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Concretándonos ahora al presente trabajo, todavía hemos seguido bebiendo en los manantiales de nuestro Archivo catedral, que durante el siglo XIV nos ofrece abundantes aguas, las cuales disminuyen en el xv y casi desaparecen en el xvi, viéndose sustituídos aquellos diplomas rebosantes de verdad, sencillez y simpatía por legajos de interminables y enojosos pleitos entre Cabildo y Prelados y entre la Ciudad y el Señorío. Sin embargo, al escasear los pergaminos aparecen otras dos fuentes de documentos, que son las Actas Capitulares y las del Municipio. De las primeras se han extraviado muchas, pero aún poseemos algunas de mediados del siglo xv y todas las levantadas desde 1486 hasta nuestros días; las existentes del Ayuntamiento comienzan en el siglo XVI.

De todos esos manantiales de nuestra Historia disfrutaron los que han escrito antes que nosotros; mas no pudieron beber en otra fuente entonces sellada y abierta hoy para todos. Nuestro sapientísimo é inolvidable Padre León XIII, tan amante de la ciencia en todos sus ramos, miró siempre con marcada predilección los estudios históricos, como lo prueba su hermosa Carta dirigida á los Cardenales de Luca, Pitra y Hergenroether con fecha 18 de Agosto de 1883. Cinco años después, 1.° de Octubre de 1888, expidió su definitivo Motu Proprio Augustum santissimumque munus, dictando nuevas leyes en orden á la Biblioteca Vaticana y Archivos Pontificios, que abrió de par en par en favor de cuantos se dedican á investigaciones históricas.

No hay para qué ponderar la pureza y abundancia de documentos que allí existen: solamente en lo que se refiere á nuestra Diócesis de Sigüenza es tal el número de Bulas y Registros, que su Indice ocupa setenta folios. Ya que para escribir el vol. I no tuvimos en cuenta ese nuevo emporio de datos, que nos hubiera sido de no poco provecho, si bien no de verdadera necesidad, pues los documentos de aquellos Archivos no alteran substancialmente ningún suceso de la historia de nuestra Diócesis en los siglos XII y XIII, es lo cierto que habríamos incurrido en graves defectos y omisiones si al historiar los siglos XIV, XV y xvi no hubiéramos visto lo que

la historia de Castilla, los Cartularios del Monasterio de San Salvador del Moral, el del Infantado de Covarrubias y el Becerro Gótico de Cardeña, teniendo prepa rado el de San Pedro de Arlanza y proponiéndose también imprimir los de San Millán de Cogolla. Obra meritísima es la de tan incansables y abnegados religiosos, á quienes tanto debe ya y deberá nuestra nación.

con referencia á este Obispado se dice en los Registros del Vaticano.

Por más que los documentos pontificios relativos á Sigüenza en los siglos XII y XIII no alteren notablemente lo que escribimos en el primer volumen, nos dan mucha luz para aclarar algunos puntos que, por falta de datos, quedaron allí en la obscuridad. Dos de esos puntos se refieren á los electos D. Gonzalo Pérez (pág. 225) y D. Fernando Pérez (pág. 229). Hoy poseemos copia auténtica de una carta dirigida por el Papa Honorio IV al Obispo de Palencia el 8 de Noviembre de 1286, cuyo contenido es de importancia histórica para nuestra Diócesis, porque viene á despejar la obscura situación en que dejamos á los dos electos.

Lamentando con D. Román el no saber lo que fué de D. Gonzalo, Arcediano de Valencia, y el resultado final de su elección, copiábamos lo que aquel escritor había consignado al decir: "En nuestros vehementes deseos de poder dar cuenta á nuestros lectores del resultado final de esta cuestión, verdaderamente anómala, hemos preguntado á persona competente de Valencia y nos confiesa no haber hallado el menor dato biográfico ni más memoria de este señor Arcediano que algunas firmas, una del año 1273, y esto probaría que D. Gonzalo Pérez se había recogido á residir su Arcedianato." La persona consultada por D. Román era el Canónigo y competentísimo Archivero de Valencia D. Roque Chavás.

Se recogió efectivamente á continuar sirviendo su Arcedianato D. Gonzalo, á cuya aceptación para Obispo de Sigüenza, en medio de grandes y merecidos elogios al electo, dió tantas largas el Arzobispo D. Sancho, que el humilde Arcediano, que sólo obedeciendo á repetidos y apremiantes ruegos de este Cabildo, había accedido por fin á la elección, prescindió ya de ella, y amigo de la tranquilidad, se atuvo al desempeño de su prebenda. Fué entonces nombrado para Obispo de nuestra Diócesis D. Martin II, cuyo apellido era Gómez, y que había sido antes Deán de Burgos (1); pero á su muerte insistió el Cabildo en elegir nuevamente á don Gonzalo, Arcediano de Valencia, sucediendo esto en 1277.

El Arzobispo de Toledo, Infante D. Sancho, había sido muerto por los moros en 1275, y como D. Fernando, Abad de Covarrubias,

(1) Reg. Vatic., Gregorio X. Vol. 37, fol. 229, epist. 31.

no pasó de electo para la Primada, aunque más adelante fué nombrado Obispo de León, ejercía de Metropolitano, según era entonces costumbre en las vacantes, el Obispo de Palencia, el cual confirmó la elección para Sigüenza y consagró á D. Gonzalo, que fué el segundo de este nombre entre nuestros Obispos, y que es el mismo á quien por fallecimiento de D. Lope de Haro había elegido antes el Cabildo; de modo que fué dos veces electo (1).

Apoyados en el texto de un libro escrito en 1353 afirmábamos que este D. Gonzalo murió Arzobispo de Toledo; mas ateniéndonos ahora á lo que dice el Papa Honorio IV, debemos rectificar aquella afirmación, porque en la citada epístola pontificia leemos: Postmodum autem predicta ecclesia (Seguntina) per mortem ipsius Gundisalvi episcopi pastore vacante: habiendo quedado después sin Pastor por muerte del mismo Gonzalo, su Obispo. Acaso estuviese designado para Toledo; pero ante la rotunda aseveración de Honorio IV, no puede admitirse la exactitud de que D. Gonzalo II murió Arzobispo de Toledo, sino siendo Obispo de Sigüenza.

A su fallecimiento, en 1282, nombró el Cabildo para Prelado á D. Ferrán ó Fernando Pérez, que era Deán de Sevilla; mas el Obispo de Palencia, Vicemetropolitano, fundándose en que el Papa Juan XXI había reservado á la Santa Sede el derecho de proveer la Silla seguntina, no aprobaba la elección, llegando á ser preciso que en 8 de Noviembre de 1286, fecha ya citada, le mandase el Soberano Pontífice Honorio IV que, no obstante la reservación, si por lo demás D. Fernando había sido legitimamente electo y era persona idónea, procediese á consagrarle, asociándose para ello otros dos Obispos vecinos. No sabemos si se efectuó la consagración, pues al muy poco tiempo de haber escrito el Papa al Prelado de Palencia para que la confiriese, aparece D. Fernando como Arzobispo de Sevilla.

La prueba de todo esto puede verse en la Epístola 173 de Honorio IV, que transcribimos íntegra en el Apéndice núm. 1, letra A. Otra rectificación importante debemos hacer en vista de los

(1) Seguntina Ecclesia per obitum bone memorie Martini Seguntin episcopi solatio destituta pastoris, dilecti filii Capitulum eiusdem ecclesie bone memorie Gundisalvum tunc Archidiaconum Valentinum in Seguntin. episcopum concorditer et unanimiter elegerunt, cuius electio auctoritate metropolitica extitit confirmata, dictusque Gundisalvus, munere sibi consecrationis impenso, pontificale offi cium dum vixit exercuit pacifice et quiete.

documentos del Archivo Vaticano. En la pág. 239 del volumen anterior rechazamos como apócrifo á un D. Gonzalo admitido por D. Román como inmediato sucesor de D. García, cuya muerte poníamos en Julio de 1299, pues el 5 de Junio aparece su nombre confirmando en privilegio publicado por el P. Berganza. Y como la prueba única de la prelacía de aquel D. Gonzalo fuese el ver su nombre entre los confirmantes de una merced otorgada á la villa de Leuces en 25 de Junio del mismo año 1299, demostrábamos la imposibilidad de que en los veinte días intermedios entre el 5 y el 25 del mismo mes y año hubiera tiempo suficiente para que, muerto en el intervalo D. García, fuese elegido, confirmada la elección y consagrado otro Obispo.

Apócrifo es, en efecto, el D. Gonzalo puesto por D. Román inmediatamente después de D. García, pero tampoco es cierto que éste muriese en Julio ni viviese en Junio del expresado año, porque, según documento pontificio que publicamos también en el Apéndice núm. 1, Letra B, el día 3 de Junio de 1299 el Papa Bonifacio VIII proveyó la Silla episcopal de Sigüenza, por muerte de D. García, en D. Juan, Arcediano de Burgos, cuando ya el Cabildo, adelantándose, había elegido á otro D. Juan, que era Arcediano de Sigüenza. De esta elección dice el mismo Papa que fué hecha por unanimidad y como por inspiración divina: Insimul convenerunt et tandem dilectum filium Johannem Archidiaconum Seguntin. quasi per inspirationem divinam, in suum et ipsius ecclesie episcopum concorditer et unanimiter elegerunt.

Toda esta tramitación exige algún tiempo, y supone que don García falleció á fines de 1298 ó muy á los principios del 99. El Arcediano de Burgos, fuese por muerte, fuese por traslación, no se posesionó de este Obispado, y ni su elección ni la del nuestro produjeron estado canónico, toda vez que se consideró á D. Simón de Cisneros como inmediato sucesor, no de D. Juan, sino de don García: Simon episcopus per óbitum Garsie, dice después el mismoBonifacio VIII.

Hechas estas rectificaciones, continuamos nuestra labor histórico-seguntina, que llegará por ahora hasta los comienzos del siglo XVII, confiando en que este segundo volumen será recibido y juzgado con la benignidad dispensada al primero.

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CAPITULO I

DON SIMÓN GIRÓN DE CISNEROS

1300 Á 1326

I

Su nobilisima prosapia.-Sus padres y familia.-Es elegido Obispo de Sigüenza.-Agonía del Cabildo reglar y causas de sus males.-Trátase de la secularización.-Bula del Pontífice Bonifacio VIII.-La ejecutan los Obispos de Cuenca y Calahorra juntamente con el nuestro.-Organización y Estatutos del nuevo Cabildo.-Los tres Canónigos reglares enviados á un Convento.— Dotes de gobierno que distinguen al Prelado D. Simón.-El Papa se sirve de él para la concordia entre el Rey Fernando IV y los Infantes de la Cerda.-Cuestiones que mediaban entre el Arzobispo de Toledo y el Obispo de Cuenca.-Concilio provincial de Peñafiel.-Celo de D. Simón por el culto divino.-Donación Real.-Cortes de Valladolid.-Litigio entre la Infanta D. Blanca, Señora de las Huelgas de Burgos, y el Prelado de Sigüenza.— Censuras en que incurrieron los vecinos de Cifuentes y su absolución.

Entre los eminentes Prelados de Sigüenza ocupa lugar muy distinguido por lo ilustre de su prosapia, por sus grandes virtudes, por su laboriosidad y celo, no menos que por su largo y fecundo Pontificado, el insigne D. Simón Girón de Cisneros, pariente no lejano de la Reina D.a María la Grande, que fué hija de D. Alonso, Señor de Molina, esposa del Rey D. Sancho, madre de D. Fernando el Emplazado y abuela y tutora de D. Alfonso XI.

Los padres de D. Simón fueron, según Salazar y Castro, don Ruy González de Cisneros, Señor de la Casa de Cisneros, Rico home de Castilla, y D. Elvira de Saldaña. Tuvo varios hermanos, entre ellos D.a Juana, D. Arias y D. Gonzalo, que vivió en Sigüenza al lado del Obispo, con el cual se educaron dos sobrinos llamados don Simón Royz y D. Roy González de Cisneros. El primero fué Deán

T. 11.-1

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