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»Art. 4. El intendente general dispondrá lo conveniente á fin de que todos los cuerpos y corporaciones que mar chen vayan satisfechos de sus haberes personales hasta fin de Setiembre. Desde el momento de ponerse en marcha cuerpo ó fraccion de él, recibirán con exclusión de los dias de descanso, los soldados un real de plus, dos los cabos y sargentos, y una gratificacion por una sola vez de cuarenta escudos como auxilio de marcha desde general á alférez, ambos inclusive. Por igual concepto, y tambien por una sola vez, los sargentos primeros y segundos recibirán diez escudos.

»Art. 5. Dispondrá asimismo el expresado jefe administrativo que desde esta capital reciba el ejército libertador las correspondientes raciones de pan, paja y cebada, haciendo para ello uso constante de los ferrocarriles.

» Vuestro general en jefe, SERRANO.-Y de su órden, el comandante general en jefe del ejército expedicionario, RAFAEL IZQUIERDO..

El jueves 24 á las doce y veinticinco de la tarde, partió de Sevilla en un tren especial para Córdoba el duque de la Torre con su estado mayor, y poco despues los dos batallones del regimiento de Bailen.

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Al dia siguiente salió en la misma direccion el regimiento de Cantabria al mando de su bizarro coronel D. Federico Salcedo, que, como liberal pundonoroso, hizo presente al general en jefe que tanto él como los distingui dos y valientes oficiales del regimiento, renunciaban á cualquier premio ó distincion con que el país quisiera enaltecerlos por haber sido el primer regimiento del ejército que tuvo ocasion de dar el grito de libertad en Cádiz; pero la pátria agradecida premió la conducta de estos bizarros militares modelos de delicadeza.

Estas fuerzas se reunieron en Córdoba con el regimiento de Aragon y con el de Astúrias, que procedentes de Málaga y Badajoz, ya pronunciadas, llegaron á aquella capital.

Tal era el estado de la revolucion en Andalucía el

dia 25, ó sean siete dias despues de los primeros acontecimientos. Veamos ahora qué ocurria entretanto en la residencia de doña Isabel y de su despótico Gobierno, principal origen de la revolucion, arma á que solo apelan los pueblos cuando están hartos de sufrir, y cuando comprenden que este es el único lenitivo para sus males.

Llegado que hubo á conocimiento de los Sres. Ministros moderados, Gonzalez Brabo, Coronado, Orovio, Catalina, Rodriguez Rubí, Mayalde y Belda los acontecimientos de Cádiz, que presagiaban los sucesivos, se apresuraron á presentar su dimision, abandonando á su Reina en la adversidad, olvidando los muchos favores que tenian que agradecerle y los honores y riquezas que habian acumulado á la sombra de su tiránico poder, con el cual halagaba los instintos de los que no tenian otro afan que medrar á costa de la ruina de sus conciudadanos y del descrédito de su pátria. ¡Comportamiento propio de almas nobles y generosas!

El capitan general D. José Gutierrez de la Concha, marqués de la Habana, fué nombrado presidente del Consejo de Ministros con las carteras de Guerra y Marina, mandándo se se encargaran del despacho ordinario de los ministerios vacantes los subsecretarios ó directores más antiguos. El general Pezuela fué nombrado general en jefe de los ejércitos de Aragon y Cataluña; el marqués del Duero de los de Castilla la Nueva, Castilla la Vieja y Valencia, y el marqués de Novaliches, general en jefe de la division que habia de marchar sobre los sublevados de Andalucía, compuesta de ocho batallones de infantería, dos regimientos de caballería y cuatro baterías de artilleria, con 16 cañones de acero del nuevo sistema, al mando del brigadier Camus.

El marqués de Novaliches reunió todas sus fuerzas en Mengibar y desde este punto salió para Andalucía.

Cuando el marqués de la Habana llegaba á Madrid el 20, procedente de San Sebastian, y consultaba seguidamente con sus compañeros de Gabinete sobre lo crí tico de las circunstancias, y mientras el marqués de Nova

liches ponia en marcha sus huestes antirevolucionarias, el alzamiento nacional se extendia rápidamente hasta la Cádiz del Norte, la liberal Ferrol.

Todos sabemos que esta patriótica ciudad es cabeza del departamento marítimo que lleva su nombre; que posee el mejor arsenal de España, uno de los primeros de Europa, constantemente provisto en estos últimos tiempos de armas, municiones, maquinaria, enseres marítimos de todas clases, etc.: con tan abundantes recursos y con la posicion marítima que ocupa á corta distancia de los principales puertos del mar Cantábrico, sus barcos pueden tenerlos à raya con facilidad; por consiguiente, es dueño árbitro de todos ellos en caso de guerra.

Atendiendo al carácter distintivo de nuestra gran revolucion, que aunque rápida, más fué propagandista que simultánea; iniciándose el movimento al Sur de España, la region del Norte era la última que debiese recibir en su seno las salvadoras ideas liberales. En este supuesto, la reaccion hubiera utilizado los vastos recursos del arsenal de Ferrol: los buques fondeados en su puerto, tripulados por gente adicta, recorriendo constantemente las costas del Cantábrico, imposibilitarian que las importantes poblaciones que bañan sus aguas tomasen parte en el movimiento; y como estas son las llaves de sus respectivas provincias por su riqueza y número de habitantes, tendriamos que tan importante parte de la Península, por esto y por el carácter del alzamiento, hubiera sido fácilmente presa de los borbónicos hasta sus últimos momentos de dominacion.

Comprendiendo los liberales de Ferrol, así que llegó á su noticia el grito lanzado en Cádiz, los perjuicios que podian irrogarse á la buena causa si la reaccion se apoderaba de su ciudad y asentaba por allende sólidamente en la region del Norte, á pesar de ser en aquella época poco mumerosos, decidieron secundar' acto contínuo el movimiento: á fuerza de habilidad y tacto, orillando dificultades que en el momento surgieron, multiplicándose sus

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contados hombres, tuvieron por fin la satisfaccion que un dia despues de lanzado el grito de libertad en el Sur, ya el Norte, el extremo opuesto de España, habia contestado.

Arrebatada á la reaccion tan importante presa, sus efectos pronto se tocaron. Hizose activa propaganda revolucionaria, remitiéronse considerables recursos á los próximos puertos de Gijon, etc., y teniendo constantemente en jaque á las tropas de la Coruña, y observando por otro lado la actitud que cierto número de soldados y oficiales habian tomado, no conformes enteramente con el movimiento, pero que tampoco se presentaban como enemigos, se consiguió que á los pocos dias ya Santander, Santoña y la anteriormente citada Gijon se habian unido á la causa nacional, cundiendo el fuego revolucionario por toda la costa.

Habíase, pues, conseguido el objeto.

La línea natural de retirada para la reaccion, donde seguramente contaba reorganizarse en caso de un revés, estaba rota por varios puntos. Calonje, enviado á toda prisa á unir sus diversas fracciones, fué detenido por unos pocos valientes en la heróica Santander, donde sufrió grandes bajas, quedando imposibilitado, vista la actitud enérgica del país, de proseguir sus operaciones militares.

Importantísima fué la parte que tomó en el alzamiento de Ferrol la fragata Victoria, como conocerán nuestros lectores por los hechos que vamos á relatar.

Se hallaba en Londres el Sr. Beranger atendiendo á la construccion de dicho buque, y allí, más que en parte alguna, tuvo motivos para apreciar toda la ignominia con que se presentaba al extranjero esta pobre nacion, deprimida hasta el último extremo por un Gobierno que era la vergonzosa expresion de una dinastía aborrecida.

Alli conoció lo inconciliable que era nuestra honra con la situacion que dominaba en el país, y se puso de acuerdo con el general Prim, á quien presentó á los oficiales de su barco, identificados con su pensamiento, y allí acorda

ron los términos en que habia de realizarse el pronunciamiento de Ferrol.

Concluida la construccion del buque Victoria, marchó con él á este departamento el Sr. Beranger, y recibió las instrucciones del general Prim, en virtud de las cuales deberia ponerse de acuerdo con los Sres. D. Gaspar Rodri→ guez, hoy diputado; el Sr. Montero Telinge, de la Coru ña, tambien diputado hoy, y el Sr. Zamora, comandante de la guarnicion del ejército en Ferrol.

Llegó, y encontró todos los elementos dispuestos para el primer aviso. Asistió al comité revolucionario, que respondia del pueblo entero; conferenció con el Sr. Zamora, que ofreció toda la guarnición: el regimiento de infantería de Marina, excepto algun jefe, estaba dispuesto; la maestranza lo mismo. El gran trabajo que tuvo entonces el brigadier Beranger fué el de contener el movimiento, porque aquel pueblo liberal queria ser el primero en lanzarse á la lucha; y como el movimiento debió ser simultáneo con el de Cádiz, el Sr. Beranger obtuvo á duras penas el plazo que se consideró indispensable para que metiera la artillería.

La fragata entró en el arsenal y completó su dotacion con los oficiales que le faltaban. Alguno de ellos quiso saber si el general Quesada estaba conforme con el movimiento, y el Sr. Beranger le manifestó con franqueza que hasta entonces nada se le habia dicho, aunque contaba obtener su vénia en el último momento, con lo cual se conformaron; añadiendo, que con él y sin él aceptaban el compromiso que contraian.

En este estado, llegó al Ferrol D. Alejandro Olivares, hoy gobernador de una provincia, que puso en conocimiento de los comités que el general Contreras entraria en aquella poblacion à ponerse al frente del movimiento, una vez iniciado; que el general Prim habia salido de Londres para reunirse en Cádiz con los generales confinados, y que hecho allí el movimiento, se siguiera en el Ferrol.

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