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SEÑORES:

GRAVE es siempre y solemne el momento en que mandais abrir esas puertas, para recibir en este tranquilo recinto á los que ambicionando la gloria, ya de los Mendozas y los Marianas, ya de los Burrieles y los Florez, merecen exornar sus sienes con el lauro de vuestros elegidos. Grave es, y á par melancólico, porque nos trae á la memoria el nombre de otro cultivador benemérito, arrebatado á sobre hora de nuestro lado por la inexorable mano de la muerte solemne, porque llamando á la vida académica un nuevo sacerdote de la ciencia, le impone el deber de legitimar públicamente los títulos que tuvisteis vosotros por de buena ley, alcanzando en tal manera segunda consagracion de su saber y su talento.

Renuévasc en cada una de estas doctas festividades, tributadas al númen de la moderna civilizacion, el grato convencimiento de que, á despecho de espíritus apocados ó mal avenidos con las prodigiosas conquistas de la edad presente, ni ha llegado á extinguirse aquel generoso aliento que impulsó un dia á los Morales y Zuritas en la dificil senda de la investigacion histórica, ni ha caido tampoco en abandonɔ el arte varonil, con que los Herreras y Argensolas, los Colomas y Moncadas acertaron á pintar

los altos ejemplos del heroismo español, suspendiendo ante sus vigorosos y riquísimos cuadros el ánimo sorprendido de los lectores. No ha muerto por ventura el genio de la historia patria: antes bien, Señores, cobrando nuevas fuerzas en medio de las contradicciones, robustecido por la costosa experiencia de los siglos, armado con la egida de la critica, y empapadas sus alas en las puras fuentes de la moral y de la filosofía, rompe á nuestra vista las cadenas que le aprisionaron; y recorriendo con levantado y sereno vuelo las mas apartadas regiones, no solo aspira ya á revelarnos el nacimiento y la ruina de los imperios que duermen en la noche de los tiempos, sino que encaminado á mas trascendentales fines, nos descubre tambien los mas recónditos arcanos de la civilizacion en los sentimientos y en las creencias, en las costumbres y en las leyes, en las artes y en la lite

ratura.

Y que esta, y no otra, es la grande empresa que están llamados á realizar los nuevos cultivadores de la historia patria, lo han probado ya con harta frecuencia cuantos han ocupado hasta ahora la silla de nuestros neófitos, y cuantos, con mayor merecimiento y fortuna que yo, que yo, habeis tenido la honra de darles fraternal, sábia y discreta bienvenida. Sus elocuentes palabras y vuestras prestantísimas lecciones han señalado una y otra vez el árduo y glorioso camino que no sin esfuerzo ha de seguirse, siendo en verdad altamente satisfactorio para vosotros el que no haya caido en tierra ingrata la semilla que derramásteis á manos llenas, de lo cual es insigne testimonio el discurso del nuevo elegido, á quien saludamos hoy con título de hermano.

No abrigo el temor de sonrojar su modestia, ni de ofender tampoco vuestra noble circunspeccion, cuando os debo la honra de haberme elegido, para con él, por intérprete de vuestros hidalgos sentimientos. Pero si es para vosotros dia de regocijo aquel en que veis por vez primera sentado en estos escaños un generoso auxiliar de las meritorias tareas encomendadas

por la ley á esta docta Academia, nunca ha podido ser vuestra satisfaccion mas cumplida, porque nunca se han congregado en vuestros candidatos circunstancias mas peregrinas.

Cuanto es, cuanto alcanza en el mundo de la inteligencia (ya lo habeis oido de su boca), todo lo debe á vuestra paternal solicitud y á vuestra ilustrada benevolencia. Arrancado en su juventud del claustro universitario para lanzarse en guerra fratricida, lloró perdida la esperanza de consagrarse de nuevo al cultivo de las letras, cuando restituido ya á la corte y desceñida la espada, halló en vosotros la mano salvadora que le tornaba á la vida. Ávido de saber y ganoso de corresponder á la predileccion que le mostrásteis, se vió colocado en medio de los tesoros literarios y arqueológicos que enriquecen el archivo y museo de esta Academia; y como es de continuo la voluntad llave misteriosa, á cuyo influjo se abren las puertas mejor barreadas, superó su buen deseo dificultades que parecian invencibles, y logró en breve ser asociado á vuestras árduas tareas, prometiendo en el celo de hoy seguro acierto para mañana.

Ni tardaron mucho en ser públicamente conocidos su laboriosidad y el noble empeño de imitaros. Con ánimo generoso acometió, bajo la sombra de vuestras alas, la empresa, muy superior sin duda á fuerzas individuales, de dar á luz los Fueros y Cartas pueblas de Aragon, Navarra y Castilla, sabiendo de vuestros labios que no eran solo aquellos monumentos base indestructible de la nacionalidad española, sino que se levantaba tambien sobre ellos el edificio de nuestras leyes, cuyo estudio no podia, sin su quilatacion y exámen, ser verdaderamente trascendental y fecundo. Con el mismo aliento, mientras acaudalado nuevamente el archivo de la Academia auxiliaba los trabajos de su ordenacion y catálogo, ponia de manifiesto el fruto de sus investigaciones históricas en su notable Ensayo sobre el estado de las personas durante los primeros siglos de la reconquista ; y tan adelante llegaba en sus especulaciones respecto de la varia consti

tucion de la familia, tras el afrentoso desastre de Guadalete, que no solo ganó entre nosotros renombre de observador erudito, sino que mereció entre los extraños título de filósofo.

Su infatigable celo y vuestra no cansada solicitud habian producido colmado fruto. Vuestra benevolencia restituyó á las letras un estudioso: vuestro ejemplo hizo un investigador: vuestra doctrina un erudito; y como si no os satisficiera esta obra altamente meritoria, quisísteis, no solo estimular sus esfuerzos con la honra de llamarle vuestro Correspondiente, abriéndole al par las puertas del profesorado en la Escuela de Diplomática creada por vuestra diligencia, sino que, mostrándole todavía mayor predileccion, le concedísteis número entre vosotros. Habeis premiado al fin su constancia y su mérito, acreditando al coronar su modestia, que no os deslumbra el falso brillo de la ciencia, ni os guia en vuestras deliberaciones mas interés que el de la justicia. Hechura es vuestra, Señores; y al comparecer hoy á vuestro llamamiento, ha querido probaros que ni olvida vuestra enseñanza, ni se aparta un punto de la senda que le señalásteis en los complicados estudios de la historia nacional, asunto principalísimo de sus vigilias. Del vario y dilatado verjel de nuestra edad media, ha cortado algunas flores para formar con ellas el precioso ramillete que acaba de presentaros en la sencilla trabazon de sus vástagos y en el brillo no alterado de sus nativos colores habreis sin duda advertido que, mas atento á la profundidad de la observacion filosófica que á las simples galas de la elocuencia, ha procurado sorprender no descifrados misterios de la vida social y política de nuestros padres, conservando así la antigua tradicion de los trabajos académico3.

Inquiriendo el estado de la poblacion cristiana como consecuencia de la ruina visigoda; señalando las trasformaciones sucesivas de la propiedad territorial, por efecto de aquella gran catástrofe y de las vicisitudes que de ella emanan; investigando la condicion social de las clases inferiores y la constitucion de

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