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COPLAS.

I.

IENTO mi congoxa tal
Que mi mal,

Aunque es malo de sentirse,

Es tan bueno de sufrirse

Que no puede ser mortal;

Es tan fuerte

Que bien puede dar la muerte:

Mas la vida

Va muy léxos de perdida,

Pues gana la mejor suerte.

Dicen que mi fantasía

No se guia

Sino toda contra mí;
Yo respondo que es así,
Porque no sufro porfía.
Mi derecho

Me tiene tan satisfecho,
Que doblado

Estoy sobre mi cuidado,

Si piensa que mal me ha hecho.

Mi alma se favorece

Si padece,

Y toma por mejoría

Que crezca la pena mía;

Mas á ratos mucho crece.

Yo la siento,

Mas della no me arrepiento,

Que el amor,

Á medida del dolor,

Suele dar el sufrimiento.

Mi dolor así me aquexa

Que nos dexa

Tan diferentes los dos,

Que aunque es la culpa de vos,

Contra mí es toda la quexa.

Si hay cosa

Do el alma esté querellosa,

No la vengo;

Mas quando más quexa tengo,

Pregunto si estais quexosa.

Luego, luego quando os ví, Conocí

Que hubiera de tener guerra;

Mas hasta saber la tierra

Quisiera mirar por mí.

Y ora cayo,

Que luego fué mi desmayo

Tan entero,

Que aunque el trueno fué primero,

Primero me vino el rayo.

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Mas el seso con que entiendo, No pudiendo

Entenderos, no sé ver

Cómo puedo yo querer

Aquello que no comprendo.
No me falta

Buen remedio en esta falta :

Porque en veros,

Por esto de no entenderos,

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Mi seso, y á vos no llega;
Porque la luz que me ciega,
Luego digo que es muy clara;
Por do siento

Que es ya de mi pensamiento
Mi verdad,

Sobrarme la voluntad,

Do falta el entendimiento.

II.

Señora doña Isabel, Tan cruel

Es la vida que consiento, Que me mata mi tormento Quando ménos tengo dél. Pero vivo,

Con la gloria que recibo, Tan ufano en los amores, Que procuro de estar vivo, Porque vivan mis dolores.

Vivo de mi pensamiento Tan contento,

Que es mi congoxa mayor,
Si no hallo el sufrimiento
Conforme con el dolor.
Yo querella

No puedo de vos tenella:
Sólo de mí estoy quexoso,
Si mi pena en padecella
Me conoce temeroso. a

La pena queda vencida, Ya perdida,

Pues vuestra merced, señora,

Ha sido la vencedora

De las fuerzas de mi vida;
De tal suerte

Que no puede ya la muerte
Ser conmigo sino muerta,
Pues tengo por buena suerte
Ser en mí la pena cierta.

Mis congoxas de bien llenas Son tan buenas,

Por la causa que es tan buena,
Que no podeis darme pena
Sino con no darme penas;
Mas parece

Que un contrario se me ofrece,
Tan grave, que ved quál quedo :
Que el alma dice, padece,
Y el cuerpo dice, no puedo.

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