Imágenes de páginas
PDF
EPUB

mar Atlántico y las del mar Pacífico que las primeras fueron del Vireinato recien creado, y que las otras pertenecieron á la Capitanía General de Chile y al Vireinato del Perú, para no salir de lo que es la América del Sur.

No es posible confundir la historia de los documentos, indagacion curiosa, entretenimiento meritorio, pero que por más hábiles que sean los esfuerzos que se hagan, los hechos son superiores á los documentos, y la historia de la conquista y dominacion colonial no puede confundirse con la historia de los contratos y de las capitulaciones, ni sujetarse á los títulos espedidos á favor de los gobernadores, cuando el Rey soberano incontestablemente dicta resoluciones que modifican ó alteran los deslindes primitivos.

El tesoro del reino de Chile fué siempre insuficiente para cubrir los gastos de su administracion, y tan evidente es esto, que cuando se estudiaba la conveniencia de hacer de aquella Capitanía General un gobierno independiente del Virey del Perú, se observaba que no tenía rentas para gozar vida independiente, y y se arbitraba el medio de que el déficit fuese cubierto por los Vireinatos del Perú y Buenos Aires. Y entre las causas que se alegaban para justificar esta desmembracion de las posesiones subordinadas al Virey de Lima, se hacía notar la conveniencia que las autoridades residiesen cerca de los países administrados; la larga distancia para que el Virey de Lima atendiese al gobierno del territorio sobre el Pacífico que llegaba al Estrecho, y por esto se decía que quien más acertadamente debía y podía administrarlo, con independencia de las autoridades de los otros Vireinatos y con la sola dependencia directa de la corona, era el mismo Capitan general de Chile. Se partía de la base, por nadie entonces puesta en duda, que las Provincias del Río de la Plata, que el Vireinato recien creado, tenía la jurisdiccion y dominio de las costas del océano Atlántico y tierras interiores, divididas por la cordillera del Reino de Chile, Estrecho de Magallanes, Tierra

del Fuego y Cabo de Hornos, y el gobierno de las Malvinas, dependiente y subordinado del Virey de Buenos Aires. ¿Quién hubiera tenido entonces la ridicula idea de traer el título otorgado á favor de D. García, para decir á S. M.:-esas costas del Atlántico fueron del Reino de Chile, V. M. no puede cambiar aquella gobernacion? ¡Pues bien! esto es lo que pretende el señor D. Miguel Luis Amunátegui con tanto candor como poca buena fé, y lo que se deduce de sus mismísimos alegatos!

¡Qué fatigosa es la tarea de analizar este libro! ¡Qué difícil no incurrir en las repeticiones en que con tanta frecuencia incurre el mismo autor! Consuélame empero la idea de que es el último capítulo, pero ay! queda la promesa de otros tantos sucesivos...

El capítulo X está dedicado á historiar la espedicion del Capitan Ladrillero al Estrecho, á estractar la relacion que de ella hace Goizueta y la hecha por el mismo capitan. Se preguntará cualquiera—¿ son estos titulos de dominio? Si lo son ¡cómo se disputa á la gobernacion del Río de la Plata, títulos idénticos nacidos de los innumerables viajes de esploracion á las costas maritimas patagónicas, á la Tierra del Fuego y al Estrecho y Cabo de Hornos antes y despues de creado el Vireinato? O acaso el viaje de Ladrillero es un título de dominio irrevocable aún contra los mandatos posteriores del soberano, dueno de todos los dominios? No lo comprendo, pero este como los otros viajes fueron hechos en cumplimiento de órdenes del Rey.

«Es un asunto de grande interés histórico,» dice el autor, y por esta razon le dedica ochenta y scis páginas !

Conviene establecer algunos antecedentes. El señor Amunátegui recuerda que en aquella epoca se creia por algunos, que se había cerrado la entrada occidental del Estrecho; y desde luego nada tenía de particular que el Rey diese al gobernador de Chile,

la comision ad hoc de hacer aquella esploracion y averiguar el hecho, y aún de que tomara posesion en su nombre de lo que descubriese; pero este no es un título de dominio á favor de la gobernacion de Chile, por cuanto ya se recordará que la ampliacion territorial hecha á favor de Alderete, que era la mismísima dada á favor de D. Garcia, salvo la obrepcion y subrepcion cometida por el marqués de Cañete, fué condicional, siempre que no perjudicase los limites de otra gobernacion.

Sería, pues, cometer una peticion de principio argüir á favor de la ampliacion, citando el viaje de Ladrillero, puesto que lo que había que probar ante todo era, que el Estrecho estaba incluido en la Gobernación; y que no lo estaba se prueba por el título otorgado á favor del mariscal Villagran, sucesor de D. García, en el cuál suprime el Rey el adverbio inclusive y restablece la preposicion hasta el Estrecho. Paréceme esto muy claro y muy sencillo, á pesar de la argucia, sutileza y sofisma del elogiado escritor, cuya obra estoy analizando. ¿Cuál fué el fin del desgraciado viaje de Ladrillero? Naufragios, padecimientos, desastres que narra el escritor chileno apoyándose en diversos historiadores y cronistas. Ninguna importancia tiene que los moradores de la angosta faja de tierra entre la cordillera y el mar del Sur, buscasen descubrir la navegacion del Estrecho, salida más fácil que la larga travesía hasta el istmo, para luego pasar del uno al otro mar; y sobre todo, aquel fué un mandato, una comision del soberano. Los conquistadores del Río de la Plata no podían avanzar su conquista con la rapidez deseada hácia el Estrecho, por razones muy obvías: no tenían marina para la navegacion de aquellos mares, y apenas sí embarcaciones para los ríos; su número no fué tan considerable que pudiese estenderse al Sur y al Norte. y así como la Gobernacion de Chile no pudo adelantar su conquista por la tenáz guerra de los araucanos, los del Rio de la Plata no pudieron pensar en descubrir aquellas costas marítimas en las primeras épocas del descubrimiento. ¿Qué objeto habrían

tenido? ¿Acaso era entonces posible comerciar con las recientes poblaciones de la costa del mar del Sud? ¿Qué llevarían y qué traerian? Los del Río de la Plata tenían espedita la navegacion y comercio con la metrópoli; los del mar del Sur buscaban una salida para obtener las mismas facilidades. Estos hechos no prueban que las gobernaciones tuvieran estos ó aquellos límites; lo que se prueba elocuentemente es que la cordillera nevada era un obstáculo para venir al Este y buscar salidas al mar del Norte. Echese una mirada sobre el mapa de la América Meridional, recuérdese el escaso número de los conquistadores, y digase despues si puede tacharse de descuido en descubrir las tierras y provincias que se les había dado en gobernacion.

El señor Amunátegui reproduce íntegra la Relación de la Espedicion al Estrecho de Magallanes escrita por Miguel de Goizueta. Es la historia de la esploracion con detalles minuciosos, y despues de reimprimirla, dice el infatigable indagador chileno y el incansable buscador de noticias:

«Y mientras tanto, ¿qué hacían en favor de las apartadas comarcas que forman la estremidad meridional de América esos gobernadores del Río de la Plata, ó mejor dicho, del Paraguay, á cuya jurisdiccion ciertos escritores argentinos han imaginado sugetarlas, sin fundamento alguno, al fin de tres siglos?

Y bien! ¿crée lealmente el señor Amunátegui que ese desastroso viaje es un título irrevocable de dominio? ¿A este rango eleva las esploraciones durante la colonia?

Si lo crée, aplique esa doctrina para los innumerables y continuados dispendios que se hicieron para esplorar la costa patagónica hasta el Cabo de Horno, la Tierra de Fuego y el mismo Estrecho por los gobernadores y viteyes del Río de la Plata, y pesando en la balanza de la justicia con equidad el uno y los otros, -respóndame já quien pertenecerían entonces las costas maritimas y tierras interiores desde la cordillera al mar Atlántico ?

Y voy a hacerle á mi vez la pregunta que él con builezca sorna

dirije,—¿qué hacían en favor de las apartadas comarcas de la estremidad meridional, costas marítimas patagónicas y tierras interiores, esos gobernadores de Chile, á cuya jurisdiccion ciertos escritores chilenos han imaginado sugetarlas, sin fundamento alguno, al fin de tres siglos?

«Nada, absolutamente,» respondo parodiando su respuesta; le imito, y no puede negarme la exactitud del parangon.

Y vuelvo á repetir sus propias palabras; «¡Tan inexacta es la asercion de que el uno y el otro estuviesen entonces comprendidos en la gobernacion» del reino de Chile!

Y como temo que el señor Amunátegui tenga la memoria frágil, le recordaré lo que dijo en 1854 en su interesante libro—La dictadura de O'Higgins: «Los Andes, ese baluarte colosal con que Dios ha fortificado nuestro país por el oriente.» Ah! con que en 1854 Dios había puesto ese baluarte colosal, y en 1879, el mismo autor considera como una insensatez que se niegue á su país el dominio de la Patagonia? ¡Lo que vá de ayer á hoy! cuán diversa es la verdad de.............. la ilusion! ¡de la codicia!

La situacion de Chile fué tan precaria, que D. García la pinta con los más negros colores: despues no fué menos lamentable cuando otros le sucedieron en el gobierno: la guerra con los araucanos fué tan tenáz, se encontraban tan faltos de recursos, que sin el situado que recibian del Perú, no habrían podido ni sufragar los gastos de la administracion; pero qué digo, fueron auxiliados con el tesoro del Perú siempre.

Con este recuerdo espero demostrarle al hábil historiador chileno que no es posible discutir leal & hidalgumente, ocultando la verdad; porque no puedo suponer que él no conozca los documentos que voy á citarle, para que cese de mistificar á sus cándidos y apasionados lectores. No son los escritores argentinos los inexactos, sinó los que desde ultra-cordillera escriben para estraviar el juicio de sus conciudadanos.

Permitame en obsequio de la brevedad, recordarle únicamente

« AnteriorContinuar »