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cepto producir sazonados frutos sin investigar y publicar nuevos documentos; porque estos son el principal testimonio, la única guia á que debemos recurrir en estas investigaciones.

Edad de hierro ha sido llamado por algunos escritores el gran período histórico de los siglos medios, dándolo el nombre y calificándolo del mismo modo que el poeta Ovidio (1) aquella época, en que pinta á las virtudes huyendo de la tierra por haberse enseñoreado de ella los vicios y los crímenes. Denomináronlo otros, sin examinar tampoco lo que hay de grande en aquellos tiempos, época de la barbarie, de la ignorancia y de las tinieblas. Menos intolerantes en el siglo en que vivimos, se han emprendido estudios apenas soñados en los anteriores. La legislacion, las ciencias, la literatura y artes de aquella edad, se estudian por eminentes escritores, y el denso velo que nos ocultaba aquellos siglos, ha empezado á rasgarse y á dejarnos ver claro lo que eran sus instituciones, sus usos y costumbres, su historia.

Aun cuando fuesen justos los ataques que se dirigen contra el largo período de diez siglos que comprende la edad media, aun seria su estudio necesario; porque si no, ¿cómo enlazamos los tiempos antiguos con los modernos? Durante él se formaron los reinos cristianos de la Península, su nacionalidad, sus instituciones, la lengua y el carácter de sus habitantes, su literatura y artes. La Península fué, además, una gran parte de aquel período, teatro de las heróicas hazañas de nuestros padres en la perseverante lucha que mantuvieron para reconquistar su independencia y arrojar de su suelo á los enemigos de la religion y de la patria.

Véase pues, Señores, cómo el estudio de la edad media, califíquese esta como se quiera, será siempre para nosotros del mayor interés y de la mas grande importancia. Animado por este convencimiento, y confiado mas en vuestra indulgencia que en mis débiles fuerzas, me atreveré á someter á vuestra ilustrada atencion algunas observaciones sobre el origen de la poblacion de

los reinos cristianos de la Península, el estado de las tierras, la condicion social de las clases inferiores, la nobleza y las instituciones generales y locales.

No pretendo, al discurrir ligeramente sobre estos puntos, rebajar el mérito de los que se han ocupado en tal género de investigaciones: léjos de mí semejante idea. Si en sus importantes trabajos no han podido siempre reanudar los cabos sueltos de los tiempos pasados; si hau tenido que seguir la senda antes trazada por otros, ha sido porque no han encontrado nuevos documentos que pudieran adelantar sus estudios.

Ni creais, Señores, que al examinar ciertos hechos, lo haga de la manera que su importancia exige; me limitaré solo á algunas indicaciones, con el objeto de comprobar mi aserto; y al tratar de algunos puntos oscuros, no me detendré tampoco en analizar los hechos externos. Otros hay menos ostensibles y no menos importantes, que no son tan conocidos, y tocan, como aquellos, al instituto de esta Academia, y cuyo conocimiento es tan esencial para que una obra histórica adquiera todo su complemento, que cuando en ella no se mencionan, podria compararse, supuesta la belleza de las formas, á una hermosa estátua á la cual falta el soplo de la vida, porque no se halla allí lo que constituye la vida en la historia de las naciones, que es el movimiento y progreso del individuo, el movimiento y progreso de la sociedad. Los estudios históricos hechos de otra manera podrán deleitar al lector, podrán ser útiles, pero nunca de tan provechoso resultado. Por esto, dice un eminente escritor de nuestros dias, que reunir los hechos que constituyen el desarrollo y vida colectiva de los pueblos, es el principal deber de la historia, porque, ordenados y expuestos, la convierten en una ciencia útil por su aplicacion á las grandes cuestiones que conmueven á las sociedades modernas (2).

Al hablar de algunos puntos interesantes de los tiempos medios, debiera empezar por la época de los godos, una de las mas oscuras de nuestra historia. Deberia hacer ver que, aun cuando en

el Liber Judicum predomine el elemento romano, los godos no dejaron las costumbres de los pueblos de su raza, y que las trasmitieron puras á algunos de los reinos creados despues de la caida de su imperio. Esto explicaria aquel hecho que llama la atencion,' y que alguna vez he oido designar con el nombre de reaccion germánica, la consignacion en los fueros municipales y en otros documentos de ciertos usos de los pueblos bárbaros, omitidos con estudio en la legislacion visigoda. No falta quien la considere como un fenómeno histórico, cuando no es mas que la sancion legal de costumbres que nunca abandonaron los godos, y que guieron observando sus descendientes. Si hubiera de ocuparme en la historia de este período, no tendria tiempo de hacerlo de los puntos que me he propuesto (*). Así pues, limitaré mis deseos á interesaros por breves momentos en favor de tan importantes investigaciones.

si

SEÑORES : La formacion de los reinos cristianos de la Península se halla tau envuelta en tinieblas, que bien se pudiera aplicar á sus orígenes lo que Tito Livio dice de los de Roma. La oscuridad se ha ido aumentando con las preocupaciones de algunos escritores, y la mala fc de otros que han querido presentar á los pueblos en que nacieron con preeminencia de mayor antigüedad á la que realmente han tenido. De aquí el adulterar la historia, falsear los hechos, y presentarlos de distinta manera que acaecieron. Los cronistas dicen que en Astúrias se refugiaron los go dos despues de la ruina de su imperio, y sin cuidarse de averiguar si en aquel territorio existian habitantes, suponen que los godos fugitivos dieron principio á la restauracion cristiana. ¿Qué se habia hecho de la antigua raza de los astures, que resistió por (*) Veáse el Apéndice primero.

espacio de siglos el yugo romano, y que con tanto valor luchó contra los godos por defender su libertad? Los astures no necesitaban de aquellos que en sus montañas buscaban asilo y proteccion, para enarbolar el estandarte santo de la independencia; sin ellos, apenas tendriamos noticia hoy de los miserables restos de la monarquía goda. Aquella raza debió ejercer indudablemente influencia sobre la monarquía que allí se levantó, introduciendo un nuevo elemento de vida, de energía y de vigor, que habian apagado en los godos los odios de partido y todo linaje de malas pasiones.

La poblacion se aumenta casi exclusivamente con los mozárabes que vienen á unirse á los cristianos de Astúrias, ó con los que son traidos en las invasiones que estos últimos hacen en el territorio ocupado por los sarracenos. El estudio de la condicion y estado de esta importante y mas numerosa parte de la poblacion debe hacerse, considerándola primero en el territorio de los árabes, y despues en el de los nuevos reinos.

Nuestros historiadores suelen presentar á los mozárabes como á una clase vejada y oprimida, y al propio tiempo refieren hechos que nos hacen juzgar de distinta manera. Ellos dan noticia de individuos de aquella raza que mandaban tropas y defendian plazas á nombre de los emires sarracenos (3) y de muchos que vivian en un estado de grande opulencia (4). Entre los documentos existen algunos que indican que la condicion de los mozárabes estaba muy lejos de ser tan triste como cuentan algunos historiadores. Una donacion se conserva en el archivo de esta Academia, hecha por uno de los de aquella clase, en que refiere que él, sus padres y abuelos habian conservado su nobleza entre los sarracenos, y que bajo su dominacion habian sido libres y francas sus heredades (5). Es decir, que conservaron los mozárabes que eran nobles los privilegios de clase. Sin embargo, su condicion no puede conocerse bien sin examinar antes los monumentos históricos de los árabes que no han visto todavía la

luz pública. Importa mucho averiguar cómo conservaron su legislacion, y si lo hicieron tambien con alguna de las instituciones de los godos.

En el territorio cristiano se aumenta continuamente la poblacion mozárabe, consecuencia natural de la conquista. Alguna vez la emigracion forzosa de los mozárabes pudo ser violenta, no para reducirles á la servidumbre, sino para aumentar la poblacion. Podian, y con razon, ser tratados con crueldad y reducidos al estado de siervos, aquellos que, olvidados de su religion y de su origen, hostilizasen á los cristianos; pero hacerlo por sistema con la poblacion mozárabe que permanecia quieta, por solo resistirse á abandonar sus hogares, sobre impolítico, era inícuo. Este sistema hubiera complacido á los sarracenos, que miraban con recelo y desconfianza á los mozárabes; y si los cristianos lo hubieran seguido, no habrian contado con el concurso de aquellos de quienes recibian noticias y avisos oportunos, que no contribuyeron pocas veces á darles la victoria, y á evitar otras á sus cabalgadas de inminentes y seguras derrotas. La expedicion á Andalucía, de D. Alfonso el Batallador, lo está probando. Conociendo los sarracenos que no podian tener seguridad mientras el enemigo estuviese dentro de su territorio, resolvieron despues de aquel suceso deshacerse de los mozárabes de una manera un poco mas cruel que la empleada con los moriscos en tiempo de Felipe III (6).

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En el Pirineo creóse tambien un reino, cuya poblacion debe investigarse con tanto ó mas cuidado que la de Astúrias y Leon. En aquel reino constituyen el núcleo principal de su poblacion los vascones que habitan las faldas y cordilleras de aquellos elevados montes. Eran los de esta raza dados á la guerra y al pillaje, y amaban su independencia con tanto extremo, como lo indican sus continuas luchas con los romanos y los godos. Cuando los sarracenos invadieron á España, estaba el rey D. Rodrigo con parte de su ejército haciéndoles la guerra, y sin vencerlos tuvo

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