LXX. Como el patron que en golfo navegando, Que si estuviese en tierra paseando; Pero despues si el viento mueve guerra, Y la braveza de la mar levanta, Acude el nunca más entrar en barca, Y el desear ser labrador en tierra, LXXI. Como el triste que á muerte está juzgado, Tras esto dícenle que es perdonado; Así yo condenado á mi tormento, Me da seguridad de algun consuelo, Volviendo el mal, mi triste sentimiento Queda envuelto en su sangre por el suelo. LXXII. O si acabase mi pensar sus dias, me carga de tristes fantasías, Ó me dá el bien tan corto y tan medido, Que me espanto de que se han mantenido Con su tanto gastar las penas mias. Viéndome amor gemir de fatigado, Sobre esto de mi mal me está acallando, a Mas aun conmigo en esto se desmide, Como madre con hijo regalado, Que si le pide rejalgar llorando, LXXIII. No basta el mal á siempre fatigarme, Sin que tambien el bien me dé tormento? Yo estaba ya conmigo en buen asiento, Para quanto dolor quisiesen darme. Podia el no esperar harto ayudarme, Y por vieja costumbre el pensamiento Hallaba en el pensar contentamiento, Ó cosa que bastaba á contentarme. Aun me estorba el amor tan baxo estado, Dándome de placer alguna vista, Con la qual se revuelve mi cuidado; Y el mal con quien yo estaba concertado, Con el venir del bien se me enemista, Y vuelve andar mi reyno levantado. LXXIV. Soy como aquel que vive en el desierto, Del mundo y de sus cosas olvidado, Y á descuido veis donde le ha llegado a Un gran amigo, al qual tuvo por muerto. Teme luego de un caso tan incierto; Pero despues que bien se ha segurado, Comienza á holgar pensando en lo pasado, Con nuevos sentimientos muy despierto. Mas quando ya este amigo se le parte, Al qual partirse presto le conviene, La soledad empieza á selle nueva; b Con las yerbas del monte no se aviene, Para el yermo le falta toda el arte, Y tiembla cada vez que entra en su cueva. LXXV. Como despues del tempestoso dia, Mas este bien no suele ser barato; Es reposar de un hombre que camina, Que á la sombra descansa un breve rato, Para luego volver á más cansarse. LXXVI. Quisiera amor á su prision volverme, Por castigar mi libre sentimiento; Y dióme de su mano un tan gran tiento, Pero tan cierto ví luego el perderme, LXXVII. Otro tiempo lloré, y agora canto; Canto de amor mis bienes sosegados; De amor lloré mis males tan penados,. Que por necesidad era mi llanto. Agora empieza amor un nuevo canto, Llevando así sus puntos concertados, Que todos, de estar ya muy acordados, Van á dar en un són sabroso y santo. Razon juntó lo honesto y deleytable, Y de estos dos nació lo provechoso, Mostrando bien de do engendrado fué. O concierto de amor grande y gozoso! Sino que de contento no terné Qué cante, ni qué escriba, ni qué hable. LXXVIII. Antes terné que cante blandamente, Mas su cantar del nuestro es diferente. Así yo de ver quien me ama y á quien amo, En mi cantar terné gozo contino. LXXIX. Amor me envia un dulce sentimiento, Hace desto fianza el pensamiento, Celebrado seré en toda la gente, b |