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Al tomar el mando el general Quiroga publicó la siguiente alocucion:

«¡ Soldados!

»Colocado á la cabeza de esta fuerza, por la eleccion de los oficiales del ejército, voy á dirigiros mi voz con la franqueza que debe reinar entre compañeros de armas. Nuestra España estaba á punto de ser destruida y vuestra ruina iba á arrastrar la de la pátria. Vosotros estábais destinados á la muerte, no para realizar la conquista, ya imposible, de la América, sino para librar al Gobierno del temor que le ha infundido vuestro valor. Entre tanto vuestras familias gemirian en la más vergonzosa esclavitud, bajo un Gobierno arbitrario y tiránico que dispone á su antojo de las fortunas y de las libertades de los desgraciados españoles. ¡Soldados! Este Gobierno debia aniquilarse con la nacion: no es posible que nosotros le suframos por más tiempo. Violento y débil á la vez, este Gobierno no podia inspirar sino indignacion ó menosprecio, y para que la pátria sea dichosa, él debe inspirar confianza, debe ser amado y respetado.

»¡ Soldados! Nosotros vamos á emplear en nuestro beneficio y en el de nuestros hermanos las armas que aseguraron nuestra independencia contra todo el poder de Bonaparte. La empresa es fácil y gloriosa. ¿Se hallará un solo español que vuelva la cara? ¡No! En las plazas que el Gobierno mismo se esfuerza en reunir tropas, solo hallareis hermanos que se unirán á vosotros, y si hubiera algunos séres tan viles que osaren alzar sus armas en contra nuestra, exterminemos estos satélites de la tiranía, indignos del nombre español. ¡Soldados! cuento con vosotros. Sed dignos hijos de la pátria y mereced tan hermosa madre. Yo os recomiendo la union y la disciplina. Mi mayor placer será recompensar á los que se distinguieren: sin embargo, si algu no de vosotros faltase á su deber, experimentará, mal que le pese, que no en vano se me ha confiado la autoridad de que estoy revestido, y que la energía en un Gobierno que camina á su regeneracion, es superior à la de los déspotas.

¡Soldados! La victoria nos espera, y con ella la gloria las recompensas que la pátria nos prodigará con todas las munificencias posibles.

y

» Cuartel general de San Fernando 5 de Enero de 1820.El general en jefe del ejército nacional, ANTONIO QUIROGA.»

En aquel mismo dia D. Antonio Alcalá Galiano redactó tambien otra proclama que firmó Quiroga, y fué introducida entre los marinos, los cuales mandaron sus comisionados para que contasen con ellos, empero que no secundaban el movimiento en razon á que esperaban la contestacion de los demás departamentos, á fin de no separarse de la opinion general de sus compañeros.

La exposicion dirigida á S. M., estaba concebida en los términos más respetuosos.

«Restablecer la Constitucion española, con la cual se libertó á V. M. de su cautiverio (decia Quiroga), es nuestra sola idea hacer reconocer que solo á la nacion legítimamente representada compete el derecho de darse leyes: tal es el objeto de los votos ardientes del ejército y de su entusiasmo. Pero si tan dulces esperanzas no se realizaran; si el cielo no se mostrase propicio á tan fervientes ruegos, el ejército no retrocederá porque sus trabajos se hayan perdido: morirá por la libertad; esta suerte le parecerá preferible á la existencia que le preparan las leyes y los caprichos de los que seducen el corazon de V. M. y lo conducen á su ruina.»

Formóse una columna para recorrer los pueblos y acelerar el movimiento, y fueron al frente de ella Riego y don Evaristo San Miguel, los cuales recorrieron gran parte de la Península, empezando por los pueblos de Chiclana y Vejer, siguiendo al Campo de Gibraltar. En todas partes al entrar el ejército liberal no se oian más que aclamaciones de júbilo entrelazadas con los entusiastas ecos del himno de Riego, que tocaban las músicas militares y cantaban los soldados, y que fué compuesto en Algeciras al caudillo revolucionario.

En muy corto tiempo y casi sin resistencia se hizo ge

Al tomar el mando el general Quiroga publicó la siguiente alocucion:

«¡Soldados!

» Colocado á la cabeza de esta fuerza, por la eleccion de los oficiales del ejército, voy á dirigiros mi voz con la franqueza que debe reinar entre compañeros de armas. Nuestra España estaba á punto de ser destruida y vuestra ruina iba á arrastrar la de la pátria. Vosotros estábais destinados á la muerte, no para realizar la conquista, ya imposible, de la América, sino para librar al Gobierno del temor que le ha infundido vuestro valor. Entre tanto vuestras familias gemirian en la más vergonzosa esclavitud, bajo un Gobierno arbitrario y tiránico que dispone á su antojo de las fortunas y de las libertades de los desgraciados españoles. ¡Soldados! Este Gobierno debia aniquilarse con la nacion: no es posible que nosotros le suframos por más tiempo. Violento y débil á la vez, este Gobierno no podia inspirar sino indignacion ó menosprecio, y para que la pátria sea dichosa, él debe inspirar confianza, debe ser amado y respetado.

>>¡ Soldados! Nosotros vamos á emplear en nuestro beneficio y en el de nuestros hermanos las armas que aseguraron nuestra independencia contra todo el poder de Bonaparte. La empresa es fácil y gloriosa. ¿Se hallará un solo español que vuelva la cara? ¡No! En las plazas que el Gobierno mismo se esfuerza en reunir tropas, solo hallareis hermanos que se unirán á vosotros, y si hubiera algunos séres tan viles que osaren alzar sus armas en contra nuestra, exterminemos estos satélites de la tiranía, indignos del nombre español. ¡Soldados! cuento con vosotros. Sed dignos hijos de la pátria y mereced tan hermosa madre. Yo os recomiendo la union y la disciplina. Mi mayor placer será recompensar á los que se distinguieren: sin embargo, si algu no de vosotros faltase á su deber, experimentará, mal que le pese, que no en vano se me ha confiado la autoridad de que estoy revestido, y que la energía en un Gobierno que camina á su regeneracion, es superior á la de los déspotas.

¡Soldados! La victoria nos espera, y con ella la gloria y las recompensas que la pátria nos prodigará con todas las munificencias posibles.

>> Cuartel general de San Fernando 5 de Enero de 1820.El general en jefe del ejército nacional, ANTONIO QUIROGA. »>

En aquel mismo dia D. Antonio Alcalá Galiano redactó tambien otra proclama que firmó Quiroga, y fué introducida entre los marinos, 'los cuales mandaron sus comisionados para que contasen con ellos, empero que no secundaban el movimiento en razon á que esperaban la contestacion de los demás departamentos, à fin de no separarse de la opinion general de sus compañeros.

La exposicion dirigida á S. M., estaba concebida en los términos más respetuosos.

«Restablecer la Constitucion española, con la cual se libertó á V. M. de su cautiverio (decia Quiroga), es nuestra sola idea hacer reconocer que solo á la nacion legítimamente representada compete el derecho de darse leyes: tal es el objeto de los votos ardientes del ejército y de su entusiasmo. Pero si tan dulces esperanzas no se realizaran; si el cielo no se mostrase propicio á tan fervientes ruegos, el ejército no retrocederá porque sus trabajos se hayan perdido: morirá por la libertad; esta suerte le parecerá preferible á la existencia que le preparan las leyes y los caprichos de los que seducen el corazon de V. M. y lo conducen á su ruina.»>

Formóse una columna para recorrer los pueblos y acelerar el movimiento, y fueron al frente de ella Riego y don Evaristo San Miguel, los cuales recorrieron gran parte de la Península, empezando por los pueblos de Chiclana y Vejer, siguiendo al Campo de Gibraltar. En todas partes al entrar el ejército liberal no se oian más que aclamaciones de júbilo entrelazadas con los entusiastas ecos del himno de Riego, que tocaban las músicas militares y cantaban los soldados, y que fué compuesto en Algeciras al caudillo revolucionario.

En muy corto tiempo y casi sin resistencia se hizo ge

neral el grito de las Cabezas, y el Rey Fernando se vió precisado á jurar y acatar el Código de Cádiz, como ley fundamental del Estado, el 7 de Marzo de dicho año 1821.

Los pronunciados, reunidos en San Fernando se habian fortificado convenientemente para esperar el resultado final del grito que el valiente Riego habia dado: porque aunque la mayor parte de España habia secundado el movimiento, y el rey Fernando prestado su asentimiento á la Constitucion, los liberales sabian que se trabajaba para que no pudiese durar mucho tiempo un régimen que amenguaba los amaños del clero, sus riquezas escandalosas y grandiosos cotos, y que hacia propagar por toda Europa el deseo de libertad.

El 10 de Marzo fué convocado el pueblo de Cádiz ȧ jurar la Constitucion que se habia confeccionado inter sus muros, en la Iglesia de San Felipe. Todos los habitantes de la liberal ciudad se regocijaron en ver iban á gozar de todos los derechos que les concedian las leyes que habian visto hacer á los sábios legisladores Argüelles, Toreno, Calatrava, Muñoz Torrero, Lujan, Porcel, Antillon, etc.; pero fueron vilmente engañados, y en lugar de asistir á una funcion cívica, fueron á entregar sus cuerpos en manos de una cruel é infame soldadesca, que sació su deseo de fuego y sangre inmolando inocentes é indefensas víctimas en aras de la venganza de un general tan traidor como cobarde.

El capitan general de la escuadra realista dirigió á su Gobierno, con motivo de estos sucesos, y al dia siguiente de ocurridos, ó sea el 11 de Marzo de 1820, el siguiente documento oficial.

«Excmo. Sr.: En los dias últimos mis infinitas ocupaciones no me han permitido dar parte á V. E. de las extraordinarias ocurrencias acaecidas en ellos. Anteayer, con motivo de haber recibido por distintos conductos repetidos avisos de que en la escuadra se notaba alguna inquietud producida por la variedad de noticias funestas que se habian esparcido sobre el estado de algunas provincias, pasé

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