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NOTICIAS

DEL DOCTOR

ALONSO DIAZ DE MONTALVO.

I.

Reseña biográfica.

Hácia el año undécimo del siglo VIII un cjército numeroso de africanos cruza el estrecho de Gibraltar, desembarca sin oposicion en nuestras costas, derrota á las tropas godas en las riberas del Guadalete, y en poco tiempo, como si paseara militarmente, se apodera de la mayor parte de España. Este cambio brusco produce graves y fatales consecuencias, dominacion extrangera, usurpaciones, violencias, muertes y general abatimiento: y sin embargo se echa de ver muy luego, que se mejora en muchos ramos la administracion y gobierno del país.

Suceso tan extraordinario sorprende á todo el mundo: la imaginacion abismada y el amor patrio humillado buscan explicacion á lo que parece incomprensible; pero antes que reconocer faltas propias, causas generales y obias, se piensa en hallar un criminal que cargue con la vergüenza. De aquí la defeccion de los hijos de Witiza, el estupro de la Caba, la traicion del conde D. Julian y otras apreciaciones, en que, no

ya

la voz vulgar, ni aun la crítica de los historiadores, ha podido estar de acuerdo. Siempre la humanidad ha soñado en arcanos y misterios, que la disculpen, en vez de reconocer las consecuencias naturales de sus estravíos. ¡Cómo si no fuera mas fácil y sencillo confesar nuestra decadencia y debilidad!

La presteza con que los árabes se enseñorearon de la Península y la lentitud con que la fueron recobrando los españoles, revelan claramente la superioridad que los sarracenos tenian por entonces sobre los godos: superioridad en saber, en medios, en actividad, en costumbres, en caudillos, en casi todo. Y si corriendo. el tiempo, llegaron los dominados á sacudir el yugo del conquistador, debido fué el suceso feliz á las mismas causas que produjeron el infausto: leyes constantes reflejadas en los anales del mundo y en las crónicas particulares de cada nacion, por mas que algunos no aprendan la leccion de la historia ó quieran leer en ella lo que ciertamente no dice.

Relajados los musulmanes con el abuso de las riquezas, la sensualidad y otros vicios; divididos y envidiosos hasta el punto de que cada soldado desenvuelto queria hacerse gefe, cada favorita aspiraba á sultana y todo caudillo pretendia ser emir, les faltaron los antiguos brios y la superioridad, á que debieron la victoria. Todo lo que ellos perdieron con sus malas pasiones, lo ganaron en virtudes los cristianos, aleccionados en el infortunio y recobrados mediante algunas ventajas: que la necesidad estrema es gran maestro y la mejor esperanza del desquite es la que proporciona al vencido el alcanzar un triunfo, al primer vuelco de la fortuna. Inflamados de patriotismo nuestros mayores, á la voz de santos prelados, que ostentaban la bandera de la cruz en consorcio y al amparo del estandarte de los reyes, fueron recobrando paso á paso

sus tierras y hogares, hasta lanzar de España la morisma.

Mas no fué ese el único mejoramiento alcanzado en tan largas y terribles guerras; sino que ganando con ellas el poder supremo una fuerza y prestigio, que no habia tenido antes, pudo dominar las ambiciones de particulares poderosos, sujetar á los díscolos, estinguir los antiguos bandos, y reconstituir en una grande monarquía nuestros despedazados reinos y señoríos; pero volvamos hácia atrás.

El tercero rey de Astúrias, Alfonso I, apellidado el Católico, llegó en el mismo siglo VIII con sus embestidas sobre los moros, hasta el corazon de Castilla, ganándoles varios pueblos, entre ellos el de Arévalo. Empero no teniendo al principio la restauracion fuerzas suficientes para retener lo ganado, volvian los árabes á ocupar el terreno perdido y las ciudades y villas fronterizas eran alternativamente presa de unos y de otros contendientes. Por eso he rectificado el hecho de que en la primera reconquista de Arévalo del año 750 no se establecieron allí las familias cristianas, que mas adelante dieron lustre á la poblacion. Hasta la ganancia de Toledo, en el siglo XI, puede decirse que no tomó la lucha el carácter consistente y decisivo de defensa nacional.

Entre los reyes mas batalladores contra los musulmanes descuella Alonso VI de Castilla, que á poco de ocupar la ciudad imperial adquirió definitivamente la villa de Arévalo, en 1088. Ayudaronle en esta empresa Fernan Martinez de Montalvo (1) y otros cinco caballeros, que venian en su servicio, y al repoblarse

(1) Viniendo el apellido Montalvo de Monte blanco debia escribirse con b; pero sea por el menor uso que se hacia de esta letra en lo antiguo, como lo persuaden las primeras fundicio

:

la villa conquistada, los seis adalides fueron cabeza de otras tantas casas solariegas de la poblacion, ilustres durante muchos siglos, Diazes, Montalvos, Briceños, Verdugos, Sedanos y Tapias.

Solian ser aquellos monarcas generosos con sus servidores: que el cargo de rey es dado de suyo á la liberalidad, y el papel de conquistador ofrece coyuntura para disponer francamente de lo propio y de lo

ageno.

Remuneró Don Alonso á Fernan Martinez de Montalvo, dándole, entre otras cosas, la guarda de la puente llana, esto es, no fortificada, sobre el rio Arevalillo, que debia ser una de las tres que se conservan, llamadas de Madera, de los Barros y de Medina, inclinándome á creer que fué esta última.

Las riquezas que en tiempos tranquilos se ganan con un trabajo inteligente y asiduo, afluyen por la fuerza de las cosas en tiempos revueltos á los capitanes y guerreros, que todo lo mandan, dominan y abasallan y como lo adquirido por la violencia suele suscitar mas adelante escrúpulos y remordimientos; á las épocas de usurpacion subsiguen las de misticismo, de devocion y de fundaciones, medio ideado para las restituciones difíciles: ofrecer á Dios lo usurpado al prójimo.

A los acaudalados descendientes de Fernan se debió la ereccion de la parroquia de San Miguel Arcángel, que aun llama la atencion de los viageros por sus grandes y atrevidos arcos; y á la misma rama puede

nes tipográficas, ó sea por otra causa, lo escribieron con los interesados, y á esta ortografía me atengo, respetando la tiranía del uso, que ha cambiado Riva por Riba, Rivera por Ribera, Alva por Alba, Vernal por Bernal, etc, etc., faltando á las reglas de la etimología.

pertenecer otro recuerdo, que ha durado hasta nuestros dias, el exconvento de monjas franciscas, que llevaba el título de Santa Isabel de Montalvas.

Procedente de esta familia hidalga fué Gonzalo Diaz de Montalvo, que á la conclusion del siglo XIV y comienzo del siguiente residia en Arévalo, de profesion jurisconsulto.

Allí tuvo tres hijos, llamados Francisco, Juan y ALFONSO; y como fué esta la cuna del luego conquense personage y de sus deudos, ni se estrañará como he ordenado el itinerario de mi introduccion para llegar á Arévalo, ni se llevará á mal, que diga algunas palabras de su pátria, que no estarán de sobra para esplicar algunos puntos de la presente biografía. Sacamos mucho de la tierra en que nacemos, é influyen sobre nuestro sér su atmósfera y sus habitantes.

La villa de Arévalo está situada en las llanuras es tensas de Castilla la Vieja, á la parte septentrional de la provincia de Avila y de su obispado, casi aislada entre las márgenes de dos rios, el Arevalillo, que cerca de ella confluye en el Adaja, el cual va luego á aumentar el caudal del Duero. Fué en lo antiguo cabezera de su comunidad y tierra, con 57 villas y lugares dependientes; y ahora es cabeza de partido y de arciprestazgo. Tuvo gran vecindad y mayor estension, cual lo indican las ruinas de alrededor: hoy segun el último censo, cuenta 3.538 habitantes, entre ellos 32 extrangeros establecidos, con 857 edificios, los 342 de dos pisos y 90 de tres y mas; generalmente bien construidos y bastantes notables. Estuvo cercada de murallas de que quedan restos, así como de su fuerte castillo, que aun denominan La Fortaleza, con cuyas defensas y numerosos moradores tuvo importancia grande en los sucesos militares y políticos, como lo acredita el proverbio vulgar que decia:

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