursores anteriores al autor francés. Sin embargo, no se debe insistir demasiado sobre esta cuestión de los pre...↑ cursores. Un amigo argentino, Reyna Almando, escribe que

(2) Los discípulos de Lombroso y él mismo los estudiaron en diversas ocasiones.

<todo está hecho, todo está dicho por la mano y la voz de la naturaleza. Sólo falta entender esa voz y utilizar sabiamente las cosas que vemos». Y su compatriota O. Amadeo, añade además; «Desde los primeros sacerdotes egipcios y caldeos que clavaron sus miradas interrogadoras en los astros hasta Ptolomeo y des de estos hasta Copérnico hay una serie infinita de héroes, muchas veces anónimos, de la astronomía. Hay una tendencia harto común á restar méritos á los unos para adicionarlos á los otros, como si en el recinto de la gloria los asientos fueran limitados..

Respecto á las causas del crimen, creemos que deben aceptarse las opiniones de los especialistas más autorizados, las de aquellos autores que han estudiado mayor número de delincuentes y hecho muy pocas frases desde su gabinete de trabajo.

Supone el citado autor que las casas de tolerancia son un peligro desde el punto de vista del aumento de la prostitución y recuerda que la prostitución conduce fácilmente al crimen. Tampoco coincidimos en la primera parte. Un gran número de prostitutas son imbéciles, otras psicopatas y un 28 por 100 integras psíquicamente. Las imbéciles sin buscar la prostitución caen en ella; en las psicopatas el impulso deriva de su constitución y en las normales no son las casas de tolerancia, sino los malos ejemplos, los malos tratos, el abandono y la miseria, lo que origina la pérdida de la honestidad.

Asegura el Sr. Jiménez Asúa que hemos ensalzado la condena condicional. ¿Dónde? No se debe discutir así sobre las costillas de ctros, con las opiniones de los demás.

Y, en fin, el Sr. Jiménez Asúa, después de haber reunido las nuevas disposiciones de la legislación alemana, suiza, ingle sa, etc., relacionadas con los nuevos estudios, concluye refiriéndose á nuestro opúsculo.

<El trabajo carece en general de profundidad. La bibliogra fía que le sigue-comprensiva de algunos estudios aparecidos dentro de los ocho últimos años-es una amalgama informe de libros y artículos de asuntos heterogéneos.> <Los Doctores Le

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cha-Marzo y Piga exponen de modo deficiente el influjo del atavismo y la epilepsia en la criminalidad». Y termina, en fin, diciendo que el gran público de médicos y criminalistas estimará nuestro trabajo si á sus manos no llegó la Antropología criminal de Mario Carrara.

Nos será posible también contestar á estas líneas, sin acudir á las opiniones favorables que ha recogido nuestro trabajo, sino apoyándonos en la autoridad citada por nuestro colega de Ma drid, en el Doctor Mario Carrara.

y

Carece de profundidad y en cambio el maestro de turismos dice que hay que aplaudir la idea que tuvimos al concebirlo la manera de llevarlo á cabo «que honra y servirá á la difusión de las ideas de la Antropología criminals. Que la bibliografía es una amalgama informe y Mario Carrara, el director del Ar. chivio di Psichiatria-la cuna de la Antropología criminal según Lacassagne-el 20 de Febrero de 1915 nos escribe Estamos admirados por la riqueza bibliográfica con que se nos presentan ustedes, preciosa aún para aquellos que vivimos continuamente entre estas cosas».

Hemos expuesto el influjo del atavismo y la epilepsia utilizando los mismos términos que los empleados por nuestros amigos de Turín. Y por último, nos quiere oponer un libro de Carrara y el mismo Carrara nos dice que esperemos al próximo fas. cículo 2 del Archivio y en él veremos todo lo bueno que pien⚫ san de nuestra bella y oportuna obrita» y solicita más y más ejemplares para los estudiosos de Italia.

En fin, ninguna de las consideraciones hechas por el Sr. Jiménez Asúa nos han molestado, pero nos enseñan que vamos por camino distinto. En vez de discutir continuaremos nuestra labor. Pero antes un último ruego, que suprima en sus artícu los los insultos á Lombroso. Recuerda que Lavelaye, que cono. ció á Lombroso cuando era muy joven, le llamó cespecie de tocados. Bonafoux, en uno de nuestros primeros diarios, á raiz de la muerte del creador de la Antropología criminal, hablaba de la «mala jeta del maestro». Háce diez años nos escribía á uno

t

de nosotros y el autógrafo se conserva en la Cátedra de Medicina legal de la Universidad de Granada: <con estas cosas no sufro, gozo con las nobles defensas que me demuestran ser amado y comprendido por lo que mi bandera no cae>.

Y ya que el Sr. Jiménez Asúa nos honra citando varios de los estudios publicados por uno de nosotros sobre identificación personal, haremos una pregunta final á un compatriota nuestro que ha publicado últimamente un compendio de dactilos.copia.

El Sr. Rodríguez Ferrer estudia en su compendio la identificación por la palma de la mano, resumiendo los estudios de Stockis, sin recordar para nada los trabajos de uno de nosotros (Lecha-Marzo). No quiere recordar que con Stockis hemos firmado un trabajo sobre esta cuestión que apareció en los Archives d'Anthopologie criminelle; que la escuela belga, por su gran maestro el profesor Corin declaró que habíamos sido los primeros en señalar de una manera precisa el valor de este método de identificación; que Olóriz, en un discurso inaugural de la Real Academia de Medicina de Madrid, declaró que los trabajos hechos por nosotros eran anteriores á los de Stockis; tampoco es suficiente que otra autoridad en estas materias, el Doctor Séverin Quard quiera encontrar el número característico que distinguirá un sujeto de otro de la humanidad en los dibujos papilares de los dedos y en un complemento palmar según los estudios de Lecha-Marzo y Stockis»; olvida que Olóriz repite las mismas palabras en el Congreso de Antropología criminal de Colonia y que un Médico de Madrid, el profesor Vilches-Gómez, que seguía nuestros estudios propuso el primero como modelo de ficha universal la obtención de los diez dactilogramas y de las palmas de la mano. El Sr. Rodríguez Ferrer no se ha enterado tampoco que en Alemania los Catedráticos de las Univer. sidades, bajo la sabia dirección del profesor Lochte de Gotinga, han publicado el Gerichtsärztliche und polizeiärztliche Technik, donde los trabajos de Lecha-Marzo son los únicos citados, por desgracia, entre la numerosa contribución que la ciencia

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