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VARONES ILUSTRES

DE LA

ORDEN SERAFICA EN EL ECUADOR,

DESDE LA FUNDACION DE QUITO

HASTA NUESTROS DIAS.

POR EL

RDO. P. FR. FRANCISCO MARIA COMPTE,

MISIONERO APOSTOLICO Y CRONOLOGO DEL COLEGIO

DE SAN DIEGO DE QUITO.

SEGUNDA EDICION,

CORREGIDA Y AUMENTADA POR EL MISMO AUTOR.

CON LAS LICENCIAS NECESARIAS.

Tomo I.

QUITO.

IMPRENTA DEL CLERO.

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DOS PALABRAS DEL EDITOR.

No serán muchas más las que escriba el Editor por su propia cuenta al frente de esta interesante obra. El estudioso y diligente Autor quiere hacer la segunda edición de los "Varones Ilustres de la Orden Seráfica en el Ecuador, desde la fundación de Quito hasta nuestros días", y ha hecho á mí, aunque pecador é indigno, la señaladísima honra de que sea su Editor, distinción que acepto y agradezco de todo co

razón.

Pero advierto, por si el respetable público se lla mara á engaño, que esta segunda edición, lejos de ser una mera reproducción de la primera, es más bien otra nueva obra y no se parece á ella sinó en cuanto tiene el mismo é idéntico fondo; por lo demás, los lectores encontrarán muchísima diferencia, tanto en su parte material, aumentada con gran copia de importantísimos Documentos para la Historía, como en la forma, mucho más amena y entretenida, por cuyo motivo se recomienda por sí misma aún á aquellos que ya posean 6 hayan leído la primera.

Aquí solo me cumple hacer una ligerísima reflexión, sin que pretenda por esto terciar en el debate. M. M. P. en el núm. VI de los "Anales de la Universidad de Quito", trás algunos elogios prodigados al Autor por su primera edición, hácele observaciones, á

mi parecer, injustas, aunque, no me cabe duda, proce dentes de la más sana intención y buena fé. Cree el crítico que el Autor ha faltado á un requisito indispensable á todo historiador, digno de este nombre, á saber, á la imparcialidad, por el tesón, dice, y quizás parcialidad con que sostiene el descubrimiento del Amazo nas por los Franciscanos haciendo caso omiso de las expediciones de Orellana, Lope de Aguirre y el P. Rafael Ferrer.

El Autor sabrá vindicarse, mucho mejor que yo lo sabría hacer, de ese reparo y de esa como acusación; yo únicamente advertiré que el precitado crítico no debía haber perdido de vista, que el Autor se limita tan solo á narrar la parte que los Franciscanos tuvie ron en aquel glorioso acontecimiento, sin pretender por esto arrebatar á los hijos del ínclito Ignacio de Loyola el lauro que, por la suya, conquistaron en la magna obra.

Hay más aún: en los trabajos de la índole de los "Varones Ilustres", es casi indispensable ó necesario eierto género de parcialidad relativa, pues así lo requie re el temperamento de esa clase de escritos. Por cierto que si el señor M. M. P. se propusiera escribir la Historia del Ecuador, ó si se quiere, la Historia de las Misiones de los PP. Jesuitas en el Ecuador, podría muy bien pasar por alto los trabajos, los sudores y las fatigas de los Franciscanos, sin que nadie le tachase, con razón y justicia, de parcial, aunque por otra parte hubiesen en aquella época las conquistas y los trabajos de los Franciscanos. Esto (lo repito) no he querido escribir por querer terciar en el debate; sí solo por poner las cosas en su lugar y la verdad en su punto.

En la misma Revista y núm. citados dice el crí tico: "no obstante que haya algunos datos por demás "minuciosos y pesados para el vulgo de los lectores". También aquí quiero justificar al Autor y me parece que cualquiera convendrá conmigo, si tiene presente, 19: Que los "Varones Ilustres" es el primer y úni

co trabajo, en su género, que se ha publicado en el Ecuador, y que por necesidad había de ser imperfecto, no teniendo dechados ó ejemplares á quiénes imitar. Todos los primeros trabajos, en todo orden de cosas, tienen que ser naturalmente imperfectos; el carácter de perfección tienen que adquirirlo en el trascurso de los tiempos. Esto se ha observado siempre, porque es ley de la historia.

20: Que esas monografías ó perfiles biográficos son, más que otra cosa, ensayo de curioso bibliófilo que ha querido probar las aptitudes que tiene para ese género de literatura; y como poco podía saber de cada uno de los Religiosos que pasan ante su vista, ha tenido que valerse de hechos, y por minuciosos, no dejan de ser interesantas.

Por lo demás, en esta segunda edición ha procu rado remediar, en lo posible, este inconveniente, y creo que lo ha conseguido, intercalando oportunas, y las más de las veces, acertadas reflexiones sobre autores ó cosas más notables ó de un interés más trascendental que tienen relación con la obra. Así resultará su lectura más amena, y se leerá, á no dudarlo, con más gusto por el común de los lectores.

Yo por mi parte no puedo menos de elogiar, como se merece, la obra del Autor, y felicitarme, al par que á él, por la participación que, como franciscano, tengo en las glorias de esos hermanos míos que ilustraron y honraron la Religión Seráfica y á la vez la påtria, civilizándola. Por lo menos no se diga, como se ha repetido usque ad nauseam, que los Franciscanos carecemos de hombres que hagan honor á la santa Religión á que pertenecen. Si en la actualidad somos pequeños y valemos poco, debido es esto, en su gran parte, á las aciagas circunstancias que atraviesa nuestra Seráfica Religión y á la poca ó ninguna protección por parte de los Gobiernos que se dicen católicos, á la hostilidad manifiesta de los Gobiernos liberales de todos los países del mundo civilizado y por civilizar.

y

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