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Tenia esta poblacion un decidido empeño en ser la primera, y desde entonces fué más difícil contener su impaciencia. Por fortuna, presentóse en aquellos momentos el Sr. Rascon, comisionado por la union liberal para ofrecer el apoyo del general Zavala, confinado en Lugo, y participando que la escuadra, al mando del Sr. Topete, iniciaria el movimiento en Cádiz; que era preciso aguardar á que esto sucediera, pues una precipitacion por parte de Ferrol podria desgraciar el movimiento.

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Se convino, pues, aguardar hasta el dia 20, plazo próximo que el Sr. Pascon habia señalado para el alzamiento de Cádiz, y desde entonces empezaron á mandarse todas las noches los botes de la fragata á los puntos convenidos para aguardar al general Zavala, que debia aprovechar el primer momento oportuno para salir de Lugo.

Por último, en la amanecida del dia 19 se recibió un telégrama, dirigido por el Gobierno al general Quesada, que, como todos los cifrados, se entregaban al comité revolucionario antes de remitirse á su destino. En este parte se decia que se habian pronunciado en Cádiz dos fragatas. Por iniciativa de D. Gaspar Rodriguez, aprobada por el señor Beranger, se sustituyó en el parte la palabra dos por las, con el fin de dar más importancia al movimiento, y con esta variante fué entregado al Sr. Quesada, capitan general del departamento.

¡Hasta ese extremo eran auxiliados los liberales de Ferrol!

El pacto se hizo público entre los comprometidos en el movimiento, que, con ligeras excepciones, era là poblacion entera: no fué ya posible aguardar nuevas noticias: hubo una reunion, á que acudieron los jefes del movimiento, y se resolvió que el batallon de Córdoba saldria del cuartel á las cuatro de la tarde, dirigiéndose al arsenal: que los batallones de infantería de Marina se pronunciarian en su cuartel, tomando luego igual direccion: que el Sr. Beranger desembarcaria la tropa de marina para posesionarse de las puertas del arsenal, y el comité, ponién

dose al frente del pueblo, que se dirigirian á la puerta del Dique, despues de lo cual se reunirian todos en el Ayuntamiento para proceder á la constitucion de la Junta revolucionaria.

Todo estaba dispuesto. El capitan de navio D. Victoriano Suarez se habia comprometido á hablar al general Quesada y proponerle que se pusiera al frente del movimiento. Eran las tres de la tarde y aun no habia habido ocasion de hacerlo. Empezaba á notarse una marcada efervescencia en el pueblo.

Entretanto el general Quesada hacia publicar la ley marcial á tambor batiente.

Dieron las tres y media cuando entró en el despacho del general el brigadier Dols, gobernador militar de la plaza, que iba á ponerse de acuerdo con el general Quesada sobre las medidas que convendria adoptar en aquellas circunstancias. El general Quesada dijo que habia contestado al telégrama del Gobierno hacia dos horas; que respondia de la tranquilidad del departamento; en cuya virtud se resolvió resistir, y el brigadier Dols se dirigió al cuartel con el objeto de sacar toda la tropa de la poblacion, evitando así un pronunciamiento.

Este fué el momento de la crisis.

Era preciso evitar que el brigadier Dols tomase el mando de la tropa, y se mandó á un oficial que se le anticipase, para que noticiase lo que ocurria al comandante Zamora é hiciera el pronunciamiento desde luego: el Sr. Beranger da órden á su segundo para que al ver salir del cuartel á la tropa eche en tierra la guarnicion, para apoderarse de las puertas del arsenal, al mismo tiempo que desamarrara el barco. En union del coronel Montero pugnó con el general por traer del arsenal la fuerza de infantería de Marina: el general consiente: el oficial que llevaba el aviso al comandante Zamora es sorprendido y hecho prisionero por el brigadier Dols, que hallando ya formado el batallon de Córdoba, sale con él en direccion de uno de los baluartes del recinto: el segundo de la Victoria, al ver

ese movimiento de la tropa desde la toldilla, echa la gente en tierra: el pueblo se dirige al dique: el reloj da las cuatro de la tarde....

En este momento supremo se notició al general Quesada que la fragata Victoria venia pronunciada desde Lóndres; que estaba pronunciada la guarnicion; pronunciado el pueblo; pronunciada la escuadra, y que se contaba con él para el movimiento.

Cedió sin resistencia.

En aquel instante el pueblo, y á la cabeza de él el señor D. Gaspar Rodriguez, actual diputado constituyente, invadia el arsenal; la marinería formada salia á recibirlo; tropa y pueblo se abrazan, y un grito inmenso, llenando el espacio, revela á Galicia alborozada el renacimiento de su libertad.

¡Viva la libertad! ¡Viva la soberanía nacional! ¡ABAJO LO EXISTENTE! fueron los primeros vitores á que se vió obligado á contestar el general Quesada, y que no partieron de él. Se constituyó la Junta, y esta le nombró presidente, en prueba de la generosidad de los ferrolanos.

Tenemos, pues, sublevados, cuando iban sobre Andalucía las fuerzas de Novaliches, Cádiz y su provincia, Sevilla é idem, Córdoba é idem, Huelva é idem, Málaga é idem, Granada é idem, Campo de Gibraltar, Santander y su provincia, Ferrol, Coruña, Zaragoza, Alto Aragon, Cartagena, Santoña, Alicante, Alcoy, etc., etc.

La Junta revolucionaria que habia organizada en Madrid, compuesta de eminentes patricios, à la cabeza de los que se hallaban Rivero, Madoz y Escalante, trabajaba sigilosamente y sin descanso para evitar que el pueblo impaciente se lanzase á la calle y provocara una lucha. Su objeto era conseguir, como al fin sucedió, que se hiciese en Madrid el pronunciamiento con el mayor órden, sin que costase ninguna sangre y sin que se disparara un solo tiro. Desde los primeros momentos empezaron á publicar Boletines clandestinos para hacer comprender al pueblo el rumbo de los sucesos.

Hé aquí los Boletines á que nos referimos:

MADRILEÑOS:

Ha llegado la hora con tanto afan esperada.

La libertad ha resucitado donde habia nacido al principiar este siglo, que es el siglo de la regeneracion española.

Vuestros valientes marinos, que al volver á su pátria despues de haberla defendido y honrado con su imponderable denuedo, la han encontrado empobrecida y esclavizada por sus insolentes y despreciables mandarines, juntos con nuestros bizarros soldados, tan liberales como honrados, se han unido estrechamente con el pueblo.

Si; el pueblo y el ejército, toda la nacion se alza contra la tiranía que nos oprime, contra la inmoralidad que nos degrada, contra la insolencia que nos humilla.

No será el último el pueblo de Madrid, que es el primero en conocer y maldecir todo lo que hay de torpe y deshonroso en el yugo que nos oprime.

>Pero hoy apelamos más que à vuestro denuedo á vuestra prudencia. Estad preparados para el combate, pero no lo provoqueis.

» Probablemente no habrá necesidad de combatir, porque los soldados que viven entre nosotros tambien son liberales, y solo esperan una ocasion favorable para unirse al pueblo y á sus compañeros de armas.

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Esperad, pues, ese momento que no está lejano.

»Pronto lucirá la aurora de nuestro triunfo, que es el triunfo del derecho, de la justicia y de la libertad, y no como propalan los enemigos de nuestra santa revolucion, el dia del pillaje y del incendio.

»Vosotros hareis ver que sois tan honrados y liberales como siempre.

Vosotros sabreis imponer la pena de muerte al incendiario y al ladron.

»Vosotros, al arrojar de nuestro suelo todo lo que excita vuestra santa indignacion, sabreis mostrar al mismo

tiempo que os distinguen todas las virtudes propias de los pueblos que aman la libertad.

>>Entre tanto, contened toda muestra de indignacion y aun alborozo por el triunfo ya seguro de nuestra causa. »Si la Junta creyese conveniente que cambiáseis vuestra pacífica actitud por otra más resuelta, ya os lo advertirá á tiempo.

>>Esperad su aviso. No lo daremos por este conducto, porque nuestros enemigos ó los amigos impacientes ó mal informados podrian servirse de ellos y producir males que deseamos evitar. Lo daremos al oido por medio de amigos. leales. Desconfiad, pues, de todo otro consejo.

> Prudencia y union. Esto es lo que por ahora os recomienda La Junta revolucionaria de Madrid.»

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»NÚM. 2.

BOLETIN DE LA REVOLUCION.

Madrid 20 de Setiembre de 1868.

Estábamos seguros del triunfo de nuestra santa revolucion, pero no creiamos que fuese tan fácil y tan rápido. >>Ha bastado el espacio de un dia para que nadie dude de su victoria: ¿quién ha de disputarle al pueblo, á la marina y al ejército estrechamente unidos contra tan poderosas fuerzas? ¿Qué valen las ruines artes de los que aun se hacen la ilusion de mandar en España?

>>El ministro de la Guerra, á quien hacemos mucho honor si nos contentamos en llamarle estúpido, ha dirigido una circular á los capitanes generales mintiendo que la guarnicion de Cádiz oponia una resistencia heróica al alzamiento de nuestra gloriosa y honrada marina; ¿cree el faccioso de la Mancha que nuestra escuadra habia de bombardear á Cádiz? No: allí no hay más que hermanos. La entrada de nuestros generales y marinos en aquella culta y liberal poblacion ha sido triunfal.

Ya no están alli, ya han marchado á otros pun

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