Imágenes de páginas
PDF
EPUB

CAPÍTULO II.

BOSCAN Á SU AMIGA. a

L pobre de descanso sin ventura,
El triste sin consuelo ni esperanza,
El muerto á quien se niega sepultura;
El rico de dolor, no de holganza,

Alegre de pensar sólo en tristeza,

Vivo por su desdicha y malandanza;

Dichoso en contemplar vuestra grandeza,

Que deshace la rueda de fortuna,
Mirándose á los piés de su baxeza;

luna,

El que por vos su norte, sol y Navega sin hallar playa ni puerto, Y vuestra luz lo dexa sin ninguna;

Aquel que crece en mal y queda muerto,

Y mengua porque luego resucite,
Ved quién concertará tal desconcierto!
Aquel en cuyo pecho amor permite
Sentirse mil dolores al momento,
Sin que ningun consuelo se los quite;

A vos, señora de mi pensamiento, Como á quien puede dalla, pide ayuda, Dé algun alivio á tan grave tormento.

Mi pena como veis nunca se muda, La causa siempre crece y se renueva, El alma de esperanza está desnuda.

Firmeza no permite que se mueva,
Dolor la persuade que se rienda, b
Mas no hará mi fé tan mala prueba.
Que vale más por bien tener contienda,
Que por mal desistir de tal empresa,
Do el muerto vencido no se entienda.

Del contínuo dolor ya no me pesa
Que el uso en natura se convierte,
Huelga mi libertad de estarse presa.
Y así se holgaria con la muerte ;
Mas esta de justicia se me niega,
Que no merezco yo tan buena suerte.
Pésame, porque en vos así se entrega
El odio, desamor, ira y despecho,
Contra quien sola paz os pide y ruega.

Abrí el seno al amor, abridle el pecho, Conviértase en piedad vuestra crudeza, Tornad por vuestra honra y mi provecho.

Huir de quien os sigue es gran dureza, No es justo que tomeis nombre de ingrata; Usad como es razon de gentileza.

Pensad lo que merece el que otro mata, Y quién sabe si amor en mi venganza Querrá el lobo seguir hasta la mata?

Que suele alguna vez, no por usanza, Dolerse del que á tuerto es maltratado;

Vereis que os meterá á vos en la danza.

Hará vuestro querer mal empleado, Y que murais por quien os aborrezca, Por justa pena de vuestro pecado.

Mas desto yo qué habré sino que crezca Mi pena, envidia, zelos y tormento? Que otro sin mereceros os merezca ? Esto es edificar torres de viento, Tornemos á mi mal, que en vos no espero Amor se halle ni por pensamiento. Teneis un corazon todo de acero, Más duro que diamante hecho á prueba Del dardo de aquel falso ballestero.

La piedra donde aguza y do renueva Amor sus tiros, puso en vuestros ojos En mí el blanco y fiel, y así me lleva De pena en pena, de mal en enojos, De dolor en dolor, de daño en daño, Mas no que muerte goce mis despojos.

Con razon me podré llamar á engaño, Pues veo que en mi mal han conspirado Tan grande crueldad y amor tamaño.

Quexarme agora es ya demasiado, Pedir merced no cale al enemigo Que con sangre sus manos ha lavado.

Esto pido al Amor y á vos lo pido: Que si muriere por mi gran ventura, Llamo vuestra memoria por testigo;

Y que se pongan en mi sepultura Por armas y triunfo mis dolores, Y la letra dirá: MVRIÓ DE AMORES.

EPÍSTOLA. a

'L que sin tí vivir ya no querria,
Y há mucho tiempo que morir desea,
Por ver si tanto mal se acabaria,

A tu merced suplica que ésta lea, Porque no es para durar más parte,

Sin

que de algun alivio se provea.

Y pues verás que en mi escribir no hay arte, Sino dolor, comienza de dolerte

De quien, á su pesar, ha de enojarte.
Triste de mí, pues no puedo verte,
Mi remedio ha de ser ser importuno, c
Que el remedio tambien ha de ser fuerte. d
Mis males escribirte de uno en uno,
Ni puedo yo, ni quiero aunque pudiese,
Porque aun callando sé que te importuno.

Yo sé muy bien que si alguno dixese e
Quál quedo aquí, que tú le escucharias,
Puesto que más perdido ó loco fuese.

Y á mí que digo las congoxas mias, No sé por qué no quieres escucharme, Y te place acabar mis cortos dias.

Si piensas que ha de ser honra matarme, Yo moriré, señora, si lo mandas : Pero tú no querrás por no mandarme. Querria saber cierto tras qué andas, Porque siga mi voluntad la tuya, Pues sigue quanto mandas y desmandas. ƒ No plega Dios que mi querer rehuya Cosa con que tú quedes satisfecha; Antes mi cuerpo y alma se destruya. Pero, señora, lo que me despecha, Es que no sé con qué serás servida, Y así el seso no sabe por dónde echa. g Mi voluntad está como perdida ; Perdella es gran dolor siendo tan buena, Cayendo habrá de dar muy gran caida.

No tiene adonde asir sino en su pena; Esto no durará, que es ley tan dura, Que toda ley de hombre la condena.

O quién pintar pudiese la tristura Con que te escribo agora estos renglones, Por testigos de tanta desventura!

Si bastan para esto mis razones, Bien podré yo bastar para moverte, Aunque tengas docientos corazones.

Mas nunca yo podré hacer saberte Mi gran dolor, ni quiero procurallo; Basta tener poder para quererte.

Basta decir que muero porque callo, Y callaré si el mal me lo consiente;

h

« AnteriorContinuar »